Luna se quedó casi una semana internada mientras trataban su caso de neumonía: Sus padres estuvieron con ella todo ese tiempo, juntos.
Tras esa semana, la niña se recuperó y pudo regresar con su madre a su apartamento. Jughead la visitaba hasta tres veces en un solo día, pendiente de su hija y de su tratamiento.
Entonces después de esa semana pasó un mes más en el que Betty y Jughead estuvieron más pendientes que nunca a su hija, pero ya ésta se había recuperado.
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Betty estaba en la empresa con su hijita, pero ya casi era hora de irse. Las dos salieron de la oficina tomadas de manos mientras conversaban.
—Mamita... ¿Qué vamos a hacer ahora?— Preguntó la menor.
Betty la miró y se encogió de hombros. —No sé mi vida. Lo que quieras, supongo—
—¡Betty, bebé!— Chilló Cheryl, acercándose.
—¡Tia!— Exclamó Luna, corriendo a abrazarla.
—Mi angelito hermoso...— Murmuró Cheryl, tomándola en sus brazos y besando su mejilla.
—Cher...— Saludó Betty con un beso en la mejilla. —¿Y Toni?—
—En el auto con nuestro hijo— Respondió la pelirroja. —Vine a pedirte permiso para llevar a Luna con nosotros a unas actividades que planificamos con Dale—
—¡Si mami, di que sí!— Suplicó Luna, emocionada.
Betty suspiró. —Sabes que a tus tías no les digo que no. Cualquier cosa, estaré en casa—
Cheryl chilló, emocionada. —Pues en la noche te la regreso, adiós— Se despidió, dándole la espalda para retirarse.
—Pórtate bien mi vida, te amo— Le dijo Betty, lanzandole a su hija un beso al aire.
—¡Adiós mami!— Se despidió la niña con una sonrisa mientras era llevada por Cheryl.
Betty sonrió y cuando dió la vuelta para regresar a su oficina a hacer una última cosa, se encontró cara a cara con Marco y sonrió.
—Hola Marco— Lo saludó Betty con una sonrisa. —¿Todo bien?—
—Aun mejor ahora que te veo— Aseguró. —Vine a proponerte algo—
Betty alzó una ceja. —¿Qué cosa?—
Marco suspiró. —Yo... Mañana si no tienes algún impedimento me gustaría salir contigo. Te llevaré a cenar y por la niña no te preocupes, podemos llevarla con nosotros—
Betty hizo un silencio, sin saber que decir. —Yo... Bueno... Mañana mi hija estará todo el día con su papá, así que estaré libre. Puedo aceptar tu invitación—
Marco abrió los ojos con ilusión. —¿Entonces aceptas?—
Betty asintió con una sonrisa. —Si... Acepto—
Marco sonrió, tomando su mano y besándola. —Será un honor cenar contigo bella Elizabeth, hasta mañana. Hoy tengo un compromiso familiar—
Betty sonrió. —Hasta mañana Marco—
Tras despedirse de Marco, Betty salió del edificio, subió a su auto y condujo a su ahora solitario apartamento, solo con su gato que pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo.
Entró, se cambió de ropa a algo más cómodo y se sentó a usar su celular sobre el sofá de la sala hasta que alguien tocó la puerta.
Betty se puso de pie y se acercó a la puerta principal. —Cheryl... ¿Eres tu?—
—No... Soy el padre de tu hija— Contestó la voz de Jughead desde afuera.
Betty abrió la puerta y lo miró. —Hola Jughead. Luna no está, perdón por no decirte pero Cheryl y Toni se la llevaron—
—Oh...— Respondió Jughead, un tanto sorprendido. —Bueno... Quería verla pero después de todo estaremos juntos mañana todo el día. Pero si está con las chicas y con Dale no tengo ningún problema—
—Si... Para la próxima te aviso con más anticipación, es que últimamente estoy un poco estresada, es todo— Dijo Betty.
—Tambien yo— Admitió Jughead.
Se miraron a los ojos un momento y una tensión extraña apareció entre ellos. Pero era una tensión que no experimentaron antes. Sus miradas comunicaban algo y ellos lo sabían.
Betty aclaró su garganta, mirándolo. —Igual puedes pasar si quieres. Hay galletas y limonada—
Jughead alzó una ceja. —¿Estás segura?—
—Pero claro— Aseguró la ojiverde. —Jug... Pase lo que pase tenemos una hija en común y hay que llevarnos bien—
Jughead asintió. —Tienes razón. Ya que insistes... También quiero ver a Caramelo—
El ojiazul entró al apartamento, Betty le sirvió galletas y limonada y Caramelo estaba contento, maullando y sin querer separarse de Jughead.
—Yo también te extrañé amigo— Dijo Jughead, acariciando al gato. —Valla... Esas galletas me hicieron recordar cuando nos quedábamos en tu apartamento—
Betty sonrió con nostalgia, sentándose a su lado. —Si... Solo que las hice en forma de animalitos, así le gustan a Luna. Mi bebé me hace una falta horrible—
—¿Qué puedo decir?— Preguntó Jughead, mirándola. —No puedo evitar pensar que después no será nuestra pequeña. Va a crecer, será adolescente...
—No me lo recuerdes— Pidió Betty, divertida. —Si sale también con tu carácter estoy perdida—
Jughead soltó una risa y entonces ambos se miraron, pero esas miradas reflejaban tantas cosas que era difícil decifrarlo.
Entonces ellos empezaron a dejarse llevar por sus impulsos y dejaron de lado el razonamiento; se acercaron, acercaron sus rostros y sus labios tanto que los unieron.
Si, se estaban besando. Unieron sus labios, sus lenguas se encontraron y al parecer se habían extrañado, porque ese beso se volvió violento y feroz.
Tenían ya tanto tiempo sin tocarse o besarse así que esto era como un alivio, un escape para ellos.
Tuvieron que separarse del beso cuando el aire se les acabó y se miraron, volviendo al mundo real y dándose cuenta de lo que estaban haciendo.
—Jughead... ¿Qué fue lo que acabamos de hacer?— Preguntó Betty, sonrojada.
Jughead negó, agitado. —No lo sé, pero no me quiero detener. Betty... Te necesito, necesito tu cuerpo, necesito sentirte a ti al menos una última vez—
Betty no dijo nada y solo lo atrapó en otro beso feroz, sentándose a horcajadas encima de él.
Un desenfreno de hormonas los estaba golpeando a ambos, provocando que sus niveles de excitación se incrementaran de una manera increíble.
Betty sintió ese bulto debajo de ella y ese roce entre sus sexos aún con todo y la ropa la excitaron tanto que la habían hecho mojarse.
Jughead se separó, muy agitado y la miró a los ojos con lujuria. —A tu habitación...
Algo fuerte está a punto de pasar aquí 😏🔥🔥Samy ❤️
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PROHIBITED
FanfictionJughead Jones, un millonario frío, orgulloso y sin sentimientos que un día podría correr peligro... De enamorarse y enfrentar un romance prohibido.