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Betty abrió los ojos y cuando se dió cuenta de que ya era de día, se sentó de golpe sobre la cama y miró a su alrededor, cubriendo su desnudez con las sábanas y dándose cuenta de que Jughead no estaba a su lado.

—Buenos días dormilona— Saludó Jughead, entrando a la habitación solo con pantalones y el cabello húmedo. —Estoy haciendo el desayuno, en diez minutos estará listo. También alimenté a Caramelo—

Betty le sonrió levemente. —Que lindo, Juggie. Yo... Voy a ducharme y voy a hacerte compañía—

Jughead le guiñó un ojo. —Entonces te espero en la mesa mi amor— Se retiró.

Betty volvió a sonreír para entonces ponerse de pie e irse a duchar y a lavar los dientes; Su esposo la hacía sonreír por segundo, ella estaba segura de que él realmente había cambiado.

Pero aún existían dudas en ella.

En quince minutos, Betty salió de su habitación, fue a la mesa y ahí le estaba esperando Jughead, ya con una camiseta, tomándose una taza de café y riendo al ver a Caramelo jugar con un raton de juguete.

En la mesa había pan tostado, fruta y café con leche. Betty sonrió y cuando se sentó frente a su esposo, este puso toda su atención en ella.

Betty notó que él la miraba fijamente mientras ella tomaba su desayuno. —Juggie... ¿Qué ocurre? ¿Por qué me miras así?—

Jughead negó, mirándola. —Nada bebé. Solo pensaba en lo hermosa que te ves por la mañana, cuando abro los ojos y lo primero que veo es a ti, descansando. Cuando te vas a trabajar, cuando salimos, cuando nos bañamos o cuando estamos haciendo el amor... Valla... Eres hermosa en todas tus facetas. Me gusta verte—

Betty se sonrojó. —Ay Juggie... Basta. Me veo horrible por la mañana. Por cierto... Lo de anoche... Yo... Lo necesitaba— Confesó.

Jughead sonrió con superioridad. —Tambien yo amor. Mira... No sé si ya logré recuperarte o si tengo que seguir esforzándome. Pero lo que sí sé es que te necesito en casa conmigo, Betts. Las quiero a ti y a mi hija conmigo otra vez—

Betty suspiró. —Juggie... Yo... Se que realmente quieres cambiar y que te estás esforzando pero... Aún estoy un poco indecisa sobre lo de irnos a vivir bajo el mismo techo otra vez—

—Betts... Aprendí de mis errores, puse atención a todos y a cada uno de ellos para no volver a repetirlos, te lo juro— Aseguró.

—Jug... Sé que te estás esforzando— Admitió Betty. —Y no creas que no quiero volver contigo porque sí quiero y créeme que nuestra hija también. Solo necesito que convivamos más para asegurarnos de que esto realmente va a funcionar—

—Y va a funcionar— Sentenció Jughead, poniendo su mano sobre la de Betty por encima de la mesa. —Lo haré funcionar, te lo juro—

Betty sonrió, pero al acordarse de su hija abrió los ojos como platos. —Ay por favor... Jughead nuestra hija sigue en casa de Cheryl. Hay que ir por ella—

Jughead soltó una risa. —Conociéndola debe seguir durmiendo. En un momento vamos por ella bebé, tranquila—

Como lo dijo Jughead, en un rato él mismo se encargó de llevar a Betty a la casa de Cheryl en su auto y desde afuera se podían escuchar las risas y el escándalo.

Betty y Jughead fueron a tocar la puerta principal y quién los recibió fue la sonriente Cheryl, quien los miró con una ceja alzada.

—Buenos días mis amores— Saludó Cheryl, mirándolos. —¿Pero que tenemos por aquí? ¿Pasaron juntos la noche?—

Betty se sonrojó. —Buenos días Cher. Nosotros...

—No queremos preguntas— Las interrumpió Jughead. —Vinimos a buscar a nuestra hija. ¡Luna, es papi!— La llamó el ojiazul, entrando a la casa.

Cheryl abrió su boca, indignada. —Qué grosero—

Efectivamente Luna y Dale jugaban con Toni en la sala y hacía poco que se habían levantado, tal y como lo supuso Jughead, que ya conocía a la perfección a su pequeña.

—Vimos a Mulán, pero nos dormimos— Se quejó Luna, abrochándose los cinturones en los asientos traseros del auto. —¿Y ustedes qué hicieron en su cita mami y papi?—

—¿Cita?— Preguntó Betty, mirando a Jughead y luego a su hija. —Mi amor... ¿Quien te dijo que tú papá y yo tuvimos cita?—

—La tía Cheryl— Contestó, encogiéndose de hombros. —Y si ustedes están en citas... ¿Vamos a volver a vivir juntos?—

Betty y Jughead se miraron, sin saber qué responder.

Betty tomó aire para empezar a hablar. —No amor, pero papi y yo vamos a vernos mucho para que estés contenta. ¿Bien?—

Luna suspiró, con la mirada baja. —Está bien, al menos vamos a vernos mucho—

Jughead encendió el auto y miró a su hija por el espejo retrovisor. —Amor... Si cambias esa carita te llevo al parque y después comemos pizza. ¿De acuerdo?—

Luna abrió bien grandes los ojos con una sonrisa. —¡Sí! ¡Sí quiero papito!—

Jughead sonrió y Betty también al ver que su esposo tenía la situación bajo control y el ojiazul condujo hasta el parque.

Cuando estuvieron en el parque, Luna subió a un columpio y Jughead empezó a empujarla, haciéndola reír.

—¡Si!— Exclamó Luna, feliz, cerrando los ojos con fuerza mientras su padre le daba impulso. —¡Más alto papi!—

—No bebé, así está bien— Contestó Jughead mientras la empujaba. —Si te empujo mas fuerte te vas a asustar—

Betty sonrió, tomando su celular para tomar unas cuantas fotos y un vídeo de lo feliz que era su hija con su madre y su padre, pero los dos juntos.

El hombre al que amaba y su pequeña hija... Un pedacito de ambos.

Luna bajó del columpio y luego fue a jugar en el tobogán, sola. A esa hora no habían muchos niños.

Betty y Jughead se sentaron juntos en un banco a mirar a su pequeña creación jugar.

Jughead suspiró, viendo a su hija jugar sola. —Mirala. Apuesto a que le encantaría tener a alguien más para jugar algún día—

Betty lo miró con una pequeña sonrisa y puso su mano sobre la de él. —Algun dia, Jughead. Algún día te daré a ese segundo hijo que tanto deseas—

 Algún día te daré a ese segundo hijo que tanto deseas—

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Esto es amor 😍 ya queremos que vuelvan 😭❣️


Samy ❤️

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