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Fue una noche muy complicada; Betty no durmió toda la noche, porque se dedicó a llorar a su gato hasta que el cansancio le ganó en la madrugada y durmió por algunas dos horas.

Jughead no se fue del apartamento aunque el cansancio también le ganó y terminó por dormirse en el sofá.

Al salir el sol, Betty y Jughead se prepararon para llevar el cuerpo del gatito a la clínica veterinaria, en dónde le practicaron una necropsia que determinó su muerte.

—Envenenado...— Murmuró Jughead mientras abrazaba a Betty.

—Asi es señor, lo envenenaron y eso le causó la muerte de inmediato. Cuando ustedes llegaron ya debía tener un par de horas muerto— Aseguró el forense veterinario.

—Murió solo, yo no estaba con el— Se lamentó Betty, acercándose al cuerpo sin vida del gato y acariciándolo. —Lo lamento tanto Caramelito... Creo que sí hubiese estado contigo aún estarías con vida—

—Señorita, si usted hubiese estado con el aún así hubiera sido difícil salvarlo— Aclaró el veterinario. —Fue una muerte rápida, calculo unos tres minutos—

—Y no le dió tiempo ni a subir a mi cama. Me siento tan mal... No debí salir, no debí dejarlo solo— Se lamentó Betty, sollozando.

—Nena ven aquí— Pidió Jughead, abrazándola con fuerza y besando su cabeza. —¿Que harás princesa?—

—Quiero que lo cremen— Respondió la ojiverde, sin soltar a su novio.

Cómo lo pidió Betty, el cuerpo de su gatito fue cremado, las cenizas fueron almacenadas en un lindo jarrón con una imagen del minino y entonces Betty volvió a su apartamento en compañía de Jughead, quien nunca, pero nunca la dejó sola.

Betty dejó el jarrón con las cenizas sobre un estante en la sala de estar, el cuál estaba ya junto a unas fotos suyas, de sus padres y algunas fotos del gatito.

—Es increíble...— Murmuró Betty, con el labio temblándole. —Ayer lo tenía en mis brazos y de repente se fue... Algún desalmado tuvo la cobardía de envenenarlo o lo consumió sin querer, no lo sé...

Jughead la abrazó con fuerza una vez más y besó su cabeza. —Bebé... Estoy contigo amor. Yo también lo extraño preciosa—

Betty empezó a llorar una vez más, pero ya había llorado tanto que apenas sí se podía escuchar.

Una vez más las lágrimas de Betty empaparon la camisa de Jughead, pero él estaba cumpliendo con estar con ella en medio de tanto dolor.

—Preciosa, odio verte así— Dijo Jughead, separándose y mirándola. —Apenas has dormido, no has comido nada... Amor necesitas alimentarte, necesitas descanso—

—Es que no puedo...— Se negó, volviendo a abrazarlo mientras aún lloraba. —Mi gato se murió Jug... El estuvo conmigo en mis peores y mejores momentos y era mi compañía siempre que estaba sola. Me duele mucho Juggie... Me duele demasiado, ya no se que hacer con tanto dolor...

Jughead tomó aire, sintiendo cómo las lágrimas bajaban por sus mejillas y la abrazó fuerte. —Tambien me duele muchísimo Betty, aunque no lo parezca no sabes cuánto duele. Tenemos que seguir adelante mi amor—

Estaba siendo demasiado difícil. Si, era un gato, una mascota. Pero todo el que ha tenido una mascota y la ha amado de verdad sabe perfectamente lo que duele perder a ese animalito tan querido que se llevó una parte de tu corazón.

Más tarde, después de lograr que Betty comiera un poco, Jughead se fue de su apartamento, aprovechando que sus amigos le habían hecho una visita para acompañarla durante su duelo y fue a atender un asunto muy complicado.

Penny Peabody, la causante de tanto sufrimiento.

El ojiazul condujo hasta el mismo callejón al que fue la vez pasada en el lado sur y ahí estaba Penny, con su sonrisa de cero remordimiento después de haberle arrebatado la vida a un ser inocente.

—Debería darte mucha vergüenza Penny— Aseguró Jughead, bajando de su auto y acercándose a ella, enojado. —No podías haber caído más bajo—

Penny rodó los ojos. —Por favor... Era solo un gato. He hecho cosas peores—

—Eres una maldita basura Penny. Y me vale que seas mujer, no mereces una pizca de respeto. ¿Que tenía que ver ese gatito con tus cosas? ¿Quitarle la vida así a ese pequeño? ¿Qué no tenías nada mejor que hacer?— Reprochó Jughead, muy enojado.

—Ash, cómo cansas Forsythe... He hecho cosas peores, cálmate. El gato estaba frente al apartamento de su dueña y como no había nadie le di comida— Se justificó Penny. —Además... Agradece que no fue a tu novia a quien...

—¡Te atreves a tocarle un pelo a ella y te juro que te mato! ¡No quiero que la menciones!— Exigió Jughead, furioso.

Penny soltó una risa. —Muy bien Jughead. ¿Ya ves cómo sí te importa esa chiquilla? Escucha, ya me estoy aburriendo. O me das lo que quiero o la próxima en mi lista de víctimas será ella— Aseguró.

Jughead suspiró y no sabía qué hacer, estaba entre la espada y la pared; O le entregaba todo a Penny o perdía a Betty.

Tenía que tomar una decisión.

—Dame una semana— Pidió Jughead. —Dame una semana y haré todo lo que me pediste, solo necesito arreglar algunas cosas—

Penny sonrió con maldad. —Muy bien Jughead. Estás aprendiendo muchachito. Te doy una semana, pero no te doy más tiempo. Y si veo que estás tardando iré directo hacia tu novia y ya sabes lo que podría pasar—

—Solo no la menciones ni la involucres en esto por favor— Suplicó Jughead. —Esa es mi última petición— Avisó, dándole la espalda para entonces retirarse de ahí.

—¡Una semana Jughead!— Le gritó Penny, viéndolo subir al auto. —¡Realmente no te conozco, ahora eres un blandito, eres débil Forsythe!—

Jughead suspiró, enojado y encendió el auto para irse al apartamento de Betty. Él no había tocado su mansión desde ayer, pero antes tenía que asegurarse de que estaba bien tras la muerte de su gato.

Tenía demasiados sentimientos encontrados; Nunca en su vida llegó a imaginar que sentiría tanto dolor por la muerte de la mascota de alguien más o que ese alguien más le importara tanto hasta el punto de asustarle.


















Viene mucho dolor y sangre 😿🩸

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Viene mucho dolor y sangre 😿🩸






Samy ❤️

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