🧶CUARENTA Y SIETE🧶

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✨1k✨
¡Holaaa! Muchas gracias por este 1k de leídas, me alegra mucho que muchas lecturas continúen con este proyecto y que otras más se hayan unido. Gracias por el apoyo y por tanto amor que le dan a la novela. 🥺💖 ¡Vayamos por más!
Atte: la escritora✨

Un final feliz. Yo estaba lejos de tener el mío, aunque sabía que ella tenía razón.

Al principio había sentido como mi corazón se oprimía con la noticia de su boda, luego ella fue contando sus emociones cuando salimos y entendí que yo también sabía que ella no era para mí, recordé que yo también había decidido aceptar que se fuera porque sabía que merecía más. “Tengo la esperanza de que un día llegue la chica ideal para mi, yo esperare", algo parecido había dicho en su momento, lo había estado repitiendo tantas veces que se volvió irreal y lo olvidé, ya era hora de recordarlo.

Tras colgar la llamada y analizar todo lo que había sucedido, no hizo falta mucho para que tonada mis cosas y saliera de mi oficina casi volando. Sali de la galería, fui a mi auto y conduje rápidamente por la ciudad hasta mi casa, una vez ahí subí corriendo a mi habitación, me di un baño rápido y me arregle para volver a salir.

-¿a donde tan deprisa? - me detuvo mi madre cuando ya hiba de salida de nuevo.

-tengo que arreglar unas cosas, regreso más tarde - respondí rápidamente.

Estaba por abrir la puerta cuando mi madre me sujeto por la oreja y me jalo consigo hasta la cocina.

-¡Ay, mamá! Eso duele - me queje durante el camino.

-tu te lo haz ganado - me reprochó ella.

-!ay! ¿Por qué?

-desde ayer haz estado trabajando, Akiko nos dijo que sólo comiste algo rápido en la tarde, no cenaste y tampoco haz desayunado - olvidaba que Akiko era gran amiga de mi madre, algo así como su espía.

-pero llevo prisa... - trate de decirle para que me soltara, ya no sentía mi pobre oreja.

-y yo no te cargue nueve meses en mi vientre, ni te parí para mueras de hambre y exceso de trabajo - me reclamo molesta.

Dos cosas: primero odiaba cuando se ponía de madre sobre protectora, como cuando era niño; y segundo, su preocupación me recordaba lo mucho que me amaba y en estos momentos, aún sin saberlo me hacía sentir apoyado. Cosas de madres, podían llamarte la atención cuantas veces quisieras pero aún así, no podían evitar darnos a conocer todo el cariño que nos tenían.

No fue hasta que me sento en el comedor de la casa, frente a un gran bufete de comida, que me soltó la oreja (si es que aún tenía una).

-no te dejaré ir hasta que no te veía terminar de comer - me amenazó.

Si, ahí estaba yo, un adulto de más de 20 años, siendo amezado como niño de 5 años por su madre. Mi dignidad, no me daba vergüenza, pero tampoco podía creer lo aterradora que aun era mi madre. Esa mujer era peligrosa.

Después del primer bocado, no puede evitar agradecerle, me había estado muriendo de hambre sin que lo sintiera realmente. Devore todo sin quejas, lo cual ayudó a que no siguiera gritandome. Al final sólo quedado las migajas y mi madre con una sonrisa en el rostro.

-bien, ya puedes ir a solucionar las cosas con la bailarina - me autorizo mi madre y emocionado me levante de la mesa.

-momento, jamás dije que tenía que solucionar - dije a pocos pasos de la puerta del comedor.

-¿a donde más irías tan temprano en sábado? Además Akiko me contó, ojalá la señorita Bae no se lo tome personal - explicó mi madre sosteniendo su taza de té.

-qué buena forma de darme ánimos - me queje por lo último.

-hijo, si yo estuviera en su lugar ya te habría abofeteado, pero se que no lo hará, así que el jalón de orejas de hace un rato también fue por ella - si, no habían dudas, mi madre era omnisciente.

-me lo merezco - acepete sin pensarlo dos veces, sabía mis errores y ahora tocaba hacerme responsable por ellos.

-¡ese es mi hijo! - me alentó mi madre mientras me alejaba.

Salí de casa y subí al auto, ahora que tenía la cabeza fría no sabía que hacer. No me decidía si ir a ver directamente a Mi-suk o llamarle y acordar vernos más tarde, aunque quizá la mejor opción no era ninguna de esas. Tomé mi teléfono antes de encender el motor y le mande un mensaje de texto:

“Hola, podemos vernos, necesitamos hablar."

Era demasiado serio, pero ciertamente jamás le envié mensajes tan animosos. Suspiré y me puse en marcha, la avenida principal estaba tranquila pese a ser fin de semana, quizá era la hora, no pasaba de medio día.

En un semaforo me dutuve ante la señal roja y fue justo a tiempo pues llegaba la respuesta de Mi-suk.

“Claro, ¿donde y a que hora?"

“En 15 minutos, en el café frente a tu casa"

Con lo que tenía que decirle, no podría imaginar lo incómodo que sería si después tuviera que llevarla a casa, además tampoco era justo.

Cuando el semaforo cambió continúe mi camino hasta su apartamento. Tarde 5 minutos menos de los que esperaba en llegar, lo cual fue bueno pues me permitió escontrar un buen lugar en la cafetería y ordenas unas bebidas para ambos, sabía perfectamente que le gustaba, lo había tenido que aprender para darle una buena cita.

Me decidí por un lugar en el rincón junto a la ventana, no había demasiados clientes pero parecía un buen lugar para no llamar tanto la atención si se descontrolaba todo.

Estaba sumergido en mis pensamientos, por lo que no note cuando Mi-suk entró por la puerta y me busco por la mirada hasta que me encontró.

-¿latte de crema de avellana? - pregunto cuando se sento frente a mi.

No había nada raro, parecía que realmente nos habíamos reunido para una de nuestras clásicas citas.

-si, canela extra y 2 shots de expreso -respondi por inercia.

¿Cómo se supone que debía terminarla cuando había sido tan considerado al pedir su bebida favorita con las especificaciones que siempre pedía? Era insignificante, aunque también demostraba mucho y sólo me complicaba aún más las cosas.

-gracias... - dijo bajando un poco la voz, aún cuando quisiera ocultar que le entristeció lo de anoche, poco a poco se estaba delatando. - supongo que querías hablar sobre lo de ayer, adelante...

Unplanned Love (Feng Meizuo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora