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Ya en casa, Betty y Jughead estaban iniciando un reto nuevo; Estar criando a dos niños y no sólo a uno, ahora tenían a un recién nacido y por suerte sus familiares se iban a quedar la primera semana mientras éstos padres de dos se adaptaban a ésta nueva experiencia.

Pero el peligro los acechaba y la batalla final se acercaba sin que ellos se dieran cuenta.

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Era temprano cuando Jughead fue hasta la cocina y su suegra se estaba sirviendo el desayuno. Jellybean estaba afuera con su sobrina, esposo y padre y Hall estaba haciéndose cargo del gato.

—Buenos días Alice— Saludó Jughead, acercándose.

Alice se giró a mirarlo y sonrió. —Buenos días Jughead. ¿Qué tal su noche con mi nieto?—

Jughead suspiró. —Terrible. Dormimos cuatro horas. Entre los dos estuvimos con el bebé y nos dimos turnos para descansar—

Alice asintió. —Ay Jughead... ¿Mi hija está dormida?—

—Está dándole el pecho al bebé, vine a buscar su desayuno— Dijo Jughead.

—Ah, claro— Contestó Alice. —No sabes el gusto que me da saber que mi hija está bien cuidada contigo. Eres un padre y esposo grandioso—

—No es tanto eso— Respondió Jughead mientras servía el desayuno de su mujer en una bandeja. —No es que yo sea el mejor padre o el mejor esposo. Es mi deber. Es mi deber cuidar de mis hijos y es mi deber cuidar de mi esposa, son mi familia—

Alice sonrió. —Que suerte la de mi hija—

Jughead asintió, tomando la bandeja con fruta picada, pan tostado, panqueques y jugo de naranja. —Nos vemos en un rato— Avisó.

El ojiazul subió a la habitación que compartía con su esposa, entró en silencio y cuando se acercó, la ojiverde tenía al niño contra su pecho, intentando dormirlo.

Betty estaba cansada e incluso algo adolorida, pero tener a su bebé recién nacido entre sus brazos, contra su pecho, sintiendo su corazoncito y su diminuto cuerpecito...

Ella sabía que su hijo Oliver no iba a ser un bebé por siempre, por lo que cada segundo con su pequeño siendo aún un bebé era oro para ella.

—Amor, hola— Saludó Jughead en voz baja, entrando a la habitación. —¿El bebé se durmió?—

—Estoy intentando dormirlo— Respondió la ojiverde. —No durmió nada. Apenas me dejó tomar una ducha caliente—

—Descuida amor, si no se duerme voy a sostenerlo un momento. Te traje tu desayuno— Avisó Jughead, sentándose al borde de la cama con la bandeja que contenía el desayuno de su esposa.

—Pero Jughead... ¿Tu ya desayunaste?— Preguntó Betty.

—No puedo hacerlo sin que tú lo hagas primero amor— Respondió el ojiazul, tomando un pan tostado y acercándolo a su esposa. —Necesitas mucha energía—

Betty sonrió, empezando a tomar el desayuno que le estaba dando su esposo mientras ella aún sostenía al bebé y en eso entró Luna a la habitación en total silencio y ya lista para ir al colegio.

—Hola mami y papi— Saludó la pequeña, acercándose a besar la mejilla de su padre y la de su madre para luego mirar al bebé con una sonrisa. —Hola hermanito bebé—

—Mi princesita...— Dijo Betty, sonriéndole. —Veo que ya estás lista para la escuela mi vida—

—La tía Jellybean me llevará a la escuela. Siempre quise que mi tía me llevara a la escuela— Admitió la menor, contenta, acercándose a dejar un beso en la cabecita del bebé.

—Dale un beso a papi antes— Exigió Jughead.

Luna rodó los ojos y dejó un beso en la mejilla de su padre. —Te amo mucho papito—

—Y yo a ti mi dulce princesa— Respondió Jughead con una sonrisa y una mirada llena de amor.

—Hola...— Saludó Franco en voz baja, asomándose a la puerta abierta. —Peque, tu tía te espera para ir a la escuela—

—Está bien tío Franco. Adiós mami y papi y hermanito bebé— Se despidió la pequeña.

Franco tomó la mano de la niña para guiarla por el pasillo y Betty miró a su esposo con una sonrisa divertida.

—Si el y Jellybean llegan a tener a sus hijos, el será un buen papá— Aseguró la ojiverde.

—No— Negó Jughead, tomando un trozo de panqueque. —Abre solo para desayunar y no hables—

—Juggie...— Lo llamó Betty para molestarlo. —Son esposos. En cualquier momento pueden...

—Abre y toma tu desayuno— Exigió Jughead con diversión.

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Estaba cayendo la noche, casi todos se habían ido a dormir y Jughead llevó a dormir a su pequeña a la habitación.

Al salir de ahí, el bebé estaba llorando en la habitación, en brazos de su madre, fuera de control.

—Valla... Ese chico sí que está malhumorado— Admitió el ojiazul, entrando a la habitación. —Preciosa... ¿Que pasa?—

—No lo sé— Respondió la ojiverde, poniéndose de pie con su bebé llorando en sus brazos. —Lo cambié, lo volví a alimentar y aún llora—

Jughead suspiró. —Dámelo, veré qué puedo hacer—

—¿Estás seguro?— Le preguntó la ojiverde a su esposo.

—Betts... También es mi hijo— Le recordó. —Somos un equipo amor. Lo recuerdas... ¿Verdad?—

Betty asintió, dejando al bebé en brazos de su esposo. —Tienes razón. Pero... ¿Yo qué voy a hacer?—

—Descansar— Respondió Jughead, besando su frente. —Te amo, acuéstate un rato, yo me encargo—

Betty acató las órdenes de su esposo, se acostó en la cama y cayó profundamente dormida, sí estaba agotada.

Jughead, por su parte, fue con el bebé llorando en sus brazos hasta la sala, encendió una pequeña lámpara y empezó a mecer al recién nacido en sus brazos.

—Shh... Hijo... Ya, está bien, estás con papi campeón— Le dijo Jughead, besando su frente. —Shh... Está bien, está todo bien amiguito—

El niño dejaba de llorar de a poco y se dedicó a observar a su padre con sus grandes ojos verdosos, atentamente.

Jughead sonrió, teniendo a su hijo tan pequeño, inocente y frágil entre sus brazos. —Eso es amiguito, soy papá. Escúchame, no hay motivo para llorar o tener miedo. Papá te cuida—

El bebé dejó de llorar, pero a Jughead le esperaba una noche larga con su pequeño recién nacido.

Y le esperaba un gran tormento más adelante.













Todo muy tierno pero prepárense 👀

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Samy ❤️

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