CHRISTOPHERElla no sabe lo que acaba de hacer y se va a arrepentir de ello. Dejar que me acerque ha sido su peor error porque ahora, sin importarme mis tratos con Verónica o todo lo demás, ella aceptará ser la siguiente en mi lista, será mi perra y se va a arrastrar en mi cama cada que a mí me apetezca.
Tenía razón en creer que oírla gemir sería algo jodidamente sexy, todo en ella lo es. Su hermosa piel morena, sus dulces y suaves labios, sus caderas, su trasero, sus senos... Ahora sí acepto mi obsesión, antes solo era por el puro placer de usarla y tirarla, ahora quería algo más que una noche. No hablo de una relación, sino de que se convierta en mi nueva sumisa, obediente y dispuesta a combinar placer con dolor.
Que huya, igual, solo es el inicio.
NATASHA
Mi pecho sube y baja mientras ingreso al vestuario, algunas compañeras se están cambiando por lo que rápidamente entro al baño buscando un rincón solitario. Al entrar al lavabo cierro con el seguro y me acerco al espejo.
«Dios, estoy hecha un desastre». Mis labios están rojos, y no por el labial sino por la intensidad del beso.. Han sido atacados ferozmente por ese maldito imbécil. Mis mejillas tienen un ligero tono rojizo, mi cabello, a pesar de mantener la cola, está echo un desastre, algunos mechones se pegan a mi rostro, húmedos y aún más oscuros. Tengo los ojos bien abiertos, mi color café brilla como nunca, y es que todo mi cuerpo está reaccionando como nunca. Parezco una chica virgen que acaba de tener su primer contacto con un hombre. Dios, he estado con hombres atractivos, con cuerpos de infarto que me cogían hasta hacerme temblar, ¿Por qué mierda me altera tanto ese hombre? Ni siquiera no hemos hecho algo de otro mundo, solo nos dejamos llevar y hemos acabado con sus dedos en mi interior...
«Prepago» esa palabra retumba en mi cabeza mientras bajo la mirada a mi cuello, a esas marcas que han dejado sus largos dedos. Huellas rojas y claramente visibles que ve llevan al recuerdo de cuando sus fríos labios besaron mi cuello. Acaricio lentamente el lugar tocando a un lado, casi rozando mi hombro, las marcas que dejaron sus dientes al retener mi piel y tirar de ella con fuerza, como un animal tomando su cena.
Suspiro de manera involuntaria, ni siquiera puedo negar que por más que dolió, el placer era más grande, tan grande como la lujuria que se había apoderado de ambos.
- Eres una idiota...- me regaño viendo como de marcada tengo la piel, incluso por encima de mis senos. Él es un salvaje y aún así, sentí que se contuvo conmigo.
Me quito la máscara, la dejo a un lado y me mojo la cara tratando de despejar mi mente. Ahora que veo mi rostro totalmente al descubierto solo puedo pensar en lo que podría pasar si él me la hubiera quitado. Ni siquiera quiero estallar en eso, respiro y vuelvo a mojarme la cara. Suelto la cola de mi cabello y dejo caer mis rizos, que se pegan a mi rostro. Lo mojo suavemente y lo utilizo para cubrir mi cuello.
«Quiero follarte en este momento » su áspera voz invade mi mente y me niego a recordar mil veces más ese preciso momento en el que deseaba que cumpliera ese deseo, porque no se lo iba a impedir, al igual que no impedí que llegáramos hasta ese punto tan íntimo .
- Ya basta, Natasha...
«Mientes...» sus ojos al encararme, llenos de deseo, lujuria y ese abismo oscuro que se siente como el infierno. «No me mientas, pequeña...»
Me muerdo el labio con esa imagen y maldigo al sentir como mis partes bajas palpitan necesitadas. Todo mi cuerpo se siente caliente, deseado, mis piernas tiemblan como la gelatina y me sujeto al lavabo. No tengo ni tiempo de recuperarme, cuando escucho un par de golpes a la puerta. Mi corazón se paraliza creyendo que es él quien golpea y rápidamente me pongo la máscara, pero se relaja al escuchar la voz de Verónica.
- Sal...- me dice y vuelvo a sentir un sudor frío en la espalda.
Me miro otra al espejo, reviso que todo aparente estar bien y ensayo un rostro calmado que pueda convencer a la peliblanca de mi perfecta estabilidad.
- ¡Hola!...- saludo saliendo del baño. Ella me mira atentamente a los ojos, baja a mi cuello y se detiene ahí por unos segundos. Sus intentos ojos azules captan una marca y eso me hace cubrirla rápida con mi cabello.
- ¿Estás bien?...- me pregunta, se siente como si supiera que mi cita con Christopher ha sido un desastre.
- Sí...- respondo tranquila, evito su mirada y camino hacia la salida de los baños.
- ¿Segura?...- insiste y asiento, no tengo fuerzas para hablar. - Espero que Christopher esta vez haya sido...- busca las palabras que quiere decir. - Normal...- dice finalmente.
«¿Es normal que me diga que quiere cogerme en ese cuarto?» me pregunto algo estúpida. Claro que no es normal, pero tampoco se lo voy a decir a Verónica, ya que no puedo asimilarlo ni yo misma.
- Supongo que sí...- la miro unos segundos y agarro mi bolso. - Ah... Debo entregar unos trabajos de clase...- empiezo a decir buscando una excusa para largarme.
Ella vuelve a mirarme, me revisa de arriba a bajo y suspira, acariciando su perfecto cabello blanco.
- Puedes irte...- me dice entregándome mi pago. Lo cojo y asiento, volviendo a entrar al baño.
Quiero largarme de aquí, ahora mismo. Mientras me voy a cambiar marco el número de Mario, hoy necesito desahogarme.
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BÁILAME (+18)
Romance- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...