🧶CIENTO TRES🧶

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-¿qué les hace pensar que no me mandara al carajo en cuento me vea?-pregunté afligido.

-el hecho de que te amo, ¿no es una buena razón?

Aquella voz, habían pasado 3 meses desde la última vez que la escuché. Me levante de un salto de mi lugar, ¿de dónde venía la voz?

-hace un rato que estoy en llamada con ella - explicó Viktor sacando su teléfono de su bolsillo - interrumpió mi baño de relajación solo para reclamarme porque ninguno de nosotros estábamos con ella hoy...

-¡se fueron sin avisar, desagradecidos! - se quejo Alisa desde el otro lado de la llamada.

-ja y yo que estaba grabando todo como evidencia - soltó Shura, volvió a tomar su teléfono y reprodujo los últimos minutos de la conversación.

-malditos rusos, ¿son unos espías por naturaleza? - me queje en voz baja sintiéndome traicionado.

-¿espías? No suena mal - comentó Lev fingiendo tener una pistola en sus manos, se movió para quedar dándole la espalda a Shura y este lo imitó, ambos actuaban una clásica escena de espías.

-¡trío de idiotas! ¡No me ignoren! - grito Alisa, me dio un escalofrío al escucharla. - no les dije que dejaran de meter su nariz en lo que no les importa...

-lo siento hermana mía, pero si que me concierne - le dijo Viktor - entre tus interminables noches de fiestas y el aislamiento de Meizuo, todos estamos hartos.

-eso es por meterse en los asuntos ajenos - le respondió mi ex... Odiaba esa palabra.

-aja, pero el tema no es ver quien está de chismoso y quien no - soltó Shura. - el punto es que ya debiste escuchar a Meizuo y ya le contamos lo que piensas tu, así que ¿qué opinan?

Hubo un silencio, quería hablarle, pero este no era el modo, además, si habría la boca lo que saldría de ella, posiblemente, serían las mismas cosas horribles que la última vez.

-opino que... - comenzó a decir Alisa, hizo una pausa dramática - opino que son una bola de idiotas...

-ya lo sabíamos, pero mi pequeño se refiere a que opinas de lo que escuchaste de Meizuo - le dijo Lev, solo con ella y con Shura era amable.

-¿debería tener una opinión? - pregunto Alisa, conocía su timbre de voz a la perfección, hablaba como si tuviera un alambre de púas en el cuello, le estaba costando ser así de fria.

-si, deberías - le dijo Viktor en modo alfa.

-¿así como deberían estar conmigo justo ahora ensayando? - les cuestionó mi nov... Alisa. - dejen de perder el tiempo mejor, de comer o lo que sea que hagan y muevan sus traseros aquí al recinto para ensayar.

Dicho eso no dio tiempo de que alguno le dijera más, ella colgó primero dejando a Viktor con la palabra en la boca.

-bueno, no salió tan mal como esperaba - soltó él mismo, mientras guardaba su teléfono.

-fue solo una llamada, por teléfono todos dicen cualquier cosa - le recordó el negativo de Lev.

-y al final Meizuo no dijo nada - añadió Shura dejándose caer en el regazo de su novio.

Suspiré cansado, si durante el día había logrado ignorar el dolor de mi pecho, ahora no había modo de hacerlo. Me dolía tanto... Pero, ella no había negado nada.

Me arme de fuerzas y me lavante de nuevo.

-¡oh, Dios, no! Te toca ser el pañuelo Viktor, fue tu idea - se quejo Lev.

Seguro pensaba que de nuevo me iría a deprimir a mi habitación, lo había hecho hace una semana y los días previos, cada que la mencionaban.

-pero yo lo fui la ultima vez - se quejo el nombrado.

Negué fastidiado de los 3. No tenía tiempo para pensar en ellos y sus discusiones; con el impulso que sentía, me acerque a paso veloz a la puerta, tomé la llave de la habitación y abrí la puerta, ni siquiera necesitaba abrigo el vereno era muy caluroso.

-cierran cuando se vayan - le dije antes de salir corriendo hacia el elevador.

Presione el botón, pero tardaba en subir, no me quedó de otra que optar por las escaleras. Corriendo, con el corazón latiendo a máxima velocidad y punzadas aleatorias, salí del hotel, llamé un taxi y le di la dirección del recinto.

De los 30 minutos de camino, logré que fueran 15 tras ofrecerle un poco más de la tarifa del viaje al conductor, me lo pude ahorrar llamando a mi chófer, pero este tardaría en llega. Cuando por fin estuve en el recinto, con la copia de la llave me las arregle para entrar por la puerta trasera y recorrer sigilosamente el lugar hasta llegar al gran escenerario, donde Alisa estaba.

Hacia tango que no la veía bailar, yo había dejado de asistir a cada presentación, solo hiba a la inauguración y cuando asistía, me las ingeniaba para llegar a mitad de la obra y salía poco antes de que terminará; Akiko fue la más inconforme con mis acciones, pero el querer conservar su trabajo la mantenía en silencio (aunque si me hubiera dicho algo, al tener razón, no la habría despedido). De cualquier forma, ahí estába, yo volviendo a ver a Alisa bailar; llevaba el cabello suelto, unos pantalones deportivos y una playera muy holgada que se movía y dejaba al descubierto algunos trozos de piel en cada movimiento.

-¡maldición! - se quejo cuando sus zapatillas de ballet se rompieron de la nada a mitad de un giro.

Se detuvo y se agachó para quitarse las zapatillas; desde mi lugar era evidente que aquellas zapatillas estabas desgastadas por tanto uso, pero no era eso lo que me preocupo, lo que lo hizo fue ver los moretones en sus pies, seguramente se había estado matando ensayando sin descanso. Y lo seguiría haciendo, pues son importar sus zapatillas, las dejó de lado y volvió a intentar el giro que estaba practicando.

-si Nadenka se entera hará un drama por esto... - comenté saliendo de las sombras en las que me escondía.

Alisa se detuvo de golpe y miró en mi dirección con sorpresa o shock, o ambas.

-ordene un trío de tontos, no un idiota asiático - respondió con una seriedad que daba miedo.

-creeme, nadie más que yo desearía deshacerme de esos 3, pero casualmente están fastidiandome por  culpa de una bailarina testaruda - me queje en mi defensa, seguía acercandome a ella.

Quedamos a un solo metro el uno del otro, me miró con enfado, pero más que eso, parecía apuntó de llorar y yo sentía ganas de arrancarme el corazón.

-que curioso porque yo recuerdo que... - comenzó a decir, se notaba que cada palabra que decía le costaba ser pronunciada, lo mismo para mí.

Mi cuerpo se movió solo acortando la distancia entre ambos todo lo posible, lleve mis manos a su rostro y la bese, temiendo ser alejado... No fue así, ella me correspondió... Estaba llorando, podía sentir sus lágrimas escaparse entre mis manos... Me dolía, me dolía demasiado... La extrañaba, cada centímetro de mi la pedía a gritos, cada idea era sobre estar a su lado, cada recuerdo era de su sonrisa... Y aquí estábamos, sintiendo nuestro mundo desmoronarse mientras nos dábamos el primer último beso...

Unplanned Love (Feng Meizuo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora