🧶CINCUENTA Y UNO🧶

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Cuando llegamos a la playa, me sorprendió ver que no éramos los únicos dementes que estaban ahí. El clima de por sí era frío y con la brisa del mar me castañeaban los dientes, pero debía admitir que había cierta belleza en el paisaje o quizá era por mi acompañante.

-bien henos aquí - soltó alegre Alisa después de respirar hondo y disfrutar la vista un instante - teléfono y billetera, por favor.

-¿para que? - pregunté alarmado.

-porque el primero no es aprueba de agua y el segundo es demasiado valioso para que se lo lleve la marea - explicó en tono de obvio, le entregue lo que pidió - la llave del auto me la quedó yo para que no puedas huir y zapatos fuera.

Nuestros teléfonos y dinero los dejos en auto junto con sus zapatos y su gran abrigo, dejandose puesto un sueter ligero que no había notado hasta el momento.

-no estarás pensando que realmente entraremos al mar, ¿o si? - pregunté aún más confundido que antes.

-todo puede pasar, solo soy precavida - comentó con una sonrisa siniestra.

No me daba buena espina, pero tampoco podía darme el lujo de arruinar mis zapatos de marca, así que como pidió deje mis zapatos y mi abrigo. Era 100% seguro que terminaría en cama el resto del invierno por esta pequeña aventura improvisada.

-y ahora... -comento emocionada, me tomo de la mano y sin avisar, me jalo consigo hasta donde las olas te empapaban los pies.

-¡maldición esta helada! - me queje en cuanto el agua tocó mis pies.

Ella también se había encogido y comenzado a temblar, pero ni eso le hacía perder la sonrisa.

-perdón, olvide poner el calentador - bromeó adentrándose un poco más para alcanzar más oleadas.

Me estaba arrepintiendo, hasta de haber terminado con Mi-suk, justo ahora podría estar en algún restaurante tomando vino y escuchando sobre los pacientes de ella de la semana o más bien, ella hablaría y yo pensaría en cómo sería estar con Alisa... Estaba pensando demasiado, ojala se me enfriaran las ideas más que los pies.

-¡hey! - grito Alisa para llamar mi atención, apenas estaba girando para verla cuando con las manos me arrojó agua, empapandome el pantalón y la playera que llevaba.

-¡oye tu! - le grite acercándome hasta ella para poder arrojarle agua con los pies, me esquivo.

-¡uy, que lento! - se burló alejándose más, me estaba provocando.

Solo podía pensar una cosa: “venganza". Olvidando el frío, a Mi-suk, a los F4 y todas mis preocupaciones me lance a la carrera detrás de ella. De vez en cuando se giraba y me arrojaba agua y yo le respondía, oía sus gritos y risas más que la rugir de las olas, pronto yo también estaba riendo y burlandome de ella.

Nuestra ropa quedó completamente mojada, no sentíamos el frío, habíamos corrido tango que ya no podía ver mi auto. Nada de eso me importaba, solo quería llegar hasta ella. En un descuido la alcance y la sujete con mis brazos elevandola un poco del suelo, solto una carcajada, la sujete bien y di un par de vueltas, ambos reímos.

-¡nos vamos a caer! - grito entre risas después de varias vueltas.

No se equivoco, cuando intente frenar y bajarla, ambos resvalamos y terminamos en la húmeda arena muertos de risa. Al menos Alisa había caído en algo suave, lo malo es que esa cosa sueve era yo.

-¡ay! lo siento - se disculpo tratando de parar de reír pero sin moverse.

Poco a poco mi risa se extinguió, hacia tanto que no hacía una locura igual, me dolía el estómago de tanta risa y la tenía sobre mi, con esos preciosos ojos grises mirándome, solo había una cosa que podia hacer y era besarla, así que lo hice.

-¿qué no eras conservador? - pregunto contra mis labios en tono burlon.

-al diablo con eso - respondí divertido.

Con ella no importaba nada, con ella todo parecía disolverse, aquellos ojos te envolvían, sus palabras te motivaba y toda ella me transportaba a un mundo donde solo vivíamos el momento ella y yo.

Llegó un punto donde nos faltó el aire y nos incorporamos, nos sentamos uno a lado de otro solo para ver el ir y venir de las olas. No hacía falta decir nada, hasta el silencio era cómodo a su lado. Quizá pasaron minutos, quizá horas, no estaba seguro del tiempo exacto, pero si de que estaba muriendo de hambre; cuando le dije ella coincidido en que tanto correr y jugar le había dado hambre.

-vayamos por el dinero - le dije apuntó de ponerme de pie.

-no, no, espera aquí - me detuvo, rebusco entre sus bolsillo y sacó mi billetera, sonrió satisfecha y añadió- ¿realmente creíste que dejaría cosas tan importantes en el auto?

-dejaste nuestros teléfonos y zapatos - le recordé.

-cierto, pero si pasaba algo, el dinero serviría más - argumento.

-buen punto -acepte, de cualquier forma, lo importante era que no tendría que ir hasta el auto.

Le tomé mi billetera que seguía en sus manos y la revise, esperando que no se hubiera mojado demasiado o que ninguna tarjeta de crédito se hubiera caído, todo estaba en orden.

-así de mojados, no nos aceptarán en ningún lado - dije tras revisar a nuestro al rededor los restaurantes.

-te complicas demasiado - se quejo divertida - si vienes sin planearlo a la playa, la comida callejera es la mejor opción, ¡vamos!

Me obligó a seguirla de nuevo, caminamos una tercera parte de todo lo que habíamos corrido para poder llegar a uno de los “quioscos” de comida callejera. Ordenamos, eran prácticamente brochetas de mariscos, serviría para recuperar fuerzas en lo que nos terminábamos de secar para volver al auto e irnos, eso planeaba.

-yo pago - le dije cuando llego el momento de pagar la cuenta. - te lo debo por la comida de la oficina el otro día.

-de acuerdo, la próxima pago yo - anunció decidida.

Que el hombre pagará siempre la cuenta no parecía estar entre su diccionario personal, ella era demasiado independiente para aceptar algo tan anticuado.

Terminamos de comer tranquilamente, hablamos sobre todo y nada. Y después, nos encaminamos hasta donde habíamos dejado mi auto.

-por cierto, ¿qué edad tienes? - pregunté recordando que hasta el momento jamás habíamos mencionado nuestra edad, solo bromeabamos con ella.

-no me lo creerías si te lo dijera... - comenzó a decir sonriendo tímidamente - tengo...

Unplanned Love (Feng Meizuo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora