—¡Betty!— La llamó Jughead, furioso, tocando la puerta con insistencia desde el exterior del apartamento. —¡Abre la puerta en éste instante y déjame ver a mi hija Betty!— Exigió.
Luna abrió bien grandes los ojos, emocionada. —¡Es papi!—
Betty se maldijo por lo bajo y miró a su pequeña. —Amor quédate aquí, voy a hablar con tu papá—
—Pero mami... Yo quiero ver a mi papá— Pidió la menor.
—Ahora no mi vida, mami debe tener una conversación de adultos con papi. Quédate aquí y juega con el gatito— Dijo Betty, saliendo de la habitación.
Luna suspiró, bajando la mirada y sentándose al borde de la cama. —Está bien...— Murmuró.
Betty tomó una profunda respiración y aún entre las cosas que aún no había organizado en su antiguo apartamento caminó hasta la puerta principal con las manos temblorosas, sabiendo la ira que venía.
—¡Betty!— Gritó el ojiazul, tocando con fuerza e ira la puerta. —¡Abre la maldita puerta!—
Betty puso su temblorosa mano sobre la manija de la puerta y la abrió lentamente, encontrándose con un Jughead rojo de la ira y tembloroso de la impotencia, con las venas más marcadas que nunca.
—Jughead...— Lo llamó Betty, retrocediendo unos pasos. —Antes de que digas algo quiero que sepas que...
—Te fuiste de la mansión— La interrumpió Jughead, furioso. —Te vas sin avisar, sin decir nada y encima te llevas a mi hija. ¡Mi hija, Betty! ¿¡Con cuál derecho te vas sin decir nada y te llevas hasta al gato contigo!? ¡Respóndeme!—
—¡Ya cierra la maldita boca imbécil! ¡Si me fui era porque ya estaba harta de ti, de tu actitud y de tus celos!— Contestó Betty, furiosa. —¡Ya me cansé de que me trataras como un objeto como te diera la maldita gana, no quiero estar ni un segundo más en la misma casa que tú!—
—¡Esa no era la manera!— Le gritó Jughead, tomándola del brazo y mirándola con furia. —¡No podías llevarte a mi hija, es mía! ¡Dámela en este momento!—
—¡Sobre mi cadáver te la llevas, está mil veces más segura conmigo que contigo criminal, asesino, egoísta, engreído, tóxico y grandísimo idiota!— Lo insultó, tratando de soltarse de su agarre. —¡Suéltame, ni mi hija, ni yo y ni el gato nos iremos contigo!—
—¡Ya me estás cansando Betty, te vas a casa conmigo ahora!— Exigió el ojiazul, tirando de su brazo.
—¡Suéltame!— Contestó Betty, tratando de soltarse.
—¡Papá!— Lo llamó Luna, corriendo hacia ellos y mirándolos con miedo. —¡Papá, ya suelta a mi mamá, no le pegues papi, no le pegues!— Exigió, empezando a llorar.
Betty y Jughead se quedaron inmóviles, el pelinegro la soltó de inmediato y los dos se quedaron mirando a la niña, sin saber qué hacer o qué decir.
Betty tomó aire y quiso ser la primera en hablar. —Bebé... Papi no le estaba pegando a mami, nunca lo haría—
Jughead aclaró su garganta y miró a su hija. —Aquí no ha pasado nada amor, tranquila hija. Papi nunca le haría nada a mami—
Luna sollozó. —Pero... Pero los escuché gritar y me dió mucho miedo. No me gusta que peleen, Pero ahora siempre pelean y me da muchísimo miedo, no quiero—
Betty suspiró, acercándose a su hija y tomándola en sus brazos. —Ya mi amor, ya no llores. No ha pasado nada bebé. Ya...
Luna rompió en llanto en brazos de su madre. Si... Sus peleas le daban mucho miedo y ella no sabía cómo reaccionar cuando sus padres se gritaban cosas.
—Ya hija, ya... Mami está aquí princesa— La calmó Betty, con ella llorando en sus brazos y mirando mal al ojiazul. —Ya lárgate por favor...— Susurró.
Jughead las miró, viendo lo asustada que estaba su pequeña y la dedicación de Betty para calmar su llanto.
Les estaba haciendo daño y lo sabía.
Jughead simplemente dió la espalda, cerró la puerta tal y como estaba y se fue sin más, solo así.
Se fue sin mirar atrás, subió a su auto y allá rompió a llorar como un niño más, como cuando tuvo que cortar con Betty por las amenazas de Penny.
Pero ahora era peor, su matrimonio se estaba derrumbando y sus peleas estaban lastimando a su pequeña princesa, su bebé, su hijita...
Se sentía demasiado mal, por lo que iba a desahogarse de la única manera que conocía y que se le ocurrió en ese momento.
Condujo hasta un bar de mala muerte en el lado sur, estacionó su auto y cuando bajó, todos los que estaban murmurando o hablando hicieron silencio.
Jughead había hecho historia en todo el lado sur. Bueno... En todo el pueblo y fuera de él.
Por eso, cuando llegaba a algún lado todos temían, todos hacían silencio y solo lo observaban sin decir mucho o eso les costaría la vida.
Jughead se acercó al mostrador del bar, haciendo que el que lo atendía diera un pequeño salto del susto. —Escucha... Quiero un trago, el más fuerte y caro que tengas— Pidió.
El hombre asintió, tendiéndole una botella y un pequeño vaso de vidrio del mostrador. —Me sorprende verte por aqui—
—A mi también me sorprende verme por aquí— Admitió el ojiazul, llenando el pequeño vaso y tomándoselo de un trago.
Otro hombre mucho más grande y fuerte se sentó al lado de Jughead, mirándolo. —Forsythe...
Jughead lo miró con una ceja alzada. —¿Tu que haces aquí? Te dije que no quería volver a verte en éste lugar—
Éste soltó una risa. —Si claro... Tu te fuiste y nunca más volviste. Escuché que te convertiste en papá—
Jughead se puso rápidamente de pie y lo tomó de la camisa, mirándolo con ira. —Mencionas a mi hija al menos una vez y eres hombre muerto imbécil...
¿Qué estaba haciendo la niña por la cuál Jughead movería cielo, mar y tierra? Estaba casi dormida, con su mamá y su gato junto a ella, calmándola.
—Shh... Ya amor, ya pasó. Duerme— Pidió Betty, dejando un beso en la frente de la niña para ponerse de pie y dejarla en la cama.
Cuando Luna se durmió con su gato, Betty salió al balcón de su habitación del apartamento y ahí lloró con amargura, dejando que la brisa secara sus lágrimas.
Aún no podía asimilar que tal vez su matrimonio ya estaba totalmente arruinado.
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De mal en peor... ¿Qué pasará?
Sé que están bien enojad@s, pero una buena historia no lo sería si no hubiese drama 🔥 después se los compensaré, voy adelantada con los borradores 😏
