NATASHAMario me observa disimuladamente mientras caminamos de regreso a casa. Ambos parecemos no haber empezado el día con buen pie, y menos las clases. Yo por mi parte tuve una mala noche.
Después de encarar a Christpher, algo totalmente arriesgado, se fue sin más. Fue extraño, pero lo agradecí ya que no sabría como lidiar con su presencia. A pesar de eso me quedé con la angustia y el miedo que se apoderaron de mí en el momento en que sentí su presencia en mi casa. No pude dormir pensando en que volvería, que abriría los ojos y le vería ahí parado, viéndome con esos ojos mientras sostiene un arma con el que acabar con mi vida. Todavía sigo sin asimilar lo que pasó.
Mi amigo se ve igual de pensativo que yo, de hecho, camina en otra órbita. Su rostro, casi siempre inexpresivo, hoy muestra una mezcla de enojo y tristeza.
— ¿Estás bien?...— pregunto enganchada a su brazo. Su mirada vuelve a mí un par de segundos, los suficientes para saber que no.
— Sí...— responde en frío y llevándose las manos a los bolsillos. Está muy raro.
— Estás muy pensativo...
— Tú también...— ataca al llegar a la entrada del edificio.
— Y te ves molesto...
— También...— acelera sus pasos en la subida.
— ¿Te pasa algo, Mario?...— le sigo por detrás y ni se voltea a verme.
— Tal vez...
Molesta agarro su brazo con fuerza.
— ¿Quieres dejar de responder de esa manera?...
— ¿Cómo esperas que te responda...?— me pregunta molesto. Arrugo el entrecejo y niego.
— Pues no como llevas haciéndolo todo este tiempo...— ignoro su comportamiento y me aferro a él en un fuerte abrazo reconfortante. — ¿Estás bien? — repito.
— No lo sé...— confiesa en un largo suspiro. Descansa su barbilla en mi hombro y vuelve a suspirar. — He cometido muchos errores en los últimos cuatro meses...— la carga que sostiene sobre esas palabras pesa tanto que se le nota cansado. Esa sensación me resulta tan familiar.
— Yo también...— acaricio su suave cabello.
— No creo que los tuyos sean tan graves...— se aleja para verme a los ojos.
— Lo son y no sé cómo remediarlos...— confieso con la voz temblorosa. — He hecho cosas de las que me avergüenzo y que necesito decir, pero siento que nadie me va a entender...
— Tengo esa sensación constantemente...— sus ojos se cristalizan y siento como las grietas de mi corazón se hacen más grandes. — Y creí que todo había acabado con nuestra separación, pero por algún motivo siento que solo lo dejamos inconcluso, que a veces la costumbre puede más que el amor, o simplemente la costumbre se convierte en deseo, el deseo en gusto y el gusto en... Amor...— susurra la última palabra con dificultad. — Tres meses con una persona no se van de la nada y sin previo aviso, eso me enoja... Estoy enojado Natasha...— se frota el rostro mientras continúa nuestro camino. — Nunca ha sido fácil lidiar con él, es bueno de cara y horrible por dentro...— ¿Está hablando de Christian? — Él es como esos frutos que brillan en los árboles, que saben a gloria, pero están podridos y no te das cuenta hasta que ya es demasiado tarde...
Se detiene en mi puerta y se apoya a ella con la respiración algo caótica.
— No sé por qué cuando sabes que te vas a quemar más te acostumbras al fuego...

ESTÁS LEYENDO
BÁILAME (+18)
Romance- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...