Assemble

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La cabeza de Natasha dolía mientras que se despertaba en un duro y frío suelo, y le tomaron varios parpadeos para que se acostumbrara a la fuerte luz de la habitación en la que se encontraba.

Sus últimos recuerdos llegaron a ella como una bofetada. ¿Había sido un sueño? Debió de haberlo sido, no había forma... ellos estaban muertos... y ella estaba...

En una celda en La Balsa, justo donde se había encontrado cuando Melina había empezado a tomar control de todo.

—Hey, miren eso, Cenicienta se perdió en su camino hacia el baile.

Natasha jadeó fuertemente mientras que se sentaba en el suelo, y veía a las personas en frente de ella. Su sangre se heló.

Steve. Tony. Thor. Clint. Bruce. Estaban con ella en aquella celda de paredes gruesas y puerta de hierro, parados al otro lado de la pequeña habitación.

Por primera vez en un tiempo, los seis Avengers originales estaban reunidos.

Tragó saliva mientras que se levantaba, viéndolos asustada. En medio de la habitación, había una mesa con varios instrumentos los cuales Natasha reconoció casi inmediatamente, no solo porque ella misma los había usado en personas cuando era alguien diferente, si no también porque habían sido usados en ella anteriormente: eran aparatos de tortura. Los favoritos de Melina. Natasha los miró en horror, y luego a sus ex compañeros.

—Oh, vamos—Steve dijo, y ella lo miró. Él estaba de brazos cruzados, apoyado contra una pared, viéndola con frialdad.—, no hagas el papel de ratón asustado. Si alguno de nosotros quisiera hacerte algo, ya lo hubiéramos hecho.

Nat lo miró sorprendida, y tragó saliva. Acercándose a la mesa y mirando aquellos objetos, algunos de los cuales tenían años de manchas de sangre seca.

—Tienen su oportunidad literalmente en frente de ustedes.—Natasha los miró.—Después de lo que les he hecho... ¿por qué?

—No te lastimaremos, porque, a diferencia tuya, tenemos corazones.—Bruce respondió con desdén, y Nat se sorprendió al escuchar aquello venir de él.





•••





Si Yelena pudiera hablar, no tendría idea de qué decir.

Peter estaba en frente de ella, el sobrino al que había visto morir el mismo día que había conocido. Durante los últimos días había consolado a Natasha y compartido con ella el dolor que sentía por su mente... y todo éste tiempo, él había estado vivo.

Con manos temblorosas, tomó de la mesa de centro de la sala su pizarra y marcador, y escribió para que Peter pudiera entenderle: "¿De verdad eres tú?"

—Peter Clinton Romanoff en persona. Vivito y coleando.—Peter sonrió de lado, y Yelena también sonrió. Justo como Nat lo había descrito. Peter dio un paso hacia ella. "¿Cómo es esto posible? Pensé que habías muerto."—Eso nos hace dos...—Se aclaró la garganta.—Eso que tienes en el cuello... no puedes...—Yelena negó con la cabeza.—Así que... lo que ella me contó era cierto...—"Tu madre no mintió. Ella de verdad había creído que yo había muerto. Es difícil de explicar."Lo mío también lo es...

"No puedo creer que estés vivo. no sabes lo mucho que tu madre ha sufrido por lo que pasó. Jamás la he visto tan rota." Después de estar segura de que Peter lo había leído todo, para tener más espacio para escribir, borró usando su palma y luego escribió: "Tu madre te ama, como no tienes idea. Ella no ha dejado de hablarme de ti, de lo orgullosa que le haces. Eres su universo entero."

Equipo Catástrofe [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora