24. Mi fantasía prohibida

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NATASHA

— ¿Qué tal estás, Jen?— pregunta el moreno del grupo.

Mi corazón late tan fuerte que parece que va a salir saltando de mi boca, mis manos se tensan a cada costado mientras mi mente piensa en como salir de ésta. Los ojos miel de Morgan divagan entre prestar o no atención a nuestra llegada, y por unos segundos deseo que no se aparten de mí, que me observen como lo hacen sus acompañantes, de él no me molestaría.

— Jen es nueva...— dice Britney ante mi silencio. — Y algo tímida...— agarra mi mano y me acerca a la mesa que nos separa de los hombres.

Así de cerca puedo apreciar mejor al castaño. Lleva puesto una chaqueta, algo no muy cotidiano, mayormente se pone solo una camisa o seda, blanca de preferencia, con unos pantalones que varían entre grises, negros y azules. Ahora va muy elegante, con un cuello japonés gris bajo esa chaqueta negra. Su cuerpo no es muy ejercitado pero da que desear. Su cabello castaño se ve más desordenado, como si hubiera pasado por un lugar agitado y le han despeinado.

— ¿Y de dónde eres, Jen?...— pregunta otro, un chico rubio de unos ojos peculiarmente verdes, parecidos a los de un gato. Sonríe y su perfecta dentadura blanca reluce en un pequeño coqueteo. — Nosotros somos de los Angeles, pero estamos de visita...— se sirve un trago. — Uno de nosotros se va a casar y estamos de despedida...

— ¿Y quién se va a casar?...— pregunta Britney acercándose a un pelinegro algo pálido, el más elegante de los cuatro y al mismo tiempo el que me da mala vibra, no sé si es por esa sonrisa tan siniestra o esos ojos grises tan fríos, pero algo me incomoda. Toma su corbata y la acaricia mientras sonríe con picardía.

— Es un secreto...— responde el pelinegro. Comparten una mirada cómplice y luego me observa fijamente. — Como la identidad de tu compañera...

— Soy de México...— respondo automáticamente, no lo pienso mucho, solo sale de mi boca con un acento distinto al habitual.

Me muerdo el labio ante el silencio mientras me cuestiono mis rasgos latinos, mi piel caramelo, mi cabello negro rizado, mis ojos color café, etc. No es dudable.

— Me gustan las latinas...— me dice el moreno haciendo énfasis en el verbo «gustar».

La morena sonríe, se aleja del pelinegro y con un baile de caderas camina hacia la tarima. Yo sigo sus pasos algo nerviosa, pues él sigue viéndome, no aparta esa mirada cansada de mí, es como si me está estudiando o tal vez se haya dado cuenta de que soy yo.

Los parlantes se prenden, las luces se modifican a un punto sensual, ni tan brillantes ni a oscuras, un punto intermedio. La voz de Sam Smith invade el cuarto en su controversial tema Unholy. El corro da inicio a nuestro show, Britney sostiene su cabello y se deshace de la cola que lo sujeta para luego moverlo con sensualidad.

Yo evito pensar en que dos de los ojos que me observan son de la persona a la que he deseado por dos años, pues mi corazón no lo resiste, mis piernas tiemblan como gelatina y mi pecho se infla reteniendo la respiración.

Veo como Britney hace movimientos sobre la barra, sacudo mi cabeza y con mil cosas en la mente, bailo.

Más de mil veces he tenido sueños muy privados en los que él se sienta en su silla, no hay nadie en la clase, somos él y yo en una batalla de miradas ardientes en deseo. Se lame los labios e intenta evadirme, pero yo me levanto. La mesa hace un ruido tan llamativo que su mirada vuelve a mí. Camino a paso lento hacia él, sonriendo con picardía, moviendo las caderas sensualmente y acariciando mi pecho por encima de la ropa. De la nada estoy sobre su mesa, con las piernas abiertas y bailando sensualmente, quitándome la ropa bajo su intensa y deseosa mirada. Dejo caer la seda, le acaricio el rostro, toma mi abdomen y besa el pequeño espacio entre mis senos que deja ver mi encaje rojo. Eso me prende... Pero antes de ir a más me despierto y nunca avanzo.

Hoy, fuera del sueño, está sentado en un sofá de cuero, solitario, mirando con poco interés el baile que estamos haciendo. Se lame los labios, no en una acción sexual, simplemente porque los tiene secos. Eso no quita que se vea jodidamente atractivo. Su cabello caer sobre su rostro y al alzar su mirada, crea una imagen tan intensa que abruma.

Britney se aleja de la tarima y se va acercando a los hombres, cruzando la mesa que nos separa hasta quedar en el regazo del moreno. Éste sonríe divertido, disfrutando del baile tan explícito que le hacen.

Aprovecho la entrada de Kim Petras para bajar suavemente al piso y mover mi cuerpo con provocación. Esa mirada desinteresada vuelve a mí, esta vez de una manera intensa, se ancla a la mía e inevitablemente me quema. Me muerdo el labio inferior tan fuerte que jadeo de dolor, él ni parpadea, solo me observa.

Con una sonrisa algo traviesa y con ganas de hacer algo que tal vez me traiga consecuencias, me levanto y avanzo lentamente hacia él. Sujeto el cierre de mi colegiada y lo voy bajando a mi paso. Nuestras miradas no se evaden, al contrario, se intensifican, puedo incluso ver un brillo extraño en la suya.

Me detengo a menos de un paso dejando caer la falda, descubriendo así la parte  inferior del conjunto negro que llevo puesto. Una fina tanga algo transparente, de cuerdas finas que separa mis nalgas. Por un segundo me avergüenza, pero al ver como me mira se me olvida, y siguiendo los pasos de mi compañera me acerco a él y sin pensarlo me siento en su regazo.

Sin apartar la mirada dey

la suya y agarrándome a su cuello me muevo, restriego mi cuerpo semi desnudo contra el suyo, el cual parece responder de inmediato, ya que su respiración se dificulta. Eso me hace sonreír, es algo tan inocente que Morgan se queda perplejo, parece querer decir algo, va abrir la boca, esa hermosa boca que está a centímetros de la mía, que quiero besar con pasión y marcar como de mi propiedad, en la que me quiero aprisionar cumpliendo una de mis fantasías prohibidas.

Suspira, se lo guarda para sí y me observa detenidamente, como si estuviera dibujando con la mente cada rasgo y particularidad de mi rostro. Eso me deja en un punto algo limitado, ya que esa expresión es la que siempre he anhelado y ahora que la experimento se siente tan intenso que me arrebata la respiración.

— Yo...

El final de la música calla mis delirios. Me aparto rápidamente de Morgan sintiendo un calor infernal abrazar mi cuerpo. Suspiro con fuerza, el aire me pesa y esos ojos solo lo empeoran.

— Brit, debemos irnos...— susurro con la respiración entrecortada.

Ella me mira y sonríe, se aleja del tipo y se acerca a mí.

— Tranquila Jen, ellos siempre pagan muy bien...— me dice sirviéndose una copa de lo que parece ser vodka.

— Tómate algo con nosotros...— la voz del castaño me estremece, es la primera vez que habla desde que llegué, sale tan ronca. Le miro algo nerviosa, sostiene un vaso que me ofrece. Dudo en si cogerlo, pero finalmente lo cojo y doy un pequeño sorbo bajo su atenta e intensa mirada.


BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora