145. Quédate [Último capítulo]

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NATASHA

Salgo de clase nada más terminar con el último examen, me cuelgo la mochila en el hombro y me despido de Monse y Ruth. Estoy algo cansada, llevo días matando mi espalda en ese sofá, pero supongo que si me quedo en casa estaré más angustiada.

El taxi me deja en la entrada del hospital, hoy regreso sola, pues Mario tiene un compromiso que atender con sus padres. Cruzo las primeras salas pensando en si respondí correctamente a las cuestiones. Últimamente con lo de Christopher tengo la cabeza hecha un caos.

— ¡Buenas tardes!...— saludo a los guardias que custodian la puerta. Me detengo esperando a que se muevan y no lo hacen. — Vengo a ver a Christopher, si se puede...— estoy cansada.

— El señor Wagner dio órdenes claras de no dejar entrar a nadie...— me dice el pelinegro en frió y vuelve a ignorarme.

— ¿Dónde está Christian?...— me cruzo de brazos molesta.

— No se encuentra...

— ¿Quieren dejarme pasar?...— elevo la voz atrayendo un par de miradas. Que vergüenza.

— El señor...

— Me importa una mierda lo que haya dicho Christian, quiero ver a Christopher ahora...

El doctor se acerca apenado, pues este pequeño jaleo está molestando a otros pacientes. La verdad no me importa, solo me asusta el que le estén escondiendo. ¿Por qué?.

— Señorita, por favor, cálmense... — se detiene a un paso de mí. — El señor Wagner está descansando, necesita un silencio absoluto, por eso el paso está restringido...

Llevo la mirada a los guardias, sus rostros siguen sin mostrar ninguna expresión. No hace falta que lo hagan, me basta el tono de voz del doctor para entender lo que pasa.

— Maldito seas...— digo entre dientes pasando por el espacio entre los dos hombres.

— Señorita, no...

Abro la puerta y confirmo mis sospechas. No hay nadie, la cama está vacía, no está la ropa que le traje, solo su bata. Se ha ido y ni siquiera ha tenido la decencia de esperarme, prefiere fingir que sigue aquí...

— ¿A dónde fue?...— susurro y ellos niegan. — ¿A dónde se fue Christopher...?— la ira se transmite en mi voz.



CHRISTOPHER

Arrastro los pies hasta su puerta. No había sentido el dolor de mis heridas como lo hago ahora, o tal vez me duele el alma. Recuesto mi cabeza en la puerta y con mi mano buena la toco un par de veces.  Ya sé que estuvo en el hospital y sé que está molesta, ya puedo imaginarme su rostro.

— Christopher...— susurra interrumpiendo mis pensamientos. La puerta se abre y sin poder evitarlo caigo a sus brazos, no con la intención de hundirme en ellos, sino por la pérdida del equilibrio. —¡Dios! Estás ardiendo...— exclama mientras me ayuda a ingresar.

A paso lento llegamos hasta el sofá, me acomoda en él y trata de irse, esta vez me aferro a ella queriendo, la envuelvo en mis brazos y acaricio su cuello con mi nariz, quedando embriagado por su dulce aroma. Cómo lo he extrañado.

— Christopher...— hace un esfuerzo por soltarse. — ¿Qué haces aquí? ¿Por qué te fuiste del hospital?...

— Porque debía encargarme de ella...— le susurro al oído. — Y estoy aquí porque no estoy dispuesto a ser rechazado, quiero tenerte siempre...

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora