NATASHA
Era el segundo pase que realizaba y por alguna razón no se sentía tan forzado, había tomado algo de confianza y me desenvolvía de mejor manera. Steff me ayudó con la vestimenta en ambos pases, siendo mi conjunto en este último un disfraz de bombero, el cual acabó disperso entre la multitud. Mi lencería esta vez no fue tan reveladora y en parte lo agradecí.
Bajo de la tarima con billetes cayéndose de las tiras de mi encaje, esos hombres se han acercado y dejado propinas que según Stef son mías. Al principio me desagradó, pero eso pasó a segundo plano al empezar de recibir billetes de cien dólares por un señor, bueno, era un hombre joven con rostro de pervertido en línea. No me agradó su cercanía, pero salí con hermosos billetes verdes.
— Para ser novata ya te vas acostumbrando...— dice Dani cerrándose un encaje rosa. Stef se ríe y camina hacia mí con su conjunto de vaquera.
— Aprendes rápido, esa es la actitud...
La verdad no entiendo cómo son tan amables, supongo que en otras circunstancias se unirían a mi círculo de amigas.
— Nada más motivante que el dinero...— respondo utilizando los billetes como abanico. Ellas se ríen mientras van saliendo y yo me acomodo en el sofá. Necesito una ducha fría, cambiarme y tomar una jara de agua fresca.
Cierro mis ojos por unos segundos y al abrirlos me encuentro con esos ojos azules. Rápidamente me recompongo y quedo frente a ella algo nerviosa, pues ella sigue siendo intimidante.
— Para ser tu tercer día vas a un buen ritmo...— se aleja prendiendo un cigarro. No digo nada y solo la veo fumar calmadamente. Tras tres caladas vuelve a mirarme, me revisa de pies a cabeza y suelta el humo por su nariz. — Prepárate para otro baile...— suspira acariciando su cabello. Vista de perfil tiene rasgos algo masculinos y es que ella en sí tiene ese aire a varón, salvo por la voz y el cabello. — Ya te sabes el cuarto...— me muestra una pequeña sonrisa que parece ser más una advertencia.
Ya casi marca la una de la noche y por alguna razón tenía la fe y el presentimiento de que él no iba a llegar, sí, el mismo de todas las malditas noches. Antes llegaba temprano y yo esperaba no verlo, dos noches ya eran suficientes, pero él debía volver.
— Ponte el traje de gata...— añade y mi rostro se desencaja recordando sus últimos palabras.
«Serás mi mascota»
“¿Pretende que sea su gata?...”, ese simple pensamiento me enoja, sin embargo no puedo decir nada, pues Verónica me lanza otra mirada de advertencia y se va.
— Mierda...
CHRISTOPHER
La puerta a mis espaldas se abre, sé que es ella ya que he prohibido el paso a otra persona, además su olor la delata, ese perfume de flores invade mi nariz con solo poner un pie en el cuarto. La última vez pude sentirlo de cerca, aunque más que su perfume, quería sentir sus jadeos y sus súplicas porque la castigase. No sé exactamente que estoy buscando con esa chica, pero creo que tiene las características de una buena mascota que necesita ser domesticada. Su mirada tímida oculta lo intensa que es y es que ella puede parecer inocente, y tal vez lo sea en este contexto, pero no lo es fuera de aquí. Lo noto en el brillo de sus ojos, sentí el calor de su cuerpo y como deseaba ser tomada ahí mismo. No me interesa saber cuál es su personalidad, tampoco me interesa del todo su físico, es más por ese sentimiento de querer tenerla a mis pies, solo quiero que acepte su destino y se deje dominar, pero por estos dos días he notado que no será un caso fácil, tampoco imposible.
Pasa frente a mí y me siento satisfecho por lo bien que le queda ese disfraz de gata, incluso me cuestiono que sí así será cuando se arrodille ante mí. No me saluda al entrar, tampoco al subirse a la tarima, no me mira, solo avanza y prende la música. Se ve molesta y eso en parte me atrae, es como una gatita molesta con su dueño.
Me acomodo mientras ella empieza a bailar. Ignoro su baile, eso no es lo que me altera, en cambio sus expresiones al moverse, esas orejas puntiagudas que tiene en la cabeza, la maldita cola que se mueve como si fuese totalmente natural, pero sobre todo, el collarín que rodea su cuello. Ese maldito objeto se parece al conjunto que se esconde en mi cuarto, solo le falta una cadena para tirar de su cuello como un buen animal, que caiga a mis pies suplicando por ser golpeada y tomada con fuerza.
Mi puño se cierra mientras las ganas de agarrar su cuello entre mis manos crecen de manera intensa. Quiero que deje de moverse tan lejos y se siente en mi regazo, azotarla y oír su voz salir de entre esos preciosos labios.
— Acércate...— esa palabra abandona mi boca en un deseo incontrolable. Ella se detiene por unos segundos, pero no tiene intenciones de seguir esa orden, su negativa me excita aún más y es que sus enormes ojos me observan como si quisieran mantenerme lo más lejos posible. — Es una orden...— digo con la voz grave.
— No soy tu mascota...— responde cruzándose de brazos. Su rostro serio me impulsa a querer estampar mi palma sobre él y ver bajar sus lágrimas, pero me resisto y solo muestro una pequeña sonrisa.
— Todavía no...— me levanto arreglando mi traje y camino hasta quedar a menos de un paso de ella. — Por ahora supongo que tienes un nombre...
Arruga las cejas en señal de confusión o negación, aparta la mirada y observa la salida, piensa irse.
— ¿Cuál es tu nombre?...— insisto clavando mi mirada en ella.
— Yo no pregunté por el suyo...— su respuesta solo me roba otra pequeña sonrisa. Quiere bajar de la tarima, pero sostengo su muñeca y la atraigo a mi cuerpo. Golpea contra mi pecho y mis manos acaban en su cintura.
— Christopher...— susurro sobre sus labios, casi dándole un beso por el roce que se da al susurrar. Ella me mira fijamente mientras su pecho sube y baja dejando ver que está alterada.
— ¡Suéltame!...— me dice forcejeando, algo prácticamente inútil, ya que fracasa en su intento.
Saco una de mis manos de su cintura, una avanza a su cabello, se enreda en él y de ese modo la obligo a quedar aún más cerca.
— Sé buena y solo responde a esa pregunta tan sencilla...— vuelvo a susurrar, esta vez depositando un beso en su cuello. Siento como su cuerpo se estremece.
Hace otro intento por liberarse, suelto su cabello y agarro su collarín, sé que eso la hace daño y esa mueca de dolor que me muestra es jodidamente excitante.
— Voy a gritar...— amenaza.
— Puedes hacerlo ahora o reservar tus fuerzas para cuando estés gimiendo...— le digo al oído.
Su mirada muestra impotencia, la veo tragar, el collar la está lastimando y su cuerpo tiembla como si está en medio de una tormenta de invierno. Va a rendirse, asumo al notar ese tono cristal en sus ojos, ahora parece más dócil.
— Jen...— su voz es tan ronca y sale con esa pizca de miedo que tanto me enloquece, que por un momento pienso en hacer más presión con su collar.
— Jen...— repito asintiendo. — Mi pequeña mascota...
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Dyn🖤Puro loco el idiota...
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BÁILAME (+18)
Romance- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...