Las Catarinas & las Abejas

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—Hey Alya.—Marinette saludó después de que su amiga contestara la llamada. La diferencia de hora entre parís y Nueva York era una grande, y parte de la razón por la que ella y Peter no se habían esforzado mucho para permanecer en contacto después de que terminaran, pero Marinette sabía que siempre podía llamar a Alya, después de todo, ella se quedaba hasta tarde despierta investigando y escribiendo, e incluso cuando alguna de las dos despertaba a la otra sin querer ninguna se molestaba. Hace dos años, cuando ambas tenían dieciséis, Alya se había mudado a Nueva York tras conseguir una pasantía en el Daily Bugle. Marinette extrañaba terriblemente a su amiga, era raro el ya no verla todos los días, pero por lo menos se llamaban constantemente y cada vez que podía Alya venía a visitar.

—¡Marinette! ¿Cómo está mi francesa favorita?

—Oh, ¿así que ya eres completamente una neoyorquina?—Ambas rieron.—¿Estás ocupada ahora? Quisiera hablar.

—Sabes que incluso si lo estuviera lo dejaría a un lado para hablar contigo. ¿Qué sucede?

—¿Te acuerdas de Peter Romanoff, mi primer novio?

—¿Cómo podría olvidar una cara tan bonita?

—No dejes que Nino te escuche decir eso. La larga distancia lo ha vuelto inseguro.

Alya apretó los labios.

—¿Qué sucede con Peter?

—Ayer, cuando fui al Louvre con Alix y Mylène, él estaba ahí, en la sección egipcia. No pude creer mis ojos cuando lo vi. Me tomaron unos segundos reconocerlo.—Suspiró.—Él ya no es el tierno y dulce chico del cual me enamoré, y que me pedía consentimiento para besarme y tomar mi mano... ahora, él es todo un hombre. Y no lo digo solamente porque ya tuvo la cirugía para cambiar su género. Es tan apuesto, y fornido, y varonil...

—Marinette! Cuidado con lo que dices, luego le das celos a tu rubia!—Marinette se sonrojó fuertemente mientras que Alya reía.

—Oh, vamos, Alya, solo decía.—Frunció ligeramente el ceño.—Además de que él estaba con su novia, una hermosa chica, y ambos parecen felices juntos. Hacen una bella pareja. Y me dijeron que están aquí en un viaje los dos solos, ¿no es romántico?

—Con mi relación a distancia ya no sé qué exactamente es considerado "romántico", pero, supongo.—Se encogió de hombros.

—Me sorprendió mucho ver a Peter después de todos estos años. Ninguno de los dos se esforzó por mantener contacto después de que terminamos, así que supongo que parte de mí pensó que jamás lo volvería a ver.—Se acomodó una mechón de cabello detrás de la oreja.—Está muy cambiando físicamente: usa delineador, tiene piercings en las orejas, el cabello con puntas rojas... supongo que yo también he cambiado, heh.—Rió nerviosa y jugó con uno de sus mechones rosas.—La campanilla de la puerta de la pastelería sonó y Marinette levantó la mirada, abriendo los ojos con sorpresa al ver quién era.—Al, te llamo más tarde.—Colgó la llamada, cerró su laptop y la dejó a un lado encima del mostrador.—¡Peter, MJ, hola!

—Hola Marinette.—Ambos saludaron sonrientes mientras que se acercaban al mostrador.

—¿En qué puedo serviles?—Sonrió apoyándose contra el mostrador. El que Peter estuviera en la panadería de sus padres le traía recuerdos.

—Peter no dejó de hablar sobre los postres hechos por tu familia, así que tenía que venir para probarlos por mí misma.—MJ dijo encogiéndose de hombros. Peter se rascó la parte de atrás del cuello.—¿Sigue en pie eso de postres cortesía de la casa?

—¡Por supuesto!—Marinette sonrió con júbilo. Tomó la banda elástica que estaba en su muñeca y arregló su cabello, el cual había crecido hasta llegarle a la cintura, en una coleta.—¿Qué van a ordenar?

Equipo Catástrofe [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora