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Al día siguiente, era temprano y Betty no podía más con el aburrimiento; Daba vueltas una y otra vez alrededor de toda la mansión, especialmente frente a la oficina de Jughead.

Jughead estaba usando su laptop en su oficina y escuchaba con tanta constancia los pasos de Betty cerca que se hartó.

—¿Podrías dejar de dar tantas vueltas?— Preguntó Jughead, soltando un suspiro y poniéndose de pie, saliendo al pasillo y encontrándose con Betty. —¿Qué demonios tengo que hacer para que te quedes quieta?—

Betty lo miró. —Estoy aburrida—

—Eso a mi no me importa— Respondió Jughead, serio. —Ponte a ver caricaturas o haz algo, no se—

—No quiero— Se negó Betty, cruzando los brazos.

Jughead rodó los ojos. —Esta niña me va a sacar canas verdes. ¿Sabes que? Ya sé lo que voy a hacer contigo—

Betty lo miró con miedo. —¿Que... Qué harás?—

—Te voy a enviar a la escuela— Respondió Jughead.

—¿Qué?— Preguntó Betty, incrédula. —¿Enviarme a la escuela?—

—¿Ahora eres sorda?— Preguntó Jughead. —Te voy a enviar a la escuela secundaria del pueblo. Es Riverdale High, es la manera más inteligente y productiva de deshacerme de ti por un rato al menos—

—¿De... De verdad harás eso?— Preguntó Betty, contenta.

—Claro, por los documentos no te preocupes. Dame toda tu información personal, se la paso a Sweet pea y tus documentos estarán listos en un rato. ¿En qué grado te quedaste?—

—Tercer grado— Contestó Betty.

—Ven aquí— Pidió Jughead, dándole la espalda y retirándose a su oficina.

Betty siguió al ojiazul hasta su oficina y se sentó frente a su escritorio para dar toda la información que se necesitaría para preparar sus documentos.

—Eso es todo lo que necesitaba— Aseguró Jughead, usando su laptop. —Sweep pea dijo que en dos horas todo estará listo—

Betty asintió. —Entonces... ¿Ya?—

—Si, ya puedes irte— Autorizó Jughead.

—¿Y si no quiero?— Preguntó Betty, mirándolo.

Jughead suspiró y la miró, serio. —No tengo tiempo para tus juegos, niñita. Ahora vete—

—No soy una niña— Negó Betty, molesta.

—Pero tampoco una adulta— Le recordó Jughead, con una sonrisa sarcástica. —Ahora lárgate y déjame trabajar—

—¿En qué trabajas?— Le preguntó Betty, con una ceja alzada.

—Eso no te incumbe— Respondió Jughead, poniéndose de pie. —Y si me disculpas, voy a salir—

—¿A dónde?—

—Que no te importa— Dijo Jughead, molesto, poniéndose de pie. —Fuera de mi oficina, ya me voy—

Betty rodó los ojos y salió junto a Jughead de la oficina. Ella lo vió salir de la mansión, entrar a su auto deportivo azul y marcharse.

Se preguntaba a dónde iba y a qué se dedicaba.

Lo que no sabía, era que quizá preferiría no saberlo.

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¿Entonces a dónde había ido Jughead? A su guarida para tortura humana. Allá estaban esperándolo Fangs, Sweet pea y Reggie junto a un pequeño equipo de seguridad. Intentarían sacarle más información a Reinaldo, si es que seguía vivo después de todo lo que le hicieron el día anterior.

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