En la secundaria, Betty estaba saliendo del edificio después de clases con sus amigos, en entretenidas charlas.
—Fue muy divertida la clase de hoy— Admitió Kevin.
Archie soltó una risa. —Ese profesor está loco, pero es bueno— Admitió.
—Bueno Betty, creo que ya vinieron por ti— Anunció Verónica, mirando hacia el parqueo de la secundaria.
Betty miró hacia la dirección a la que miraba Verónica y una amplia sonrisa apareció en su rostro cuando se encontró con Jughead, quien tenía la ventanilla del asiento del conductor abierta, tenía gafas de sol puestas y su cabello estaba más increíble que nunca, negro y abundante como siempre.
Un largo suspiro se escapó de ella hasta que Jughead tocó el claxon del auto, regresándola a la realidad.
—Será mejor que vallas antes de que ese hombre enloquezca— Sugirió Kevin.
Betty soltó una risa y les dió la espalda a sus amigos para ir con Jughead al auto. —¡Hasta luego chicos!— Se despidió.
Tras despedirse de sus amigos, Betty entró al asiento del copiloto y notó que Jughead estaba demasiado contento, teniendo en cuenta que vivía como si fuera un amargado.
—Jug...— Lo llamó Betty, mirándolo con diversión. —¿Qué tienes?—
Jughead se encogió de hombros mientras conducía. —¿No puedo estar feliz un día? Últimamente ya nadie mete sus narices en mis malditos negocios, nadie me molesta, nadie me enfrenta. Riverdale sigue siendo todo mío—
Betty lo miró. —No entendí casi nada, pero se oye bien—
—Y lo mejor es que eso siga así— Contestó Jughead con diversión, concentrado en el camino.
Llegaron hasta la mansión, en dónde Betty fue a asearse a su habitación y Jughead fue a jugar al billar.
Estaba muy concentrado, apuntando a una bola con el taco hasta que un sonido lo distrajo.
—Sabia que estabas aquí— Admitió Betty, acercándose a él con una pequeña sonrisa.
Jughead rodó los ojos, mirándola. —Arruinaste un buen tiro. ¿Ahora qué quieres?—
—A ti— Contestó Betty, dando unos pasos hasta quedar frente a él.
—Solo quiero un poco de tu atención, has estado ocupado— Admitió Betty, mirando sus labios.
—Y aún así tú has sido la persona a la que más atención le he prestado los últimos días, así que si ya terminaste te puedes...
Betty lo interrumpió con una acción muy inesperada; Lo besó, si, lo besó y no fue un beso pequeño para nada.
Fue un beso que se profundizó cuando Betty tomó el rostro del chico entre sus manos y entonces las lenguas de ambos se juntaron y se sincronizaron.
Si, Jughead no quería que ésto pasara y sabía que estaba mal, pero en el momento no pudo resistirse a los labios más dulces y adictivos que pudo probar jamás hasta que el aire se les empezaba a terminar.
Jughead se separó de golpe y la miró mal. —¿Estás loca? ¡Ya te dije que eso no está bien!—
—¡No me importa!— Respondió Betty, mirándolo fijamente y tomando aire para calmarse. —Se que ya me lo dijiste, pero aún así no te resististe. ¿Me vas a decir que no te gustó?—
—Betty, ya basta— Exigió Jughead, mirándola, serio y dando unos pasos mas cerca de ella. —Apenas cumpliste diecisiete y yo tengo veinticinco. ¿Te das cuenta? ¿Te das cuenta de la diferencia tan importante de edad entre tu y yo?—
—Eso no me importa en lo más mínimo, Jug— Contestó Betty, mirándolo a los ojos. —Hace tiempo que estoy sintiendo cosas raras por ti y es momento de que lo sepas—
—Estas confundida, eso es todo— Aseguró Jughead. —Sea lo que sea eso que estas sintiendo, no está bien—
—Pero... ¿Por qué?— Preguntó Betty, con los ojos cristalizados. —Yo... Yo te quiero, Jug—
Betty se sentó al lado del ojiazul en un sofá y lo miró. —¿Qué tienes para decirme ahora?—
Jughead tomó aire y la miró fijamente. —Betts... Tienes diecisiete años, tienes toda la vida por delante y no puedes perder tu tiempo enamorándote, mucho menos de personas que simplemente no te convienen. Estás en una etapa en la que debes estudiar, aprender, viajar, conocer, disfrutar y cuando llegue el momento correcto llegará ese alguien especial a tu vida que será el indicado para ti. Te escuchará, te apoyará, te dará ánimos y te cuidara sobre todas las cosas. Eso es lo que mereces—
—Pero Juggie...— Contestó la ojiverde, mirándolo. —Quiero que ese alguien seas tu. Tu me escuchas, me apoyas, me proteges con todo lo que tienes y siempre, siempre estás cuidándome. Yo te...
—Betty— La interrumpió, serio. —Créeme cuando te digo que no soy nada de lo que mereces. Soy un monstruo, soy un criminal que tuvo que aprender a arreglarselas por si solo desde joven. Yo solo utilizo a las mujeres para satisfacer mis necesidades sexuales, nunca voy a tener una relación formal con nadie y mucho menos con una niña tan especial y tan pura cómo tu—
Betty negó, con los ojos cristalizados. —Tu no eres un monstruo, eso no es cierto Jug. ¿Por qué no puedes tener ninguna relación formal con ninguna mujer? ¿Te hirieron alguna vez?—
Jughead bajó la mirada. —Soy un monstruo, pero no soy un viejo degenerado y aprovechado. Lo siento Betty, así son las cosas—
Betty lo miró y tomó su rostro entre sus manos hasta que un sonido los hizo separarse de golpe.
Sweet pea se acercó y se detuvo en seco al ver lo juntos que estaban. —Oh... Disculpen... No interrumpí nada... ¿Oh sí?— Preguntó.
—No, para nada— Negó Betty, nerviosa, jugando con su cabello.
Jughead rodó los ojos y se puso de pie, acercándose a su colega. —Sweet pea... ¿Qué ocurre?—
—Jughead... Tenemos algo súper importante que decirte, pero te necesitamos en el cuarto de control, es urgente— Aseguró Sweet pea.
Jughead asintió. —Ya voy para allá. Espero que sean buenas noticias—
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