116. Dyn: mía

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NATASHA

Finalmente nos quedamos ahí para pasar la noche, no hicimos nada que ante nuestros ojos no pareciera de otro mundo, aunque si fue extraño dormir a un lado de Christopher sin sexo de por medio.

Visité a mi padre, me despedí como era debido y traté de largarme lo antes posible del hospital. En ningún momento ví a Dominic, de hecho ni le pregunté a Christpher al salir de la habitación. No quiero volver a saber nada de él, estoy harta de que siempre me arrastre a sus mierdas.

El resto del día, después del hospital, me la pasé estudiando por el cel. Christpher me dijo que tenía asuntos que arreglar y se fue. Regresó en la noche con un traje nuevo, pero pude notar la sangre en sus zapatos.

Me pregunté si estaba tan segura de estar con él, aunque no teníamos nada definido y no sabía cómo iba a ser al llegar a Nueva York. No era una ciega para no saber que lo que sea que haga Christpher en su día a día debe ser ilegal, no como los negocios absurdos de mi hermano, los que él maneja parecen ser aún más peligrosos.

Esas ideas invadieron mi mente durante la cena, pero se largaron cuando entró a mi habitación y se tumbó a mi lado sin decir ni una sola palabra. Lo extraño es que su frialdad no me incómodo, era bueno saber que alguien dormía a mi lado y me cuidaba, porque eso sentí, me sentí segura.



— Gracias por traerme...— me digo al estar frente a mi edificio. Salí de esta ciudad solo con mi bolso y regreso con una maleta de ropa costosa que no pedí, pero que tengo prohibido devolver.

Traté de rechazar su regalo, pero no me dejó más opción que aceptarlo.

Asiente con la cabeza. Ha estado algo callado durante en viaje de regreso, aunque supongo que prefiero su silencio a que la cague con alguna estupidez que salga de su boca.

— Deberías entrar y descansar...— susurra evitando mostrar emoción, pero en el fondo sigue preocupado.

Es tan extraño ver que él se preocupa...

— Claro...— miro mis manos algo nerviosa. Sé que debo tomar la maleta e irme, sin embargo, también sé que irme a sí se vería incómodo o algo así.

«¡Ahhh! ¿Qué digo?...»

— Me voy...— susurro agarrando la maleta, doy una pequeña vuelta y siento su mano en mi cintura. Mis ojos buscan los suyos expresando sorpresa.

Me ignora por completo y de un tirón me pega él. La mano en mi cintura se aferra con más fuerza, la otra agarra mi cuello, me obliga a alzar la cabeza y me sonríe con malicia. Mi corazón da un brinco ante la perfección que muestra y se acaba de suicidar cuando posee mi boca con ese dominio que lo lleva a mil por hora.

El Christpher tierno desaparece en ese beso, su lengua recorre mi boca, se enreda con la mía y ambos ahogamos nuestros gemidos en ese beso asfixiante. Lentamente afloja el agarre en mi cintura bajando hasta mi trasero, lo acaricia para luego apretarlo con fuerza. Suelto un jadeo, pero no conforme con eso, la mano que sostiene mi cuello busca uno de mis senos y lo amasa jugando con mi pezón, el cual se dibuja en la tela por la tensión.

Pierdo la cabeza con todo lo que me está haciendo en la calle, a plena luz del día y bajo la mirada curiosa de algunos vecinos. Deseo apartarme y al mismo tiempo no. Ese es el efecto que provoca en mí, me quema y me atrae al mismo tiempo.

— Dios...— susurro sobre sus labios recobrando la respiración.

Me mira fijamente, acaricia mi cuello apartando mi cabello, deja un beso el ahí y lame mi piel hasta saborear el lóbulo de mi oreja. Vuelvo a jadear sintiendo como mis piernas empiezan a flaquear.

— Natasha...— me susurra al oído. Su voz es tan hipnotizante, tanto que ardería en el infierno si me lo pide. — Dile a ese idiota que no vuelva a aparecer por tu puerta...— dice molesto.

Me aparto confundida y es cuando ya no soy tentada por su calor que noto la presencia de Dexter a unos cuantos pasos de nosotros. El pelinegro me mira con una expresión triste y eso me hace sentir mal, aunque no tanto como el hecho de que Christpher me haya besado solo por la presencia de Dexter.

— ¿Por eso lo has hecho?...— pregunto molesta.

— Nat...— da un paso quedando a escasos centímetros de mi rostro, acaricia mi mejilla y me obliga a mirarlo. — No...— besa de nuevo mi cuello y me da un pequeño mordisco. Se me escapa un grito de dolor. — Ahora eres mía, puedo tomarte donde quiera, cuando quiera y como quiera...— susurra en ese tono terrorífico. Sus ojos se oscurecen y veo el mismísimo abismo.

«¿Esto eres?...»

— Debo irme...— le digo sin poder ocultar mi enfadado.

— ¡Oye!...— me lo impide regresando a mi oído. — Dije que eres mía, no mi mascota...— susurra y no sé porqué mi corazón se acelera con esa absurda confesión. — Yo cuido lo que es mío...— finaliza acariciando mi cuello.

Entonces caigo en lo que pasó en la piscina de su casa con Dexter y en como le mentí diciendo que era mi novio. Una risa se me escapa y niego con la cabeza. Me acerco a su oído y dejo un pequeño beso.

— Él nunca fue mi novio...— confieso y rápidamente me alejo. Una sonrisa se dibuja en sus labios, es raro verle sonreír.  — Gracias por traerme, señor Wagner...— me despido indicándole que ya es momento de irse.

Le lanza una mirada a Dexter, arde en llamas, pero suspira y abre la puerta de su auto.

— Nos vemos, Natasha...— dice y entra para luego marcharse.

«Por lo menos se ha ido sin armar un problema» suspiro cansada. Ese alivio dura menos que mi optimismo en los días de reglado al recordar a Dexter.

— Dexter...— le miro sin saber que decir. Él tampoco no dice nada y me incomoda. Supongo que Christpher no dejó nada a la imaginación. — Hola...— susurro apenada.

— ¿Solo amigos?...— pregunta algo molesto recordándome mis excusas.

— Él fue antes que eso...— digo y sus ojos verdes se oscurecen, aunque lucha por mostrarse tranquilo.

— Entonces, ¿Están juntos?...

— Yo...

— Claro...— me corta. — Te lo follaste en el baño de esa mansión, eras tú...— me echa en cara y ruedo los ojos.

No tengo energía para discutir ni dar explicaciones.

— Sí... Y como te repetí en estos tres meses, no me interesas en ese sentido... Nunca te mentí, por lo que puedes ser mi amigo o ignorame, porque en este momento solo necesito un amigo...

— ¿Alguien al que acudir cuando ese criminal se aburra de ti?...— alza la voz.

— Bien, Dexter... — agarro mi maleta. — me acabas de dar tu respuesta...— le digo entrando a mi edificio.







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Dyn 🖤

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