2. Soluciones

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NATASHA

— ¿En dos días?...— exclama Monse, una de mis amigas mientras se detiene en seco en medio de la acera. Sus ojos verdes se clavan en la frialdad de los míos y niega con la cabeza moviendo esa melena castaña. — Imposible...— bufa enojada. — Para alguien que se limpia el culo con dinero no sería nada, pero para nosotras, unas chicas universitarias con trabajos de medio tiempo que solo nos cubren la comida y otros pequeños gastos... Es imposible.

— He tratado de hablar con mi papá, pero...

— ¿Pero...? — Ruth me abraza por los hombros, es más alta que yo, ni mis 1'75 me salvan de verme como una hormiga a su lado. Su hermoso cabello negro está recogido en una cola de caballo algo desaliñada y sus ojos avellana caen sobre los míos esperando una continuación, sus mejillas están algo coloradas y se ven mejor sus pecas.

— Todavía no me lo coge...— suspiro reteniendo las lágrimas. — No tengo a donde ir...

— Te puedes quedar con nosotras...— dicen ambas, pero me niego, no puedo perder mi espacio.

— Es un gran gesto chicas, pero...

— Tomamos las vacaciones en unas semanas, si él pudiese darte algo de tiempo, podríamos tomar más trabajos extras y pagarle a ese viejo pervertido...— señala Ruth.

— Pero solo me dio dos días y ya consumí uno...— sujeto mi rostro con desesperación. — No puedo creer lo que está pasando...

— Tranquila...— susurra Monse. — Puedo tirar de mis contactos y conseguir por lo menos mil dólares...

— ¿Tus amigos prestamistas?...— la miro poco convencida.

— Esos tipos no son de fiar...— añade Ruth, su experiencia con esa gente no era buena.

— No, es una mujer...— cruzamos la carretera. — No la conozco en persona pero una amiga de una amiga sí, puedes incluso pedir la cantidad que necesitas e ir devolviéndolo en...

— “¿Cómodos plazos?”...— me río. He visto muchas películas de esas, nunca acaban bien.

— Es una solución, no la más fiable pero recuerda que solo te queda un día...

Nos detenemos frente a su residencia y observo el lugar, no está nada mal, pero es tan difícil conseguir un cuarto ahí que me tuve que quedar en un piso de un edificio asequible, aunque ese señor no hace más que subir y subir más la renta.

— Es salir de un problema para caer en otro...— dice Ruth.

— Que no...

Dejo de escucharlas al observar el panorama completo, no solo se trata del piso, mis clases, mis tratamientos médicos y otras responsabilidades también se incluyen. Ya me hacía cargo de eso con mi salario pero con lo del piso se iba a volver difícil. Necesito un milagro.

— ¿Y sabes dónde encontrarla?...— pregunto antes de cambiar de opinión. Mis amigas me miran confundidas, como si esperasen que me resistiera aún más.

— Natasha...— reclama la pelinegra.

— Sí...— responde Monse acercándose a mi oído. — Pero es secreto...— abre su bolsa, toma un cuadernillo, escribe una dirección y me entrega la hoja. — No se lo digas a nadie...

— ¿No me vas a acompañar?...— la miro nerviosa.

— Solo puedes ir tú, no les gusta la gente que va de sobra...— explica con tranquilidad.

— Están locas...— Ruth nos da la espalda. — Eso no es seguro... ¿Y si la secuestran o la violan?...

— ¡Ruth...!— la miro muerta de miedo.

— Una amiga lo hizo y consiguió pagarla sin necesidad de llegar a más, tú solo negocia adecuadamente y podrás conservar tu piso...

— Eso...— observo la hoja algo indecisa, la aprieto con mis dedos y recuerdo el rostro de mi casero. Suspiro y asiento. — No hay de otra...— sonrío con debilidad.

Algunos pensarán que es solo un piso, que debo abandonarlo, que no lo vale, pero soy una persona con poco equilibrio emocional y ese lugar es como mi refugio y debo conservarlo cueste lo que cueste. Anhelaría amanecer con el ruido del tráfico, ver el Sol desde mi balcón, los gritos de los Walters, hacer ejercicio en esa vieja escalera y disfrutar del silencio de los domingos. Me recordaba mucho a mi hogar, ahora estaba lejos de él.

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Dyn❤️

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