🧶SESENTA Y DOS🧶

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-¿y nosotros?

No lo había podido evitar, la pregunta rondaba por mi mente desde que comenzamos con esto y solo se agravaba con el hecho de pensar en que estaba a pocos días de volver a Rusia.

Ella hizo una mueca antes de responder, la ciudad estaba silenciosa y ahora también lo estaba el auto, quizá no debía haber dicho nada, pero necesitaba saberlo.

-en algún momento nos pasara también - soltó mirando al frente, a la calle vacía - soy realista al pensar en nosotros, habrá muchos inconvenientes en nuestro camino, nuestras experiencias también serán un problema, así que igual llegará el momento en que nosotros terminemos con esta idea de un amor perfecto y nos enfrentaremos a la realidad - a veces me sorprendía lo madura que podía llegar a expresarse, no había manera de que fuera posible - igual temo por ese momento, no estoy segura si servirá para reafirmar lo que sentimos o si será para abrirnos los ojos y entender que esto puede ser un romance pasajero, no lo sé - hizo una pausa dramática, yo tampoco lo sabía y eso era lo que me preocupaba - pero cual sea el resultado, si resulta ser el final supongo que dolerá un tiempo pero seguiremos nuestras vidas recordando los buenos momentos; y si es una reafirmacion estaría dispuesta a dar todo de mi por esta relación.

Era la tercera vez que alguien me decía algo parecido, o más bien la segunda, pues yo fui el primero en plantearlo: aceptar que las relaciones son pasajeras, quedarse con lo bueno y seguir adelante. Pero, ya no estaba de acuerdo, con Alisa quera hacerlo todo. Con ella quiero surcar los cielos, explorar el mundo y reír hasta que ya no pueda mas, quiero vivir con ella, dar largos paseos en primavera, celebrar cada noche y en resumen, planeo estar toda una vida con ella. Pensar en lo que la vida tiene preparados para ambos era abrumante, no tener la certeza de que lo nuestro sería duradero me estaba volviendo loco, y lo peor, esque nada me importaba estando a su lado. A su lado, era capaz de deshacer toda mi vida, olvidarme de cada plan para estar con ella y sus locuras, por ella sería capaz de improvisar la vida que fuera, con tal de que esta vez fuera la definitiva.

-mientras tanto... - continuó diciendo, había hecho una larga pausa esperando mi respuesta, no tenía una, ¿cómo podía tenerla? - así tengamos unos días juntos, unas horas, unos meses o unos años, planeo disfrutar cada día como si fuera el último.

Ahora sonreía, me sorprendía lo fácil que mantenía la calma y la esperanza en el asunto. Yo no era capaz ni de formular una simple oración, me mente era un caos, uno que me causaría insomnio y ansiedad. Ojalá pudiera ser tan positivo como ella.

-así que, ¿qué tal si seguimos mi consejo y nos centramos en lo bueno? - sugirió regalandome aquella sonrisa que me agitaba el corazón en cuanto la veía.

Quizá me estaba estresando por nada, después de todo nada pasa de la misma forma dos veces. Además, como no confiar en aquella sonrisa aperlada y aquella mirada cariñosa, no podía dejar de confiar en ella.

Pronto llegamos a su departamento, la deje en la puerta y ella se despidió con un beso. Después, volví a casa, la cual estaba oscura y silenciosa ya que pasaban de las 3 am y todo el mundo debía estar dormido. Cual fuere el caso, no fui capaz de dormir ni un segundo las palabras de Alisa rebotaban en mi mente y los posibles escenarios se reproducían ante mis ojos. Ni siquiera el amanecer y mi rutina de trabajo, lograron alejarme de aquellos pensamientos pesimistas.

Antes de ir a trabajar y después de preparame mi madre me abordó de camino a la puerta, se estaba volviendo costumbre.

-¡momento! - me grito cuando yo abría la puerta - me debes una conversación jovencito.

Mi padre hiba bajando las escaleras y se detuvo en cuando escucho a su esposa, seguro había detectado el peligro. Estaba por abrir la boca para quejarme cuando, mi madre volvió a hablar:

-pero tendrá que esperar, está noche tu padre y yo iremos a la fiesta de unos amigos, y como trabajas esta tarde, la dejaré pasar por ahora.

-¿ustedes dos de fiesta? ¿Y ese milagro? - bromee para cambiar el tema.

-bueno ya es hora de que volvamos a la acción -respondió mi padre continuado su descenso por las escaleras. - además, mi diosa esposa me obliga a ir.

-ni por los bellos sobrenombres te libraras de ir, Chang - le advirtió mi madre.

Mi padre me pidió ayuda con solo mover los labios, pero no podia hacer nada más que reír y salir huyendo antes de que a mi también me obligarán a ir. Tenía mucho trabajo en la oficina y planes en la noche, una fiesta de amigos de la familia no era parte de mis planes. Salí corriendo de casa y me fui al trabajo lo más rápido posible.

-parece que hoy quiere salir temprano, señor Feng - saludo mi asistente en cuanto me vio llegar.

-si, así que por favor ten piedad de mi - le suplique fingiendo una rabieta.

Ella sonrió malévolamente y me arrastró a mi oficina donde un montón de papeleo me esperaba, más las juntas programadas. Comenzaba a arrepentirme de no dormir.

En los ratos en que podía liberarme de la dictadura impartida por mi asistente, aproveche para avisarle los planes a Alisa para en la noche, al paso que hiba no podria ir por ella, así que debía saber la dirección del bar de siempre y la hora en que nos veríamos. Apenas terminaba de enviarle los detalles cuando Akiko apareció para sermonearme por perder el tiempo, ahora entendía porque mi padre la había contratado y conservado tantos años.

Akiko solo me permitió una breve comida, me llevó a las reuniones y me puso a trabajar sin descanso todo el día hasta pasadas las 8 pm.

-bien, eso fue todo por hoy, ya es libre señor Feng - anunció Akiko feliz de que también podía marcharse.

No me lo dijo dos veces, apenas había acabado de hablar y yo ya estaba en el elevador. Tenía una buena hora para ir corriendo a casa, preparame para salir de nuevo y llegar al bar. Y eso hice. Estaba nervioso, emocionado y motivado para esta noche, pues todo indicaba que sería grandiosa.

Unplanned Love (Feng Meizuo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora