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En la mansión, Jughead ya había llegado con su pequeña tomada de manos, la niña empezando a buscar a su madre con la mirada por toda la mansión.

—Mami...— La llamó Luna, mirando a su alrededor. —Mami... ¿Todavía no llegas?—

—Mami no está aquí aún amor— Le dijo Jughead, arrodillándose ante ella y sonriéndole. —Bebé... Ve a tomar un baño para darte algo de comer mi vida. ¿Si?—

Luna asintió con una sonrisa. —Está bien papi—

—Espera, dame mi besito— Exigió Jughead, haciéndole cosquillas.

Luna empezó a reír, poniéndose como un tomate. —¡Está bien papi está bien, ya!— Exclamó, dándole un pequeño beso en la mejilla. —¿Ya?—

—Si bebé, ve a bañarte ya y te doy un pedacito de pastel— Aseguró.

—¡Sí!— Chilló la menor, dando saltitos mientras se dirigía a las escaleras.

Jughead la miró con una inmensa sonrisa porque nada le hacía más feliz que saber que su hija estaba creciendo feliz, saludable y llena de amor.

Aunque su hogar ya no tenía tanto amor como antes.

Él procedió a alimentar al gato en lo que su hijita llegaba, pero en ese momento llegó Betty y no parecía nada contenta por haber llegado.

Ya no se recibían con besos, abrazos... Ya no se miraban con el mismo amor con el que se miraban antes.

Jughead se acercó a ella, nada contento y cruzó los brazos. —Hasta que llegas. Dime una cosa... ¿Te divertiste?—

Betty rodó los ojos. —Jughead cálmate. Solo quiero saber en dónde está mi hija—

—Está tomando un baño y después le daré de comer— Respondió Jughead, soltando un suspiro. —Estoy sumamente decepcionado Betty—

—Jug... No quiero discutir— Pidió Betty, cansada. —¿Por qué no hablamos de como te pusiste hace rato? Jughead, pensé que realmente habías cambiado. ¿Dónde quedaron esas terapias y sesiones con la psicóloga?—

—¡Ahí vas a echarme la culpa de todo otra vez!— Exclamó Jughead, furioso. —¿¡Por qué no hablamos de tu amante!? ¡Yo sé que entre ustedes hay algo, tu me estás engañando!—

Betty lo miró, roja del enojo e indignada. —¿Acaso estás insinuando que yo...? ¡Marco es un amigo Jughead, tu estás enfermo! ¡Necesitas ayuda, estás loco!—

—¡Soy yo, solo yo tengo la culpa siempre! ¿¡Por qué siempre sales limpia de los problemas!? ¿¡Por qué!?— Gritó Jughead, tomándola de los brazos.

—¡Grandísimo imbécil, ya suéltame pedazo de...!—

—¡Cállate Betty, ya cállate, no hables!— Exigió Jughead, levantando su puño.

Betty cerró los ojos con fuerza y empezó a temblar, esperando el golpe que estaba segurísima de que iba a recibir.

Jughead vió como ella temblaba y lloraba con los ojos cerrados, vió su puño apuntando a la cara de su esposa y ahí supo lo que estuvo a punto de hacer.

Estuvo a punto de golpearla.

Jughead la soltó y se apartó de ella, asustado y sorprendido por lo que él mismo estuvo a punto de hacer.

—Papi...— Lo llamó Luna desde las escaleras, con el labio temblándole.

Jughead la miró, aún aturdido por lo que estaba pasando y se maldijo por lo bajo. —Princesa... ¿Qué pasa amor?—

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