138. Dyn: Adiós [Últimos Cap]

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CHRISTIAN

— ¿Entonces eso es de lo que ibas a encargarte?...— golpea el escritorio con sus dedos, creando una pequeña melodía.

Un suspiro escapa de mis labios, me acaricio el cabello y asiento.

— Era un problema que debía solucionar...

— ¿Así es como le dices a matar?... — me mira y no puede ocultar su molestia.

— Mario...— estiro el brazo para agarrar su cintura y obligarlo a sentarse en mi regazo. Su aroma me embriaga, es tan dulce. — Existe una jerarquía, un orden y una cárcel de la que no podemos escapar... Por eso todo debe ser como está establecido, si alguien falla se le elimina, si roba, traiciona o trata de vendernos, debe morir. Es la ley...— mi voz sale fría y sin sentimientos.

— ¿Ley?...— arruga la nariz. — Eso suena a que están...

— Enfermos...— completo soltando mi agarre. — Lo estamos y entiendo si en algún momento crees que no puedes seguir con esto...— no voy a atarle a mi infierno. — Yo no te voy a...

Siento sus labios sobre los míos, su beso me obliga a tragarme las palabras. Se mueve lento y con mucho cuidado. Sus manos viajan a mi cabello mientras se acomoda a horcajadas, creando más fricción.

— ¿Quién dijo que estoy asustado?...— pregunta jugando con mi cabello.

— ¿No lo estás?...— mis manos atrapan su cuerpo. Se ríe y sacude la cabeza en negativa. Sus ojos brillan al mirarme, en ellos encuentro ese sentimiento ingenuo que solo mi hermana me transmitía: amor.

No soy capaz de cambiar lo que pasó, ni tampoco de cambiar todo lo que soy ahora, pero puedo cambiar contigo, y al igual que Charlotte lo hacía conmigo, voy a darte lo mejor de mí...

— Te quiero, Christian...— susurra sobre mis labios y vuelve a unirlos en un beso, sin darme tiempo a reaccionar a su confesión.

Mi corazón se acelera al escuchar eso por lo que rápidamente correspondo a ese maravilloso beso. Su cuerpo se siente tan cálido que soy incapaz de controlarme. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez.

— ¿Estás hambriento?— sonríe divertido cuando me levanto con él y dejo su cuerpo sobre el escritorio.

— No sabes cuanto...— mi respuesta se escapa en un gruñido. Ataco su cuello y comienzo a quitarle la ropa sin perder ni un solo segundo. Su piel es tan pálida que su cuerpo queda marcado por mis dientes y chupetones.

— E–esto...— su voz se corta al tratar de detenerme. Bajo lentamente por su abdomen hasta alcanzar sus pantalones.

— Eres tan fácil de excitar...— agarro sus pantalones para bajarlos. Sus manos agarran el cuello de mi camisa y me acercan para besarlo. No hay nada más placentero y tentador que su boca, deseo volver siempre a ella, a su calidez, a...

«Mierda»

Me detengo antes de unir nuestros labios, una fuerte punzada golpea mi pecho y dejo salir todo el aire retenido en mis pulmones.

— ¿Christian?...— su voz sale distorsionada.

Me aparto sintiendo una segunda punzada, más dolorosa que la anterior. Ésta me obliga a retirar los primeros botones de mi camisa, siento que me asfixio, que mi corazón está ardiendo y duele.

— ¿Qué te está pasando, Christian?...— todo se distorsiona cada vez más. Mi vista se nubla por unos segundos y al recobrarla veo el rostro de mi hermano en un flashback que desaparece al instante. — Christian, que...

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