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Cómo Betty y Jughead dijeron que lo iban a hacer, empezaron a ponerse al día; Ya habían pasado algunas dos horas en las que estaban charlando, especialmente sobre la vida de la rubia, tomándose unos tragos, aún en el evento de apertura del hotel.

—¿Qué?— Preguntó Jughead, incrédulo. —¿Cómo es eso de que apenas saliendo de la universidad ya tenías tu propio proyecto?—

Betty se encogió de hombros. —Es que ya lo estaba elaborando desde antes de graduarme. Convoqué un pequeño equipo y aquí estoy. Trabajé en los planos de éste hotel desde California y vine para supervisar los últimos detalles—

Jughead sonrió con orgullo. —Eso es increíble, te convertiste en lo que siempre supe que serías, en lo que siempre quise que fueras—

Betty se sonrojó y bajó la mirada para entonces volver a mirarlo. —Dejemos de hablar de mi. No supe de ti en cinco largos años. ¿Qué has hecho?—

Jughead suspiró, mirándola. —Lo de siempre, Betts. Estar metido en mis negocios y nada más, nada importante—

Betty asintió. —Jug... Después de que leí la carta no supe qué pensar. Duré tres días en los que sólo quería llorar, mis padres se preocuparon y cuando les expliqué, tampoco sabían que pensar—

Jughead tomó sutilmente su mano. —Betts... Perdóname, tuve que hacerlo para protegerte. No estaba en un buen momento y tenía enemigos por todas partes. Si tus padres no aparecían, no sabía cómo iba a hacer para protegerte—

—Tranquilo, esa parte la entiendo— Contestó Betty con una pequeña sonrisa. —Yo... No quería usar el dinero que me dejaste, no sabía que pensar, me preguntaba por qué lo habías hecho—

—Porque te mereces todo lo bueno que hay en este mundo Betty— Se justificó. —Y quise asegurarme de que tuvieras un futuro como este, mírate. No tienes idea de lo orgulloso que estoy de ti—

Betty sonrió y lo abrazó, entonces él correspondió a su abrazo y ambos se sintieron en su hogar otra vez, su lugar seguro.

Betty se separó del abrazo y lo miró. —Tengo que irme, mañana tengo que trabajar—

—Entiendo, pero... ¿Te importa si te acompaño?— Propuso el ojiazul.

Betty hizo un silencio. —¿De verdad?—

—Claro. Bueno... Solo si quieres— Contestó Jughead. —¿A dónde vas?—

—Estoy viviendo en un apartamento que queda a dos cuadras de aquí, vine caminando. No está muy lejos— Aseguró.

—¿Caminando? Oye... Puedo llevarte en mi auto— Se ofreció.

Betty negó. —Jug...

—Betty, para mí no habrá mayor honor que llevarte a tu casa— Aseguró el pelinegro. —Por favor...

Betty rodó los ojos. —Bien... Déjame despedirme de los chicos—

Jughead asintió y junto a ella fue con sus amigos, despidiéndose de ellos para entonces salir por la gran puerta de cristal juntos.

Cheryl sonrió con superioridad y miró a los demás. —Se los dije, ahora se van juntos—

—No quiero saber lo que pasará ésta noche— Dijo Toni con diversión.

—Yo solo quiero más comida, estos bocadillos están ricos— Dijo Reggie, llevándose una alita de pollo a la boca.

Sweet pea y Fangs se miraron con diversión mientras que afuera la puerta del carisimo auto deportivo negro de Jughead se abría sola para Betty.

—Pense que aún tenías los autos que conocí— Admitió Betty, entrando al auto.

—Tengo una colección y éste es del último año, ya voy a comprar el último modelo— Avisó Jughead, entrando al asiento del copiloto. —Ponte los cinturones, tu me diriges—

Betty sonrió y en ese momento ella guió al ojiazul hasta el complejo de apartamentos, un lugar muy espacioso y tranquilo, con jardines, juegos infantiles para los niños, espacio para las mascotas, seguridad y un amplio parqueo.

Jughead estacionó el auto, las puertas se abrieron y ambos salieron.

—Jug... Ya que fuiste tan amable al traerme, sería justo que yo te invitara a unos tragos— Sugirió Betty, guiñándole un ojo.

Jughead abrió los ojos como platos. —¿Tragos? ¿Desde cuándo bebes?—

Betty se encogió de hombros. —Lo hago de vez en cuando. Vamos— Tomó su mano.

Jughead se dejó guiar por la ojiverde, subieron unas escaleras al entrar al edificio y en el segundo piso Betty abrió una puerta que daba entrada a un hermoso espacio, el apartamento de Betty.

—Bienvenido a mi casa— Dijo Betty, con una sonrisa. —Pasa—

Jughead se adentró al apartamento y sonrió, viendo la amplia sala con dos sofás grandes y cuatro individuales, una cocina extensa, un pasillo con varias puertas y al lado una escalera en espiral, sin mencionar una antesala con TV pantalla plana y dos grandes parlantes.

—Muy lindo— Admitió Jughead, maravillado. —Adentro es más grande de lo que se ve afuera—

—Esa es la parte más divertida— Contestó Betty, llevando una copa de champán y dos copas a una pequeña mesa en medio de la sala.

En eso se escucharon unos insistentes maullidos y cuando Jughead se dió cuenta, un gatito amarillo, con mucho pelo y un ojo azul y otro verde se acercó a el.

Jughead se agachó frente al gato con una sonrisa. —Hola amigo. ¿Qué tal?—

El gato volvió a maullar y colocó su cabeza sobre la mano del ojiazul para que este lo acaricie.

—Ah, olvidé presentarte a Caramelo, mi gatito— Dijo Betty, tomando al minino en sus brazos con una sonrisa. —Lo tengo desde hace un año, tiraron una camada de gatitos bebé a la basura, adoptaron a los demás y yo me quedé con éste—

Jughead sonrió, acariciando al gato en brazos de la rubia. —Un gusto, Caramelo—

Betty bajó al gato de sus brazos y tomó la mano de Jughead. —Vamos a tomar un poco de champán—

Se sentaron uno frente al otro en sofás individuales, tomándose una copa de champán mientras conversaban.

—Jellybean está bien, está terminando la secundaria, se gradúa este año. Aún vive en Italia con mi papá— Dijo Jughead, tomándose un trago.

—Debe estar enorme, la conocí cuando solo era una niña— Admitió Betty con una sonrisa ante el recuerdo.

—Las dos eran niñas— Aseguró Jughead.

Betty sonrió. —Pero... Ya no me ves más como una niña... ¿Verdad?— Le preguntó.







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Samy ❤️

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