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Una semana más tarde, Betty y Jughead apenas se hablaban cuando se trataba de su hija; Sólo por su hija, porque la tensión entre ellos era demasiada, no veían manera de una posibilidad de reparar su relación, su matrimonio.

Betty pasaba mucho tiempo con Marco, pero Jughead pasaba mucho tiempo con su trabajo por intenciones de distraerse y también se estaba centrando en su pequeña hija, igual que Betty.

Pero Luna no lo estaba disfrutando, Luna ya estaba cansada de dividirse con sus padres, las cosas ya no eran como antes.

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Betty estaba en su oficina, trabajando mientras su hija le hacía compañía, sentada a su lado.

—Mami...— La llamó Luna mientras jugaba con una plastilina.

—¿Qué sucede amor?— Le preguntó Betty, sin desviar su mirada de la computadora.

—¿Te falta mucho?— Le preguntó.

—No bebé, ya casi nos vamos— Aseguró la ojiverde. —Dejame adivinar. ¿Tienes hambre?—

—Si— Afirmó.

Betty sonrió con diversión y tomó la mochila de su hija para sacar su lonchera. —Ahí tienes—

—Gracias mami— Agradeció la niña, abriendo la lonchera para sacar sandwiches.

Betty sonrió y besó su cabeza. —Mi pequeña devoradora. No te preocupes amor, ya casi termino—

—Con permiso, buenos días— Saludó Marco, entrando a la oficina con dos ramos de flores amarillas en mano.

Betty levantó la mirada y sonrió. —Hola Marco—

—Hola Marco— Contestó Luna, aún devorando su sandwich.

—Traje esto para ustedes— Avisó Marco, tendiéndole un ramo de flores a Betty y otro a la niña.

Betty sonrió y lo miró. —Marco, no era necesario—

—Claro que lo era— Aseguró el hombre. —Ustedes merecen ser protagonistas, no espectadoras—

—Gracias, que lindas— Agradeció la niña con una sonrisa.

—Gracias Marco, es un gesto muy lindo—  Admitió Betty.

—Bueno... Nos vemos más tarde hermosas— Se despidió Marco, retirándose.

—Adios— Contestó Betty, soltando un suspiro.

Luna empezó a jugar con sus flores. —Papi también nos daba flores—

—Si...— Admitió Betty, con la mirada baja. —Bueno... Voy a continuar, así podremos irnos pronto—

Luna asintió y como había dicho Betty, en un rato pudieron salir del edificio e ir a su apartamento.

Cuando llegaron al apartamento, Betty ayudó a su hija a tomar un baño y después ella tomó uno, ambas tomándose un tiempo para ellas, relajadas.

—Mami... ¿Por qué tú tienes el cabello rubio y yo lo tengo negro?— Preguntó Luna mientras su madre la peinaba frente al espejo.

—Porque tu te pareces más a tu papá que a mi— Respondió la ojiverde, aún peinandola.

—Mami... ¿Marco es tu novio?— Le preguntó.

Betty abrió los ojos como platos. —Amor, claro que no. ¿De dónde sacas eso?—

—Porque te da flores como hacía mi papá y te trata bien— Opinó la menor.

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