🧶TREINTA Y CINCO🧶

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Para cuando reaccione ya estaba en casa, tumbado en mi cama sin saber que diablos había pasado. Quería olvidar lo que había pasado con Mi-suk, pero ni siquiera lo recordaba perfectamente. En un segundo la estaba dejando en su casa, al siguiente estaba besándome y luego no era ella, era Alisa. ¡Me estoy volviendo loco!

-ah, lo siento... Es solo que... - comenzó a decir Mi-suk cuando se alejo de mi.

-no te preocupes - dije rápidamente sin saber que decir en realidad.

-será mejor que entre y vayas a descansar - respondió ella con una sonrisa, como si lo que acaba de pasar y mi falta de respuesta no la hubiera molestado.

Suspiré y me cubrí el rostro con las manos, ¿por qué tenía que ser tan comprensiva? ¿Por qué la estaba ilusionando? ¿Por qué deseaba que fuera Alisa? Llegó un punto en que no soportaba más estar en mi habitación, se sentía demasiado pequeña. Me di una ducha y me arregle, para después salir a hurtadillas de la casa.

Mis padres debían estar dormidos, eran casi las 4 am. Sin hacer el menor ruido, fui a la cochera y encendí mi auto. El único lugar en el que quizá podría estar en paz era en la galería, rodeado de trabajo que me evitará darle más vueltas al asunto, así que ahí es a donde conduje.

La ciudad estaba tranquila, tan solo un par de autos recorrían las avenidas. En la galería era lo mismo, ni los de seguridad estaban ya, sólo había un enorme silencio en el lugar. Recorrí la galería en silencio y en completa oscuridad, solo me detuve cuando llegué a la puerta de mi oficina. No, ni hablar, no entraría ahí a menos que diera absolutamente necesario.

Me di media vuelta y me heche a andar en dirección al auditorio, una vez ahí, aprovechando la libertad de la que gozaba, me recosté a la mitad del escenario y contemple el candelabro que había ordenado que montarán para la presentación de ballet. Los pensamientos de antes volvieron a mi mente, no solía darle tantas vueltas al asunto, pero en esta ocasión no sabía que pasaba en realidad y eso me causaba conflictos.

No llevaba demasiado tiempo sumergiendome en el abismo de la duda existencial, cuando vi una sombra que se me acercaba, era sigilosa como un gato pero reconocería su figura en cualquier lugar.

-no es muy temprano para que estés aquí - dije sin levantarme ni moverme un milímetro.

-esa era mi linea - se quejo ella con tono divertido - pero faltan 20 minutos para las 5, es mi horario habitual.

-ah... - dije a falta de mas palabras.

Ella se acercó más y se arrodilló a mí lado, me miró curiosa, le devolví la mirada y en una mala jugada de mi mente, mi beso con ella y el de Mi-suk donde creí que era ella apareció frente a mis ojos. Sentí el calor subir por mis mejillas y en respuesta, de manera apresurada, me cubri el rostro con el brazo.

-mmm, ¿qué hace el joven viejo tan Grinch tan temprano? - pregunto acomodándose en una posición más cómoda en flor de loto.

Guarde silencio, sería extraño que le dijera la razón, pero sería aún más extraño hablarlo con la causante de mis dudas.

-¿me haz llamado Grinch? - pregunté esquivando su pregunta inicial.

-y también joven viejo, pero quizá fue demasiado apodo en una sola frase para tu cabeza - respondió en tono burlon.

-haz esquivando mi pregunta - me queje.

-y tu la mía, estamos a mano - me respondí confiada.

-¿qué es esto? - pregunté quitando mi brazo de mi rostro y señalando algo en su hombro.

-¿qué cosa? - pregunto alterada por la espontaneidad de mi pregunta.

Volteo a ver su hombro y al hacerlo, le di un golpecito en la frente, como lo hacía mi madre cuando era niño y hacía alguna travesura. Con esto me bastaba.

-ahora si estamos a mano - respondí satisfecho al ver su rostro de incertidumbre.

-que infantil y anticuado - se quejo cruzandose de brazos.

-no tanto como llegar 4:40 al lugar de trabajo - respondí con una sonrisa e incorporandome.

Quedé sentado casi de frente a ella, a diferencia de nuestro “accidente" en mi oficina, no desvío la mirada ni se apeno. Pero yo si lo hice, no podía verla a la cara después de lo que pasó con Mi-suk.

-me gusta ensayar sola - explicó, no necesitaba saberlo, pero me alegro escuchar que se explicara.

-así que tienes talento después de todo - bromee para molestarla y funcionó.

-oye, joven viejo, que nunca me veas ensayar no quiere decir que no tenga talento - se quejo molesta.

Tenía el ceño fruncido, parecía como si hiciera pucheros, o más bien como si fuera a tener una rabieta. Se veía linda...

-¿Por qué sigues llamandome así? - me queje imitandola, eso la hizo cambiar de postura molesta.

-porque eres un chico lindo con mentalidad de anciano - explicó en tono de obvio - o acaso no eres el CEO heredero, hijo unico, de real y excelente relación con sus padres, pocos amigos pero leales, desconfiado de su propio talento, casado con el orden y la planificación, pero que tiene de amante a la diversión y el instinto aventurero...

-ah, ese personaje no está incluido de hecho - solté burlón interrumpiendola - te equivocas en mucho.

-lo dudo, si estoy mal, entonces porque se que te escondes del mundo aquí, haz entrado por la puerta trasera con la intención de que nadie te vea y te delate - argumento volviendo a cruzar los brazos.

-y tu eres esa que puede delatarme en cualquier momento pero prefiere callarse, misteriosa y desconfiada de sus compañeros - la analice - en el fondo eres perfeccionista y no aceptas que se salga de control la situación, menos tu baile...

¿En que momento la conversación se había desviando a esto? Siempre era raro hablar con ella, era como si tuviéramos charlas pendientes o más bien como si fuera una conversación infinita que seguimos cada que nos vemos. Parecia que nos conocíamos bien, de mucho tiempo atrás; pero, por algún motivo, aún con lo que había pasado y esta extraña sensación, no se sentía incómodo o forzado. Estaba tranquilo y no lo entendía.

Unplanned Love (Feng Meizuo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora