CHRISTOPHERA veces la actitud de Christian me molesta, parece no haber aprendido nada de lo que pasó, es como si solo pensara en jugar, sin atender a las consecuencias, ni siquiera era capaz de tapar su propia mierda. Le dije perfectamente que no quería a ninguna chica de este maldito lugar, la mayoría están alcolizadas o drogadas, ese tipo de mujeres ya no sienten nada, no tienen poder sobre su cuerpo y resultan practicamente inútiles, además, sería una violación y yo prefiero que la chica coopere por su cuenta, después de todo, no hay mayor satisfacción que ver como se doblega ante mí, suplican y piden por ser maltratadas. No quiero escuchar el llanto de una negativa cuando me desenvuelva y disfrute hacerle daño a cada pedazo de un hermoso cuerpo.
El hombre de seguridad de mi hermano, que minutos antes estaba arrastrando a esa chica por el callejón, ahora se recarga tranquilo en la puerta de un 4x4 negro, acompañado de otros tres, que al verme, se recomponen y se enderezan para recibirme, siempre evitando mirarme directamente a los ojos.
- ¿Dónde mierda está Christian?...- pregunto molesto. Es a penas su primera noche y ya quiere demandas, o que me tenga que encargar de sus mierdas. Tiene veintidós malditos años y sigue viviendo como un adolescente en su época de rebeldía.
Todos guardan silencio, sus ojos los delatan, pero mantienen la seriedad de no contestar a una cuestión tan simple que le podría costar la vida a alguien. Me arreglo la chaqueta, la misma que me quité antes al sentirme abrumado por una cierta situación. Luego doy un paso más hacia ellos, mostrando lo cabreado que estoy con esta maldita situación.
- Hice una pregunta... ¿Dónde está el imbécil de Christian?...- repetí, llamando la atención de algunas personas que estaban paradas a pocos pasos. Un grupo de miradas femeninas nos observan disimuladamente, para luego darnos espacio.
- En su cuarto privado...
Agarro mi labio inferior aún más molesto. Miro a esos idiotas que evitan mi mirada, tensos y sintiendo que han hecho algo que no deben. Miro al chico de antes, su mirada no se despega del suelo mientras trata de camuflarse entre los demás. No le diré nada por ahora, primero iré por Chris.
Doy un paso para tratar de entrar, pero otra vez me detiene.
- Él está ocupado...- me dice un moreno. Le miro negando, abro la puerta y la cierro con fuerza a mis espaldas.
El ruido que me recibe es tan alto que no veo la hora de marcharme. Camino por un pasillo hacia un ascensor de vidrio transparente, mediano, que se eleva hasta la planta especial de mi hermano. Mientras se eleva voy observando de nuevo ese panorama, es un completo caos que me recuerda al club de Verónica. A mí me gusta el orden y la calma, el silencio, a no ser que yo tenga algo ver con el ruido. Las chicas bailando me hacen pensar en que me he portado de forma infantil con respecto a esa chica, de la que por alguna razón extraña, creo que me estoy obsesionado. Su hermoso cuerpo, tan perfecto que servirían de lienzo para mi arte radical, sus ojos, ese portal a veces inocente y otras no, su cabello, el que quiero sujetar y tirar de él con fuerza, y su rostro, esa piel morena y esos labios...
Las puertas del ascensor se abren dando fin a mi estúpida comparación. Para mí no tan es gran sorpresa el que mi hermano no esté aquí, seguro le avisaron sus guardias oh...
Ni siquiera acabo la frase cuando distingo la figura de mi hermano menor entre la terrible acumulación de personas del Platino. Su vestimenta tan formal y su altura llama la atención de cualquiera, pero lo que me llama la atención es quien lo acompaña. Él sostiene la mano de un albino al que estira para ir saliendo.
Por un momento pienso en gritar su nombre, sé que no va a escucharme, por lo que solo le veo marcharse de mano de la persona que tuvo toda su atención en esta noche. Para ser de usar y tirar, él también parece haber desarrollado una obsesión con ese albino, y su reciente acción con esa chica, quien se había besado con él, me lo confirma.
No puedo hacer nada al verlos salir, maldigo para mis adentros y me echo al sofá volviendo a recordar la forma en la que temblaba el cuerpo de esa pelinegra, estaba aterrada, sollozaba y tenía miedo a no ver la luz del Sol. Eso me ha dejado un doble sentir, el primero se basa en la frustración de no poder controlar las inmensas ganas que tenía de hacerla sentir mejor, era una reaccion involuntaria. El segundo, fue más perturbador, evocando lo que debe permanecer en el olvido.

ESTÁS LEYENDO
BÁILAME (+18)
Romansa- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...