11. Un mes

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NATASHA

No sé que se supone que estoy haciendo, estoy caminando de nuevo por esa calle, que a diferencia de aquella noche, en ésta se siente más fría y siniestra. En todo un largo camino solo se ve al grupo de cuatro guardias que custodia la puerta. Mis piernas tiemblan a cada paso, quiero negarme a continuar, darme la vuelta e irme, pero ¿Qué me espera en casa? Una situación que no puedo cambiar con esperanzas de encontrar algo mejor que esto.

Arreglo mi máscara antes de llegar a los guardias, esta vez quise venir más cuidadosa. En mi mano derecha sujeto una bolsa con el traje y con la izquierda agarro mi abrigo tratando de calmar mis nervios.

Por un momento pienso que no me van a dejar pasar, pero al acercarme abren la puerta sin cuestionar absolutamente nada. Yo saludo en un movimiento de cabeza y regreso al lugar del que había huido antes. Hoy soy capaz de guiarme a mi destino, obviamente el despacho de Verónica. Paso por la zona ruidosa, varias chicas estan bailando, algunas con los pechos sueltos, sin ninguna maldita tela.

“Yo no pienso hacer eso” me digo a mí misma mientras abandono esa zona e ingreso al pasillo, el mismo en el que había tenido la desgracia de encontrarme con ese idiota.

Respiro un par de veces antes de tocar la puerta, el silencio es mi respuesta, pero finalmente se escucha un “adelante”, está claro que es la albina, y lo confirmo al ver su pálido rostro. Ella no muestra ninguna expresión, pero esos ojos azules vuelven a hacerme sentir pequeña, muy pequeña.

— ¡Hola!...— saludo algo nerviosa. Ella me mira de arriba a abajo, cierra los papeles que está leyendo y sostiene su cabeza sobre sus entrelazadas manos.

— ¿Qué haces aquí?...— me pregunta, no hay enojo en su voz, tampoco se nota contenta con mi presencia, bueno, prácticamente no nos conocemos, no puedo saber si siempre es así.

— Pues...— tragó saliva y respiro tratando de encontrar las fuerzas necesarias para hablar.

— No es estoy para perder...

— Estoy buscando trabajo...— la interrumpo, se ve impaciente, pero después su mirada vuelve a calmarse y una pequeña sonrisa siniestra se muestra.

— ¿Trabajo?...— toma una caja sobre su escritorio, saca un cigarro y lo prende con un mechero que hasta ahora no había notado en sus manos. — ¿Me estás contando un chiste?...

— No...— respondo firme. Ella sonríe y deja salir el humo por su nariz.

— ¿Estás dispuesta a trabajar en un lugar como esté?...— su pregunta sale dudando de mi determinación, incluso yo dudo.

— Solo será por un mes...— digo y ella hace una mueca que no logro entender. — En un mes conseguiré el dinero suficiente que necesito y me iré...

— No quiero chicas pasajera...— aplasta su cigarro en el cenicero. — Siempre traen problemas...— asegura y niego.

— Estoy pasando por un mal momento...— me acerco a su escritorio y dejo el bolso con el traje. — Solo necesito este mes...— suplico, mi voz se rompe porque sigo pensando en mis problemas y necesito solucionarlos. —  Un mes y podré volver a mi vida normal, solo necesito este trabajo para solucionar mis problemas...

Ella no me dice nada, se levanta de esa silla de cuero y toma la bolsa que traje, la revisa con poco interés para luego mirarme intensamente.

— Si trabajas aquí estarás obligada a vestirte como yo te ordene...— me dice en ese tono que intimida. — O lo ordene el cliente en el privado...— odio esa palabra, pero asiento — Porque a diferencia de la última vez tendrás que realizar bailes privados...— se va acercando. — Sin importar de quién se trate...

Sé que se refiere a lo que pasó con el imbécil ese, y sé que puedo volver a encontrarme con él, pero no puedo negarme, necesito el maldito dinero.

— Lo sé... Y estoy dispuesta — asiento sin dudar más, solo será un mes, un mes se pasa volando.

— Este club es muy exclusivo, nuestros clientes no son personas simples, tienen mucho dinero y poder...— toma su teléfono y la veo teclear un par de cosas. — Por lo que te daré un consejo...— aparta su mirada del teléfono y me mira. — Aléjate de ellos en lo personal y solo baila, es por tu bien...— eso suena más a una amenaza. Su teléfono vibra en su mano, lo observa y se pone más seria. — Ve a cambiarte...— vuelve a su sillón. — Habitación 6.


BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora