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Al llegar a la mansión, Betty, Cheryl y Toni cargaban tantas bolsas que los mismos guardaespaldas tuvieron que ayudarlas a llevarlas a la habitación en la que estaba Betty.

Entonces la morena y la pelirroja ya se tenían que ir y eso aterraba a Betty.

—Jughead no te hará daño— Aseguró Cheryl. —Si quisiera hacerlo, lo hubiese hecho desde que te vió—

—Nosotras frecuentamos mucho ésta mansión, estaremos cerca— Avisó Toni, sonriéndole.

—¿Terminaron?— Preguntó Jughead, acercándose con su típica expresión de frialdad en el rostro. —Ya déjense de tonterías—

—Dejate de tonterías tu— Exigió Cheryl, acercándose a él. —Y mucho cuidado con Betty, no le hagas nada— Murmuró en su oído.

—Ya sabes que no toco menores de edad— Le recordó Jughead en el mismo tono.

Cheryl se separó de el y lo miró con una ceja alzada para entonces volver a mirar a Betty con una sonrisa. —Ya sabes muñeca, nos vemos muy pronto—

—Cuidala Jughead— Exigió Toni, retirándose junto a Cheryl. —Adios Betty querida—

—Adiós— Se despidió la ojiverde con una pequeña sonrisa.

Ella volvió a mirar a Jughead y una vez más el miedo se adueñó de ella; Él la miraba como si quisiera acabar con ella, con esa ira e intensidad que la ponía a temblar.

—Ven conmigo a mi oficina, necesito hablar contigo— Pidió Jughead, serio. —Sígueme—

Betty asintió, temblorosa y siguió a Jughead por las escaleras, el pasillo y luego otras escaleras que llevaban al tercer nivel de la mansión, llegando a un pasillo y finalmente la última puerta de aquel segundo pasillo.

Cuando Jughead abrió aquella puerta, era una elegante y hermosa oficina con muchas pantallas que mostraban grabaciones de algunas cámaras, un par de computadoras, un estante con libros, un escritorio y una laptop encima del escritorio. Habían cuatro pequeños sofás frente al escritorio.

—Siéntate— Pidió Jughead, sentandose en su escritorio y mirando a la chica fijamente. —Me vas a responder solo lo que te pregunte. ¿Bien?—

Betty asintió, sentandose frente a él, un poco temblorosa aún por no saber qué quería Jughead de ella.

Jughead tomó aire, con su mirada clavada a ella. —¿Cómo diablos llegaste a caer en manos de Reinaldo junto a esas mujeres?—

Betty bajó la mirada, jugando con su cabello. —Yo... Yo... No lo recuerdo muy bien, pero llegué a mi casa después de estar en una biblioteca en Nueva York y esa fue la última vez que ví a mis padres... — Sollozó.

Jughead la miró con atención. —Continúa—

Betty tomó aire, reprimiendo el llanto. —Llegaron unos hombres y me cubrieron la boca con un pañuelo y perdí la consciencia. Cuando desperté estaba con todas esas mujeres y luego apareció ese hombre...

—Reinaldo— Dijo Jughead, apretando el puño, furioso.

—Si... Me dijo que había asesinado a mis padres, me mostró fotos y yo... Yo...— Rompió a llorar. —Los mató y me obligó a quedarme con esas mujeres y a ensayar esos bailes raros. Extraño tanto a mis padres... — Sollozó.

La menor se derrumbó en ese momento y fue como si hubiese dejado salir todo ese dolor que venía guardando. Lloraba como una niña pequeña y según lo que había contado, tenía una vida normal en Nueva York que se le fue arrebatada de repente.

Jughead suspiró, con la mirada baja. —Ya, puedes irte—

Aún llorando, Betty se puso de pie, salió corriendo de la oficina de Jughead y bajó las escaleras hasta el segundo nivel de la mansión y se encerró en la habitación en la que se estaba quedando.

Se tiró a la cama y lloró como nunca lo había hecho en su vida; Extrañaba a sus padres y extrañaba su vida antes de estar en manos de un millonario loco sin sentimientos.

No hizo nada más que llorar. En ese momento esa era su manera de liberar esos sentimientos negativos que se estaba guardando todos estos días.

Lloró hasta quedarse profundamente dormida.

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Betty despertó y su cabeza dolía de tanto haber llorado. Cuando miró por la ventana de cristal, el sol aún no hubiese caído por completo y en ese momento alguien tocó la puerta.

—¿Ya estás despierta?— Le preguntó Jughead a la chica, tocando la puerta.

—Si, adelante— Autorizó Betty, hundiendo su cabeza en la almohada.

Jughead entró a la habitación y se acercó a ella con su aspecto de malón asesino. —Entonces vivías en Nueva York, mataron a tus padres y terminaste en manos del hijo de perra de Reinaldo—

—Si— Respondió Betty, sin mirarlo.

Jughead suspiró. —Mira... Las bailarinas que trabajan para mí lo hacen por voluntad propia, no tengo ni la más remota idea de por qué el hijo de perra de Reinaldo te secuestró y mató a tus padres. Pero si te hace sentir mejor, lo mandé a torturar hasta la muerte y junto a mi equipo estoy intentando investigar si realmente tus padres están muertos—

—Eso no me hace sentir mejor— Se quejó Betty, mirando al ojiazul con los ojos rojos y llorosos.

—No me importa— Contestó Jughead, serio. —En media hora bajas a cenar y después te vas a dormir. Tampoco quiero que me molestes mientras trabajo. Seguiré investigando más sobre ti y más vale que te comportes. No quiero ser tu niñero—

—¿Entonces por qué no me dejas ir?— Preguntó Betty, mirándolo mal.

—Tres razones principales— Respondió Jughead con una sonrisa de superioridad. —En primer lugar eres menor de edad. Segundo... No quiero llamar la atención de la policía y tercero... No sobrevivirías. Si necesitas algo le dices a cualquier empleado de la mansión y a mí no me molestas. Cuando te necesite te mando a llamar— Avisó.

Betty volvió a hundir su cabeza en la almohada. —Ya, entendí—

—Mas vale que hagas lo que yo te diga— Exigió Jughead, dándole la espalda para entonces retirarse de la habitación.

Betty suspiró y se quedó en la cama, aún analizando que rayos estaba pasando.

Extrañaba a sus padres, su antigua vida, su hogar. Pero ahora estaba en manos de un millonario psicópata gracias al hombre que la había secuestrado.








¿Creen que aún exista algo de bondad en Jughead?

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¿Creen que aún exista algo de bondad en Jughead?

La historia se publicó ayer y tiene mucho apoyo, los amo demasiado 🥺❤️ seguiré escribiendo borradores 😎 disfruten 🫂

Samy ❤️

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