95. Dyn: pasado

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MARIO

Christian duerme acomodado en mi pecho, se abraza con fuerza a mi cintura y lo siento tan extraño como la batalla que libra en sueños. No importa que se haya calmado antes de quedarse dormido, ahora vuelve a batallar en sueños. Quiero saber qué es lo que le está molestando, pero algo me dice que es un pozo sin fondo que podría hundir mi alma.

CHRISTIAN

«¡Oye, no te acerques a él si quieres seguir respirando...» constantemente escuchaba esos comentarios, eran susurrados con miedo y terror, eran las leyes de todo aquel que asistía en esa escuela.

«¿Por qué?...» preguntó él. Era nuevo e iba tres cursos por encima, casi terminaba. ¿Por qué se cambió en último año? No lo sabía, pero me causó curiosidad, la misma que me obligó a mirar de reojo y encontrarme con esos ojos azules, un mar en verano, un punto cálido.

«Él es Christian Wagner, el último hijo de la familia Wagner... Se rumorea que son mafiosos y sus hermanos harían desaparecer el cuerpo de cualquier persons que se atreviera a molestarlo. » Era cierto lo que decían, sin embargo, yo nunca le pediría eso a mis hermanos. «La mayor, Charlotte, a veces viene a recogerlo... Esa mujer transmite el hedor del Inframundo... Ni siquiera serías capaz de verla a los ojos...» Charlotte era el mismísimo demonio.

«Solo aparenta no serlo...»

Hubo un momento en el que fui bueno, parece increíble, pero es la verdad. En esos tiempos mi sonrisa iluminaba tanto que parecía irreal, era una paloma blanca volando entre nubes de humo. Yo era inocente, lo juro.

Cansado de siempre oír lo mismo me levanté y caminé hacia la salida del comedor. Odiaba comer ahí, la gente no se me acercaba y todos me veían raro. Tal vez era por los hombres que casi siempre cuidaban mis espaldas o era por mi rareza.

« ¡Ey!...» sus pasos sobre las hojas secas hicieron un ruido sordo que denotaba paz. Al tenerlo a un costado no supe cómo reaccionar. Mis guardias ya tenían las armas cargadas, le miré pidiendo que se fuera, pero lejos de eso, hizo lo que nadie se atrevió a hacer antes. «Soy Matteo, aunque mis amigos me dicen Matt...» me extendió la mano.

Su sonrisa, su voz, su mirada, todo parecía ser sincero, todo inspiraba confianza, todo era una mentira dulce que mi noble corazón acogió emocionado.

«Christian...» acepté su saludo.

Hasta ese entonces no supe la facilidad con la que te podía gustar una persona, era extraño como el simple roce de nuestras manos provocó una colisión en mí. Me puse colorado, se rió, no en burla sino de verdad. Era mi primera interacción real con alguien fuera de la mafia y me gustó.

«¿Qué pasa pequeño?...» sus manos acariciando mi cabello eran una bendición. Charlotte era fría con las personas, ella incluso torturaba a Christopher, pero conmigo era diferente, es como si tuviera doble personalidad y esa solo la conociera yo.

«Me siento extraño...»

Habían pasado dos semanas de mi encuentro con Matt, desde entonces él se había acercado otras veces, no hablábamos mucho, simples saludos. Incluso se sentaba a comer conmigo sin importarle las miradas de los demás. Él era diferente y me estaba volviendo diferente a mí también.

«¿Por qué...?» esa voz que me hablaba con cariño era la misma que amenazaba a las personas. Yo nunca la jugué porque ella nunca me hizo daño, y aún así no pude evitar su muerte.

« Creo que me gusta alguien...» susurré, estaba seguro de que me rechazaría, ella se veía tan imponente.

«¿Alto, pelinegro, ojos azules, diecisiete años, familia de bajos recursos y recién mudado a la ciudad...?»

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora