"182" |Extra|

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Siete años después...

Betty y Jughead se amaron y se seguían amando con locura, pero ésta vez sin ninguna barrera que los separara y sin ningún peligro.

Esa oscuridad del pasado no volvió a aparecer y ya nunca más lo haría.

Seguían criando a sus hijos, pero a medida que crecían también crecían los retos como padres. Ahora tenían a una adolescente de quince y un niño aún, pero de nueve años de edad, lleno de curiosidad y asombro.

¿Y Nieves? Aunque los años pasaron y ya no tenía la misma energía de antes, seguía siendo una perrita mimada y llena de vida.

Para Betty y Jughead no había nada mejor que por fin disfrutar su matrimonio, sus hijos y su familia, pero ésta vez sin nada que lo impidiera.

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Llegó el viernes y en la casa Jones Cooper lo sabían; Betty y Jughead no tenían ya más trabajo y cuando llegaron a casa con sus hijos después de recogerlos de la primaria y la secundaria, éstos estaban emocionados.

—¡Si, hoy es viernes!— Exclamó Oliver, corriendo por toda la mansión con Nieves tras el.

—Bebé no corras, te puedes caer— Lo regañó Betty, mirándolo con diversión.

—Mamá, papá... Voy a salir con mis amigos ésta noche, iremos al cine— Avisó Luna.

—Está bien amor— Aceptó Betty con una sonrisa. —Diviértete, te lo mereces—

—No— Negó Jughead, acercándose y mirando a su esposa e hija. —Betts... ¿Vas a aceptar así nadamás? Luna es una niña, no puede salir así como así—

—¿Qué? ¿Niña? ¿Yo?— Preguntó Luna, ofendida. —Pero papi... Ya conoces a mis amigos, siempre salimos—

—Jaja... No vas a salir hoy— Se burló Oliver de su hermana.

Luna lo miró mal. —Tu y yo tenemos cuentas que ajustar— Advirtió para luego mirar a su padre. —Papi... Por favor...

Jughead suspiró. —Si son los amigos de siempre no tengo problema hija, solo estaba bromeando. Eres y seguirás siendo mi pequeñita y tú seguridad, la de tu hermano y la de tu madre es todo para mi—

Luna sonrió, acercándose a abrazarlo. —Lo entiendo papi, te amo—

—Papá también te ama bebé— Aseguró Jughead, dejando un beso en su cabeza.

—¡Papá aquí voy!— Exclamó Oliver, saltando de un sofá para caer en los brazos de su padre.

Jughead se separó de su hija para atrapar a su hijo menor y soltó un quejido. —Hijo... Ya estás demasiado grande... Y yo estoy viejo—

—Bebé no hagas eso— Pidió Betty, acercándose a dejar un beso en la mejilla de su hijo.

Oliver soltó una risa. —Perdon mamita—

Luna rodó los ojos con diversión. —Hombres...

La adolescente pelinegra y el pequeño niño rubio estaban creciendo en un ambiente de paz, mucho amor y con todo lo que necesitaban para ser felices.

Y eso era lo más valioso para sus padres, quienes tenían la noche despejada para estar con sus amigos mientras su hijo menor estaba con los otros niños en la sala de juegos de la mansión.

Entonces los adultos se reunieron en el jardín, alrededor de la piscina con algunas bebidas y bocadillos, recordando aquellos tiempos de antes.

—Los disparos, las persecuciones... ¡Demonios, la cara de Jughead cuando realmente estaba enojado!— Exclamó Reggie, riendo como loco.

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