Betty y Jughead desayunaron juntos, como lo pidió el ojiazul. Cuando Betty se terminó su taza de café, se puso de pie y una vez más buscó el frasco de pastillas anticonceptivas cuando su esposo se le acercó.
—Amor... Ve a despertar a la niña para que se aliste y valla al colegio— Pidió Jughead. —Creo que la escuché llamarte a ti—
—Oh, está bien— Aceptó la ojiverde, dejando el frasco de pastillas a un lado y dirigiéndose a las escaleras.
Jughead soltó un profundo suspiro mientras su esposa subía las escaleras y se dirigía a la habitación de la pequeña.
Ahí la niña dormía plácidamente sobre su cama, con el gato al lado. Betty sonrió, abriendo la puerta y entrando a la habitación para acercarse a su pequeña.
—Amor despierta, vamos al colegio bebé— Murmuró Betty, llenándola de besos. —Vamos amor, despierta, ya es de día—
Luna abrió lentamente los ojos y se sentó sobre la cama, frotándose un ojo. —Mami... ¿Ya es de día?—
Betty asintió, dejando un beso en su frente. —Asi es amor. Y es hora de levantarse e ir al colegio—
Betty ayudó a la niña a alistarse y poco después bajaron las dos a la cocina, en dónde las esperaba Jughead.
Jughead se sentó en la mesa a acompañar a su hija mientras ésta desayunaba y Betty buscaba sus pastillas, pero no las veía en ningún lado.
—Jug...— Lo llamó Betty desde la cocina, buscando en el piso.
—¿Si amor?— Contestó, tomando una fresa y dándosela a su hija con una sonrisa. —Eso es mi amor—
—¿Has visto mis pastillas?— Preguntó.
—No preciosa, debieron caerse o algo así— Opinó Jughead, tomando otra fresa. —Abre grande bebé, ahí viene otra—
Luna soltó una risa. —Papi ya no soy un...
Jughead la cayó, colocando la fresa en la boca de su hija. —Shh... Termina tu desayuno—
Betty sonrió, viendo ese juego entre su esposo y su hija. Ellos dos tenían una conexión padre e hija única desde antes de que la pequeña naciera y casi nada había cambiado.
Jughead tomó en brazos a su hija, la llevó hasta el auto para llevarla al colegio, él tomó el asiento del copiloto y Betty iba a conducir otra vez.
Al llegar al colegio, la niña les dió un beso en la mejilla a sus padres y se dirigió feliz al interior del colegio bajo la atenta mirada de sus padres, quienes no dejaron de mirarla hasta que ella no estuvo segura dentro del colegio.
—Nuestra bebé grande... Ya no tenemos bebé— Se quejó Betty con diversión, mirando a su esposo.
Jughead sonrió. —Te equivocas, Luna siempre será mi bebita—
—Nuestra— Lo corrigió Betty, besando sus labios. —Vamos a casa, nuestra bebé estará bien—
Jughead asintió con una sonrisa y su esposa condujo hasta la mansión, ya que le tocaba trabajar en la tarde y su esposo tenía la agenda poco ocupada hoy.
Al llegar a casa, Betty se estaba volviendo loca buscando su frasco de pastillas anticonceptivas mientras Jughead usaba su computadora tranquilamente sobre el sofá.
—Maldición... ¿Dónde pude haberlas metido?— Preguntó Betty, dando vueltas por la cocina y dirigiéndose a la sala para acercarse a su esposo. —Juggie... ¿Realmente no has visto mis pastillas?—
—No amor, no he visto nada— Respondió Jughead, aún pegado a su computadora.
—Tendré que ir a la farmacia a conseguir otras si no las encuentro— Admitió Betty.
Jughead la miró y se puso de pie, acercándose a ella. —No preciosa, no hagas eso. ¿El otro frasco de pastillas no estaba entero?—
—Si— Afirmó Betty, rodando los ojos. —Pero Jughead... Si no las encuentro y no me las tomo voy a quedar embarazada y no quiero—
—Pero eso no sería tan malo— Opinó Jughead.
Betty lo miró con una ceja alzada. —Un momento. Tu estás actuando muy raro desde muy temprano. ¿Tuviste algo que ver con la desaparición de mis malditas pastillas?—
Jughead suspiró. —Claro que no, Betty. Mira... Estás volviéndote loca y no quiero que uses ese lenguaje—
Betty soltó una risa. —Entonces ahora eres mi padre. Jughead... Dame las pastillas—
—Ya te dije que no se nada— Aseguró Jughead, irritado.
—En alguna parte debes tenerlas, dámelas— Exigió Betty, empezando a revisar sus bolsillos.
—¡Betty no hagas eso!— Exclamó Jughead, tomándola de los brazos con fuerza, molesto.
—¡Oye suéltame!— Contestó Betty, intentando soltarse de su agarre sin éxito.
—¡Ya cálmate Betty por favor, estás loca!— Gritó Jughead, sin soltarla.
Entre tanto forcejeo, algo cayó al piso, saliendo de los bolsillos del pantalón de Jughead y cuando Betty miró, era su frasco de pastillas anticonceptivas.
Jughead sí las tuvo todo este tiempo.
—Forsythe Pendelton Jones III...— Lo llamó Betty, seria, tomando el frasco de pastillas y mirándolo. —¿Qué significa esto?—
Jughead tomó aire. —Betts... Puedo explicártelo—
—¡Escondiste mis anticonceptivos porque quieres dejarme embarazada en contra de mi voluntad!— Lo acusó Betty, furiosa. —¡Estás enfermo Jughead!—
—¡Tener otro bebé es la única manera de arreglar nuestro matrimonio!— Aseguró Jughead, dando unos pasos mas cerca de ella. —¡Nuestro matrimonio está dañado y lo sabes Betty!—
—¡Esa no es la manera!— Negó Betty, con los ojos cristalizados, mirándolo. —¡Si yo no deseo tener otro bebé tienes que respetar mi decisión, pero eres egoísta y solo piensas en ti! ¡No tomas enserio mi opinión ni un momento!—
—¡Aquí la única egoísta eres tú!— Se defendió Jughead, furioso. —¡Le estás negando a nuestra hija el hermanito que tanto quiere y me estás negando a mi el sueño de otro hijo! ¡Y por si no fuera suficiente andas viendo hombres en la calle y no respetas lo que queda de nuestro matrimonio!—
Betty abrió su boca, indignada. —¡Estás loco! ¡Eres un cínico, celoso, tóxico, egoísta, manipulador... Eres exasperante Jughead ya me tienes harta!—
—¡Si te tengo tan harta entonces vete con el tal Michael ese!— Contestó Jughead, irritado.
—¡Es Marco y hasta ahora ha demostrado tener más control sobre sus emociones que tú idiota!— Le gritó.
Jughead gritó con ira y tomó un cojín para despedazarlo, furioso y totalmente fuera de sí.
Betty negó, llorando mientras veía como su esposo volvía a esa vieja costumbre que tanto miedo le daba.
Las cosas iban de mal en peor y claro que iban a empeorar.
No me maten 😭 viene dramaaaSamy ❤️
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PROHIBITED
FanfictionJughead Jones, un millonario frío, orgulloso y sin sentimientos que un día podría correr peligro... De enamorarse y enfrentar un romance prohibido.