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Tras un mes aproximadamente, las aguas estaban en calma, pero eso no sería por mucho tiempo; Tras los intentos de Jughead para salirse del bajo mundo en el que estaba, se le presentaban muchos inconvenientes con personas que aún buscaban hacerle la vida imposible.

Pero el estaba haciendo las cosas a escondidas, él solo. Sentía que esa era su cárcel y el mismo tenía que ingeniárselas para salir.

Era viernes, Betty estaba a punto de salir a la empresa por un rato, la niña ya estaba en casa y estaba derrochando energía y alegría por todas partes, como siempre.

—Ven gatito, ven— Lo llamó Luna, buscándolo debajo de los sofás de la sala. —Gatito...

—Bebita...— La llamó Jughead, acercándose y tomándola en sus brazos para empezar a llenarla de besos.

Luna rió. —No papi ahora no. Estoy jugando a las escondidas con Caramelo, ya bájame—

—¿Hiciste tu tarea?— Preguntó el mayor.

—Papi hoy es viernes, puedo hacerla mañana— Aseguró Luna. —Papi bájame por favor—

—Papi quiere un beso— Exigió Jughead, mirándola. —Si no, no te voy a dejar. Tu mamá se va a trabajar un rato y te quedarás aquí—

Luna sonrió y dejó un tierno beso en la mejilla de su papá. —Ya papi, ahora bájame—

—No— Negó, divertido. —Quiero que me digas que me amas mucho—

Luna rodó los ojos con diversión. —Esta bien. Te quiero papi—

—Y yo a ti mi bebé. Siempre serás mi bebé— Aseguró Jughead, dejándola en el piso. —¿Verdad que sí?—

—No soy bebé— Negó la niña.

—Si lo eres, eres mi bebé y siempre lo serás. ¿Cierto?— Insistió Jughead.

—Está bien papi, sí soy tu bebé. ¿Ya puedo irme a jugar?— Preguntó.

Jughead sonrió y dejó un beso en su cabecita. —Está bien mi vida, ve a jugar—

Luna sonrió, contenta y continuó buscando a su gato cuando Jughead recibió una llamada y se ocultó detrás de una columna de la casa para atender.

En la llamada...

—Ya te dije que me retiré de ese negocio— Aclaró Jughead, irritado.

—Me debes kilos y kilos de coca, Forsythe— Le recordó el hombre.

—Yo no le debo nada a nadie, tengo pruebas— Se defendió. —Asi que consíguela en otra parte Armando—

—Si claro. ¿Dónde la conseguiré en Riverdale si tú eres quien maneja ese negocio?—

—Ya no, ya te lo dije. Si terminaste entonces no vuelvas a contactarme— Exigió Jughead.

—O me das lo que quiero o tú linda esposa paga las consecuencias, sé dónde queda su empresa— Aseguró el tipo.

Jughead bufó. —Grandisimo hijo de perra. ¿Si te la entrego me dejarás en paz?—

—Pues claro que sí. Soy hombre de palabra, después abandonaré el pueblo—

—Está bien, mañana a primera hora, yo te aviso. Pero no lo haré yo personalmente. ¿Entiendes?— Preguntó Jughead.

—Perfecto. Hasta luego Forsythe—

—Adios, maldita basura— Respondió Jughead de mala gana.

Fin de la llamada.

Jughead suspiró, guardando su celular, Pero cuando dió media vuelta se encontró cara a cara con su esposa y dió un pequeño salto del susto.

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