Aviso: contenido sexual explícito.NATASHA
- ¿Qué es este lugar?...- pregunto perdida entre tantos artilugios. Sé para qué sirven, pero quiero hacerme la estúpida para no temblar y darme la vuelta.
- Mi santuario...- me susurra al oído mientras agarra mi mano y me guía por un pasillo lleno de fetiches: látigos, coreas, esposas, cadenas, ¿Pinzas? Y muchas cosas que no conozco ni entiendo que piensa hacer con ellas.
- Esto no parece un santuario...- le respondo al llegar a una sección entera de lencería jodidamente reveladora. Mis ojos se agrandan al verla, ¿Quién se pone eso?... ¿Con quién comparte este lugar?.
- ¿Te gustan?...- se voltea a verme. Evito su mirada muerta de nervios y le escucho suspirar. - Los elegí para ti... - siento su aliento en mi cuello y me remuevo. - Elije uno...
- ¿Para qué?...- mi cuestión hace que su rostro se vuelva más serio. Suelta mi mano y camina hacia el final del pasillo, abriendo una puerta que da a otro cuarto.
Le doy un último vistazo a ese pasillo tan revelador y sigo sus pasos cruzando la puerta que un minuto antes él había cruzado.
«¿Santuario?» Me detengo abruptamente. Mis pies se anclan al suelo impidiendo que continúe, así mis ojos revisan con más cautela lo que están viendo, el ambiente de este cuarto, la sensación tan extraña que transmite la decoración...
Veo tres camas... ¿Para qué tantas?. Una con barras metálicas en cada esquina, enorme y bien arreglada. A su lado hay una enorme mesa llena de esos objetos, llamándome más la atención unas cuerdas muy extrañas. La segunda cama cuenta con una cadena que sale desde el techo y desciende hasta cierto límite para después abrirse en cinco y sostenerse por otras cadenas más pequeñas que igual se clavan en el techo. La tercera no sé si llamarla cama ya que en vez de estar en el suelo está en la pared, rodeada por cadenas que sobresalen de cada esquina.
Cada cama se encuentra a un lado de la habitación, teniendo distinta iluminación: bombillas rojas, azules y una mezcla de ambas. Hay un sofá de esos sexuales, una figura demasiado incómoda en forma de X gigante y llena de cadenas. Una mesa enorme que comparte la misma peculiaridad. Todo en este lugar está diseñado para encarcelar a una persona.
- Christopher...- su nombre se me escapa al verlo acercarse con un collarín en la manos. Se ha desecho de su chaqueta, ahora su pecho está algo desnudo, su cabello desaliñado y su rostro expresa una oscuridad enfermiza.
- ¿Ya elegiste dónde quieres jugar?...- pregunta. Su voz arrasa con la última pizca de calma que me queda, me volteo a revisar de nuevo la habitación y sacudo la cabeza en negativa.
- ¿Éste era el lugar que querías mostrarme?... ¿Esperas que juegue de esta manera?...- mi entrecejo se arruga ligeramente. - ¿Eres incapaz de controlarte y pretendes que te dé todo el dominio de mi cuerpo?...- una risa nerviosa escapa de mi boca y me volteo para salir de aquí.
- Natasha.. - camina hacia mí sujetando con más fuerza el collarín. - Podrás detenerlo cuando ya no lo resistas...- deposita una mano en mi cintura y me atrae a su cuerpo. La forma tan salvaje en la que me mira me hace estremecer.
- ¿Eso te funciona con las demás?...- pregunto tratando de no perderme en su cercanía.
- Eres la primera a la que me propongo castigar siguiendo las reglas...- susurra sobre mis labios para luego besarme con una intensidad poco habitual.
Su beso es ardiente, asfixiante, altera todo mi ser, provoca cosquillas y también un miedo incalculable. Siento su otra mano y ambas tiran de la camisa que me prestó, separando nuestros labios solo para sacarla por la cabeza. Cuando la camisa cae al suelo solo me cubren unos bóxers tan grandes que me sirven de pantalones.
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BÁILAME (+18)
Romance- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...