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—¿Algo que quieras decirles a tu esposa y a tu hija antes de que yo las mate frente a ti?— Preguntó Reinaldo, con Betty y Luna de rodillas ante él y con un arma apuntando las cabezas de ambas.

Era un desastre, el peor miedo de Jughead se había cumplido; Reinaldo y su equipo habían entrado a la mansión, mataron a todos y ahora Reinaldo tenía a Betty y a la pequeña Luna de rodillas, él apuntandolas con su arma mientras Jughead no podía moverse o las mataría enseguida.

—Por favor Reinaldo te lo ruego... Déjalas ir— Suplicó Jughead, llorando de la impotencia.

Reinaldo soltó una risa. —Que divertido, tú lloras. Qué patético y débil eres— Se burló.

—Al menos deja ir a mi hija por favor...— Suplicó Betty, mirándolo, temblorosa.

Reinaldo negó. —Linda Betty... Eres mucho más linda que cuando tenías dieciséis... Pero no puedo hacer eso. Tu esposo debe pagar muy caro todo lo que hizo—

Luna sollozó, temblando. —Papi...

—Sufre, Forsythe— Dijo Reinaldo, riendo como un loco y matando de un disparo en la cabeza a Betty y su hija.

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—Jug... Jughead cálmate, mírame— Pidió Betty, tomando el rostro de su esposo entre sus manos. —Solo es una pesadilla—

Jughead despertó de golpe, alterado, asustado, con la respiración fuera de control y sudoroso. Su corazón golpeaba su pecho como nunca, tanto que pensó que se le iba a salir.

—Jughead tranquilo, estabas teniendo una pesadilla— Le recordó Betty, acariciando su mejilla y mirándolo a los ojos. —¿Qué pasa? ¿Me quieres contar?—

Jughead miró a su alrededor, alterado y luego miró a Betty con alivio, abrazándola con fuerza. —Amor eres tu... Aquí estás amor, estás aquí conmigo— Se separó, mirándola con los ojos cristalizados.

Betty sonrió, acariciando su mejilla y dejando un pequeño beso en sus labios. —Juggie soy yo. Estoy aquí contigo, estamos en Italia con tu padre. ¿Qué tienes?—

Jughead tomó una profunda respiración, volviendo a mirar todo a su alrededor, como si aún no creyese que estaba en Roma y no en Riverdale.

Entonces vió a su esposa frente a él y la abrazó, solo la abrazó y Betty lo rodeó con sus brazos, correspondiéndole.

Ella sintió cómo el mojaba su pijama con lágrimas y entonces se separó para limpiar aquellas lágrimas de sus ojos azules y profundos.

—Jug...— Lo llamó, acariciando su mejilla. —¿Qué pasa?—

Jughead tomó aire, atrapó el rostro de su esposa entre sus manos y la besó con calma y dulzura. Cuando terminó, la miró a los ojos.

—Soñé que las perdía...— Confesó, con la voz quebrada. —A ti, a nuestra hija... Ni siquiera se en dónde estaba nuestro hijo y yo... Tengo demasiado miedo de que algo les pase—

—Ay Jug...— Respondió Betty, sonriéndole levemente y acariciando su mejilla. —No nos perderás, estaremos bien y vamos a salir de esto, estoy contigo—

—Es que siento que no podré protegerlos— Dijo Jughead, mirándola a los ojos. —Esto es más grande que yo mismo. Amor te juro que salí de ese mundo, pero mi padre tiene razón. Una vez que entras no puedes salir—

—Jughead tranquilo, te creo— Aseguró la ojiverde. —Todo estará bien, lo prometo—

—Los niños— Contestó Jughead, levantándose de la cama de inmediato. —Los niños, tengo que ver a mis hijos—

—Jug, los niños duermen en la habitación que les asignaron, ya cálmate, estamos todos bien— Aseguró Betty, levantándose de la cama con el.

—Tengo que verlos con mis propios ojos, no estaré en paz hasta no ver a mis hijos— Exigió, acercándose a la puerta de la habitación y abriéndola.

Betty suspiró y lo siguió hasta la habitación en la que estaban descansando ambos niños. Luna en una cama y el bebé a su lado en una cuna armable, profundamente dormidos.

Jughead se acercó a su hija, verificó si respiraba y luego fue a hacer lo mismo con el bebé, verificando que sus hijos estaban dormidos y estaban bien.

—Jug...— Lo llamó Betty en voz baja. —Jughead está bien, los niños están bien, están dormidos—

Jughead suspiró, acariciando el cabello de la niña que aún dormía y luego volviendo a la cuna de su bebé, solo para mirarlo. —Son mis hijos Betty, nuestros hijos. Son mi sangre, tengo que protegerlos a toda costa. Hay gente muy desalmada ahí afuera a la que no les importaría dañar a una niña de seis años y un bebé de solo tres meses—

—Eso no va a pasar— Negó Betty, abrazándolo por detrás y besando su mejilla. —Vamos a la cama, hay que descansar—

Volvieron a la habitación en la que se estaban quedando durante su estadía en Italia y Jughead estaba sentado sobre la cama, mirando a la nada.

—Amor...— Lo llamó la ojiverde, acercándose y dejando un beso en su mejilla. —Deja de pensar en eso, estaremos bien—

—No puedo permitir que nada les pase, ustedes son la razón de mi existencia— Dijo Jughead, girándose a mirarla. —Te amo—

Betty sonrió, dejando un pequeño beso en sus labios. —Te amo Juggie—

Jughead sonrió y la volvió a besar, pero la besó con un furor y una energía que dejaron a Betty sorprendida.

—Necesito olvidar ese horrible sueño...—  Murmuró Jughead, empezando a besar el cuello de su esposa. —Y necesito sentir a mi mujer para estar seguro de que está aquí conmigo—

Betty jadeó y se sentó a horcajadas sobre su esposo mientras éste seguía chupando su cuello. —Te haré sentirme Juggie...

El le volvió a levantar la remera de la pijama, se podía sentir el calor en aquella habitación. Betty bajó el pantalón de pijama de su esposo, metió la mano entre su ropa interior y sacó su miembro ya erecto de ahí para entonces ella bajar los pantalones de su pijama y bajar sus bragas.

Ella se sentó encima de su duro miembro e hizo que él la penetrara por completo, metiéndose en su estrecho y caliente interior.

El soltó un gemido junto a ella y su excitación empeoró cuando ella empezó a saltar encima de su miembro, haciéndolo penetrarla con fuerza hasta temblar en un orgasmo y hacer venir a su esposo.

Tras esa rápida pero placentera ronda de sexo, se durmieron abrazados, había funcionado. Jughead olvidó aquella pesadilla.

Pero... ¿Y si algo de ahí se cumplía?






 ¿Y si algo de ahí se cumplía?

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Les dije... Los dejaré tranquilos en el capítulo que viene pero no se acostumbren 💀




Samy ❤️

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