🧶SESENTA Y SEIS🧶

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-mmm... ¿A algo? - dije dudando.

-ven aquí - me exigió mi madre.

Titubie. Sabía bien que me iría peor si no le hacía caso. Me sentía un niño de 10 años que se acababa de robar el chocolate de la alacena. Me acerque con paso lento y temeroso; conforme lo hacía, un poco más de la mesa aparecía: la espalda de mi padre, el florero del día, los acompañamientos de la comida y la persona que esperaba encontrar.

-dime Meizuo, ¿cuál es la única regla de la casa? - pregunto mi madre lanzandome una de sus miradas, la misma que le lanzaba a mi padre cuando bebía de más.

Fui incapaz de mirar a la cara a Alisa, sentía que la cara me ardía y solo esperaba que fuera un mal sueño.

-¿nada de mujeres en la casa? - dije con una sonrisa nerviosa, si era una regla pero era más por educación que una regla real.

-ah, cierto, bueno la otra única regla - se corrigió mi madre.

La mire confundido, por sus palabras y por su cambio de humor. Me encogi de hombros, si era incapaz de recordar mi propio nombre ahora, menos seria capaz de recordar alguna regla de la casa.

-los invitados son primero, ¿cómo se te ocurre dejar a su suerte a esta adorable chica? - me reprendió mi madre.

-lo siento... - comencé a decir apenado hasta que procese sus palabras - espera, ¿que?

-lo que oíste, como pudiste dormir tan plácidamente sabiendo que tenías de invitada a la señorita Romanov, te he educado para que le brindes la mejor atención a tus invitados - siguió reprendiendome mi madre, no entendía nada. ¿De verdad le había molestado que me hubiera quedado dormido en lugar de que te llegue con Alisa sin consultarselo? - tu adorable novia casi se va de esta casa sin comer y sin dormir bien, comienzo a creer que tu padre te cedió el Grupo demasiado pronto, eres un pésimo anfitrión.

Mi cara de perplejidad no bastaba para expresar lo confundido que estaba. Me había perdido de más que una noche de fiesta, me habían cambiando a mi madre y quizá hasta seguía dormido.

-Meizuo porque no vienes a sentarte - pidió mi padre, no le vía la cara pero por su voz parecia intentando no morir de risa.

Me olía a traición por todos lados, aunque de verdad tenía hambre y también olía a la sopa especial de mi madre, así que no tuve más remedio que terminar de entrar al comedor y acomodarme en la silla junto a Alisa; ella se veía alegre, esperaba que se viera tan fatal como yo me sentía pero era todo lo contrario, me sonrió divertida cuando me senté a su lado y sus ojos brillaron emocionada, de verdad parecía diviertirle aquella situación.

Mi madre pidió que me sirvieran el desayuno y mientras tanto:

-entonces, señorita Romanov, nos estaba contando que acababa de llegar a ensayar cuando encontró a Meizuo - comentó mi madre ignorando por completo su escenita de hace menos de 5 minutos.

-ah, si... Como estaba escondido en la oscuridad no lo vi con claridad, pero recuerdo muy bien las voces así que cuando lo vi al día siguiente supe que era el - comenzó a contar Alisa.

¡Ay no! Preferiría estar en cualquier otro lado. Preferiría estar durmiendo. Lo único que me convenció de que debía estar en el comedor, fue el gran tazón humeante que me llevaron a los pocos minutos, la boca se me hizo agua y comencé a comer ignorando la versión de la historia que contaba Alisa. Pará cuando termine, ella ya le había contado todo hasta lo ocurrido anoche, tampoco era que hubiera demasiado que contar.

-¡vaya! Cuando veía a Meizuo salir estos últimos días de tan buen humor, jamás me imagine que su historia fuera así de caótica - comentó mi madre procurando no reírse a carcajadas como solía hacerlo cada que le contaban alguna cosa que yo hubiera y de la que no estuviera enterada. - la verdad fue toda una sorpresa saber que estaban saliendo, creí que volvería a tomarse un tiempo...

Solo quiera gritar “¡patrañas!”, porque mi madre sabía perfectamente que la situación con Alisa era un caos y también sabía lo de Mi-suk, esa mujer sabía todo pero se hacía la ignorante.

-hasta para mí es una sorpresa - confesó Alisa - no hace mucho que nos conocemos, yo soy de otro país, hay muchas diferencias...

-¡tonterías! - intervino mi padre, al fin le había visto fin a su plato y ahora estaba listo para hablar - cuando es el destino, no importa si se conocieron hace años o hace unas horas, uno sabe cuando es el indicado - él y mi madre habían tenido algo así, así que sabían muy bien de que hablaban - y la distancia no es problema cuando lo que sienten es real, que es la distancia sino más que un simple espacio...

-¿están diciendo que aprueban esto? - pregunté de la nada, no sabía si era una preocupación que había guardado o si realmente era por el calor del momento, lo que fuese lo había preguntado justo a tiempo.

-cierto, señor y señora Feng, me parece que nos hemos conocido este día de manera poco ortodoxa, pero también tengo curiosidad por saber si ustedes aprueban que su hijo salga con la pariente de una clienta, con alguien de otro país y cultura, o incluso con alguien menor - Alisa me sorprendía con la pulcritud que tenía al hablar, no parecía la misma que hablaba conmigo tan casualmente.

-bueno, señorita Romanov, lo cierto es que Meizuo pese a creerse un galán que puede conquistar a quien sea, es reservado a la hora de elegir con quien pasar sus días - comenzó a decir mi madre, de nuevo: ella sabía todo, tanto que daba miedo - hace poco más de un año corrió el infortunio de elegir y no ser correspondido, antes de usted fue elegido a la fuerza pero no por eso faltó a su palabra ni una vez... - así es, se refería a Caina y a Mi-suk, si eso sabía sin que yo hablara con ella no me podía imaginar que más sabia - así que ver que se divierte, que es correspondido y que está más feliz que nunca, es suficiente para que lo apruebe dejando completamente de lado, y me atrevería a decir que en realidad no me interesa en lo absoluto, que sea menor, que sea extranjera, que sea rica o que sea pobre, quien sea su familia y quien no, todo son aspectos que son irrelevantes para la felicidad de mi hijo, así que si, lo apruebo con gusto.

-además, señorita Romanov, se le olvida que mi propia esposa es mayor que yo, ella venía de una familia adinerada y yo no, ambos estábamos enamorados y eso bastó para que crecieramos como personas y profesionales - añadió mi padre - como dice mi esposa, lo importante es que sientan lo mismo, así funciona el destino y el amor, no hay porque etiquetarlo o describirlo, no hace falta...

Unplanned Love (Feng Meizuo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora