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Ese mismo día, Jughead no iba a perder tiempo para conseguir información; Por eso se fue junto a Reggie, Fangs, Sweet pea y un pequeño equipo de seguridad a su "guarida".

Esa guarida no era más que una pequeña casa aislada a las afueras de Riverdale, de donde no podía salir ningún ruido. Tenía todas las herramientas de tortura imaginables y difíciles de imaginar.

Todo con el único propósito de torturar personas.

—Le cortamos dos dedos y se los di a mi Rottweiler, puedes cortar los dedos de la otra mano si quieres— Le sugirió Reggie a Jughead, caminando al interior de la guardia a su lado.

—No tan rápido Reggie— Pidió Jughead, con una sonrisa de superioridad. —La diversión aún no empieza—

Jughead llegó a dónde estaba aquel hombre, amarrado, sucio, lleno de sangre y con los ojos cubiertos con un panuelo rojo.

El ojiazul se agachó frente a él con esa sonrisa macabra y lo miró. —¿Te acuerdas de mi, maldita rata?—

Reinaldo soltó una pequeña risa débil. —Forsythe... Qué gusto me da verte, contigo quería... Hablar— Tosió.

—Yo también quería hablar contigo— Aseguró Jughead, tomando aire. —Eres un vil mentiroso. ¿Por qué mataste a los padres de esa chiquilla?—

—Entonces te quedaste con ella— Respondió Reinaldo, con una sonrisa divertida. —No me digas... ¿Ahora te acuestas con menores de edad?—

—¡Tu fuiste quien la trajo hasta acá!— Exclamó Jughead, furioso, tomándolo del cuello con fuerza. —¿¡Por qué!? ¿¡Por qué hiciste todo eso sin mi consentimiento!? ¿¡Tu y cuántos más, maldito imbécil!? ¿¡Qué otras cosas has hecho!?—

Reinaldo solo volvió a reír con dificultad mientras Jughead aún lo agarraba del cuello. —Eres un tonto, Forsythe. ¿De verdad no te diste cuenta?—

—¿Cuenta de que?— Preguntó Jughead, soltándolo y dejando una fuerte golpiza en su rostro. —¡Habla, maldición!—

—De todo muchacho, de todo...— Aseguró Reinaldo. —Del dinero que te he estado robando para... Para poder llevar a cabo mis planes...

—Maldito infeliz... ¿Tu eres el que estuvo robándome todo este tiempo?— Preguntó, sacando su arma.

—Y no sólo eso, no sólo fue el rapto de la adolescente... No sabes cuántas cosas he hecho en tu contra... Cuántos enemigos tienes ahora...— Dijo Reinaldo, soltando una risa.

Jughead soltó un disparo en su brazo, haciéndolo gritar del dolor. —¡Hijo de puta! ¿¡Tu y cuántos más!? ¿¡Tu y cuántos más!? ¡Quiero nombres!?—

—¿Que... Que te hace pensar que... Te lo diré? Ya el daño está hecho, mátame primero— Pidió, soltando una risa muy débil.

—Jug, aún no lo mates— Pidió Sweet pea. —Podemos buscar otra manera de sacarle información—

Jughead bufó y lo tomó del cuello mientras se desangraba. —Dame nombres. ¿Quienes te ayudaron? ¿De cuáles enemigos estás hablando?—

—No te lo... Diré— Se negó Reinaldo.

Jughead llegó al límite de su paciencia y empezó a torturarlo, cortándole otro dedo, tirándole ácido del diablo encima y hasta soltándole otro disparo, pero no habló. 

A pesar de tanta tortura, no habló y junto a su equipo decidió posponerlo para el día siguiente, había sido un día intenso y muy largo y ya estaban cansados todos. Así que descansaban aún frente a la guarida, frente a sus autos deportivos.

—Creo que nunca había sentido tanta necesidad de matar a alguien con mis propias manos— Admitió Jughead, encendiendo un cigarro.

—Este ha sido el día más agotador— Admitió Sweet pea. —¿Qué vamos a hacer?—

Jughead suspiró, soltando el humo de su cigarro. —Yo no se ustedes, pero se me ocurre algo. Ya se lo que voy a hacer para descargar toda ésta tensión—

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Betty despertó en su habitación después de haber dormido casi todo el día. Los suplementos y vitaminas que se tenía que tomar para la anemia le daban un poco de sueño a veces.

Se levantó, tomó una ducha y cuando salió de la habitación e iba caminando por los pasillos, escuchó unos ruidos raros proveniente de una de las habitaciones de huéspedes, por lo que se acercó para escuchar.

—Ahh, si, así, más... Más...— Pidió una mujer entre descontrolados gemidos dentro de la habitación.

Betty hizo una mueca de desagrado y se retiró de ahí, bajando las escaleras y sentandose en uno de los sofás de la sala, con un libro en mano.

Cómo en unos treinta minutos, una mujer alta, pelinegra y delgada bajó las escaleras y atravesó la sala con Jughead tras ella y se detuvo a mirar a Betty con diversión.

—Valla... ¿Quien es ésta niña, Forsythe?— Le preguntó la mujer a Jughead, mirándolo.

Jughead suspiró y la miró. —Ya vete, mucho hice con traerte a mi maldita mansión—

La mujer lo miró con desdén y se retiró de la mansión sin decir nada más. Entonces Jughead se dió cuenta de que tenía la atenta mirada de Betty sobre el.

—¿Y tú qué?— Le preguntó Jughead a la ojiverde.

—¿En uno de los cuartos de huéspedes? ¿Es enserio?— Preguntó Betty con una ceja alzada.

—Niña, yo me cojo a quien quiera en dónde quiera. A mí cuarto yo no llevo a nadie— Aclaró, acercándose. —Y no te sientas mal, pero las mujeres solo sirven para tener un poco de diversión en la cama y ya—

Betty lo miró con desagrado. —¿Por qué piensas eso?—

—Eso no te importa— Respondió Jughead, sonriéndole con maldad y dándole la espalda.

—Jughead— Lo llamó Betty.

Jughead suspiró pesadamente y se giró a mirarla otra vez. —¿Que?—

—Estoy aburrida— Avisó Betty.

—A mí me vale, Betty— Contestó Jughead. —Juega con muñecas, ve caricaturas o algo así, no me importa—

—Tengo dieciséis años, no cinco— Le recordó con molestia.

—Pues a mi no me importa la edad que tengas. Ya déjame en paz— Exigió Jughead, molesto.

—Entonces déjame ir— Pidió Betty, cruzando los brazos.

Jughead soltó una carcajada. —¿Dejarte ir? ¿Sabes que ocurre si te vas? Te van a matar, te van a secuestrar o un lunático va a aparecer y va a violarte. ¿Me entendiste?—

Betty bajó la mirada, jugando con sus dedos. —Si...

Jughead sonrió con superioridad, volviendo a darle la espalda. —Entonces ya sabes. Voy a tomar un baño y voy a descansar, no me molestes mocosa—










 Voy a tomar un baño y voy a descansar, no me molestes mocosa—

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¿Qué creen sobre la actitud de Jughead? ¿Cambiará?






Samy ❤️

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