Capítulo 329

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Axel Vega Lazcano

Mexicali, Baja California, México

Yo era, por mucho, el hombre más feliz del mundo, todos los fines de semana cuando me iba a Mexicali para ver a Amaia. No me importaba nada, ni el gasto, ni el tiempo, ni nada que me representara el esfuerzo de ir a verla, y ni siquiera era un esfuerzo para mí. Sentía y más que nada, sabía que todos los sacrificios que hacía por Amaia, bien valían la pena en el momento que llegaba a Mexicali y que ella me esperaba en ese lugar que ya habíamos elegido juntos para pasar los fines de semana. Era muy feliz al retomar lo mío con ella y lo demás me daba igual.

Yo era feliz, con solo poder tener a mi hermosa mujer en mis brazos y el mundo podía rodar, por otro lado. Mis momentos felices y todo lo hermoso de mi vida, se lo debía a ella y solo a ella, a esa chiquilla preciosa que un día me dijo "yo solo quiero hacerte feliz" y vaya que lo ha hecho, me reí un poco cuando ella me abrazó por la espalda y de inmediato quería saber el motivo de mi risa.

–Mi rey, ¿Puedo saber de qué te estás riendo? – Me preguntó divertida – Espero que no sea de mí y de que eché a perder una de tus amadas ollas de Royal.

Ella era el motivo de mi risa, pero no porque me estuviera riendo de ella, eso jamás va a ocurrir, me encantó la forma en la que Amaia se había acercado a mí y me había hecho la proposición que nunca me hubiera imaginado que me haría. Fue muy arriesgado de su parte, pero habíamos ganado mucho.

–No, cariño – Respondí, riéndome todavía – Yo nunca podría reírme de ti. Eres lo más especial de mi vida, lo más hermoso también. Me acordé de la primera vez que nos besamos y de cuando empezó todo esto.

Los dos nos habíamos arriesgado, vivido hasta lo inimaginable, pasado por muchas cosas que no deseé que pasaran, pero que habían valido la pena, ahora estamos de nuevo viviendo nuestro amor.

–Sí, mi rey, hace ya mucho de eso y creo que no somos los mismos, ni tú, ni yo – Dijo ella un poco melancólica – Lo cierto es que, aunque nuestra historia de amor, no es perfecta, es maravillosa por ser solo nuestra.

Si hubiera sido perfecta no fuera lo maravillosa que ha sido. La perfección nunca es buena, pues se vuelve monotonía y es lo que menos ha sido esta historia de amor, la nuestra es lo mejor que nos ha pasado a ambos y no la cambiaría por nada del mundo.

–Nada es perfecto, Amaia. Nada puede serlo porque la perfección no existe, las personas tendemos a querer buscarla e incluso hasta idealizarla cuando no debe ser así.

Porque nada debe ser plano, ni aburrido, aunque no quiero que nos vuelva a pasar una separación como la que vivimos, no podemos quedarnos siempre estáticos.

–Sí, Axel. Eso es verdad, pero sea como sea quiero que sepas que te amo – Ella me miró con ternura – Qué nunca amaré a nadie del modo que te amo a ti, que siempre y pase lo que pase vas a ser mi rey, aunque no tengamos una garantía, ni la forma de ver el mañana, ni el después.

Recordando todo lo que vino a mi mente, caí en cuenta que lo que tenemos Amaia y yo aunque no había sido la relación ideal, aunque había comenzado mal y aunque no era la forma de empezar a involucrarnos, era también la forma más hermosa que tuvo la vida de mostrarme lo que era amar a alguien, lo que era sentir que alguien me pudiera importar, lo hermoso que se sentía estar enamorado y comprometido con ella al 1000% al grado que todas las demás mujeres que pasaron por mi vida, dejaron de existir el día que sentí la mirada de mi hermosa Amaia entre la mía.

–Te amo cariño, y tú siempre vas a ser mi reina – Le aseguré – Eres la mujer que me ha conquistado Amaia y créeme que me duele, que no te pueda prometer nada, que no te pueda dar una respuesta que tú te mereces, sobre lo de volver a León.

Me gustaría poder darle esas respuestas que tanto me ha pedido, pero es mejor que por el momento no las sepa. Acá en Mexicali está mejor protegida, lejos de la vista de la demente de Cecilia, y le prometo que en cuanto las cosas estén bien, vamos a volver a ser lo que antes fuimos, o quizás hasta mucho mejor.

–No pasa nada, mi amor. De verdad que no pasa nada, mi rey – Me dijo tiernamente – Yo te amo y yo accedí y acepté todo como se dio desde un principio en la relación. Te amé desde el momento en que solo quise hacerte feliz.

Cómo olvidar eso que ella una vez me había prometido y que ha cumplido a la perfección, solo me duele no haber hecho las cosas bien desde un comienzo, cuando tuve la oportunidad de divorciarme de Cecilia, antes de iniciar algo con mi preciosa Amaia. Ella no debió pasar por lo que le hizo pasar la loca de mi exesposa.

–Eso lo sé, cariño y sé que lo has hecho – La miré con mucho amor – Te amo, Amaia. Tú me has cambiado la vida, me has enseñado que se puede ser fiel, que se puede dar todo por el amor de una mujer.

Porque no he vuelto a pensar en nadie más que no sea ella. Con Amaia tengo todo para ser feliz, nadie me puede dar lo que ella por voluntad propia me ha dado. Ha sido un bálsamo de agua fresca para esa sed que me consumía. Ella es lo más hermoso que me he encontrado en la vida.

–Y tú has sido el que me ha enseñado a mí, a ser mujer y te doy las gracias, mi rey – Amaia me besó muy intensamente – Creo que ya va siendo hora de dejar de ser tan difícil y creo que ambos, nos merecemos reencontrarnos nuevamente.

Por fin me ha dado la respuesta a todas mis dudas, he venido con esa intención, no lo niego aunque no la iba a obligar a hacer algo que todavía no estaba preparada a llevar a cabo. La amo y hubiera esperado todo el tiempo que hubiera preferido.

–Es lo que he querido, desde que te he vuelto a ver, cariño. Es lo que más quiero y te lo digo de verdad y de todo corazón, aunque hubiera esperado todo el tiempo que me hubieras pedido.

Había respetado la decisión que mi hermosa Amaia había tomado, pero estaba esperando con ansias estas palabras que me acababa de decir. La necesito en mi cama, hacerla mía para toda la eternidad, es mi mujer y quiero estar siempre a su lado, como debe ser.

El socio de mi padre Cap 199 en adelanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora