128. Dyn: Te pertenezco (+21)

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NATASHA

Una mano golpea con fuerza mi trasero, duele y al mismo tiempo me llena de un placer incalculable. Siento como me tiemblan las piernas ya sin poder resistir a esta tortura. Quiero sentirlo en mi interior, pero se niega a hacerlo tan pronto.

Le busco con la mirada y observo ese majestuoso cuerpo desnudo, sus enormes  brazos y sus manos, esas que arremeten contra mis nalgas de una manera muy dolorosa.

Recibo otra nalgada y dejo salir un gemido de dolor. Mis manos encadenadas a la cabecera se lastiman con el movimiento, tanto que me dejo vencer, descansando mi cabeza en la cama y dejando el resto de mi cuerpo a su merced.

— ¿Por qué debes ser así de provocativa?...— susurra con una voz extremadamente ronca. Acaricia mi trasero, baja por mi muslo y acaba agarrando mi cintura. — No importa cuantas veces te tenga, siempre parece ser la primera vez...— comenta y siento como me invade de una sola estocada.

Por más mojada que estoy siento el dolor de su tamaño, el mismo que casi me destroza la boca en el garage. Sus manos agarran mi cintura y comienza a moverse con fuerza y brutalidad, arrebatando gritos y gemidos que invaden todo el cuarto piso.

Éste lugar no es una casa normal, está casi desértica, pero con una cama es más que suficiente. Además, no hay nadie en los otros pisos, así nadie puede oírme sollozar por la manera en la que me está destrozando por dentro.

— ¡Christpher...!— grito quedándome sin voz.

Sus dedos se enredan en mi cabello y me obliga a alzar mi rostro. Así su otra mano avanza a mis senos y los aprieta con fuerza. Duele y excita. A su lado todo tiene un doble sentido y en el sexo éste se intensifica. Así como siento que me está rompiendo por dentro, también siento un placer inigualable que solo él puede ofrecerme.

— Tus senos son tan suaves...— amasa el derecho con tanta fuerza que se me escapan un par de lágrimas. — No sabes cuánto me arrepiento de no haberte llevado a casa...— aprieta mi pezón. — Mis juguetes te harían llorar con más intensidad...

Sus palabras me atemorizan, pero su voz, joder, esa voz podría matarme y la seguiría adorando. Es tan profunda, de esas que te estremecen con solo oírla. Y su aliento, la manera en la que acaricia mi piel, como me provoca escalofríos y me incita a querer sentirlo en todo momento.

— NATASHA...— gruñe amasando mi trasero, para poco después volver a pegarme con más fuerza.

Tiro de las cadenas al sentir el dolor, mis manos se arrepienten y vuelvo a desplomarme.

— No quiero que nadie más te toque...— susurra besando mi espalda. — Tu cuerpo solo me pertenece...— muerde con fuerza y gimo. — Todo lo que eres me pertenece...— acelera las embestidas mientras tira de mi cabello y clava sus manos en mi cintura. — Eres mía...— profundiza con fuerza. — Dilo...— ataca mi cuello tras alzarme. — Dilo, pequeña...— siento como el ritmo de sus embestidas se vuelve desesperante, entra y sale con más fuerza, haciéndome temblar.

— Te pertenezco...— gimo y deja un beso en mi nunca.

— Por siempre...

Su esencia invade mi interior, siento su calidez y sus últimas embestidas llenando cada rincón. Nuestras respiraciones son un caos, estoy mojada de sudor, mis piernas no me responden y tengo la sensación de que solo es el comienzo.

— ¿Vas a bailar para mí?...— pregunta al salir de mi interior.

Rodea la cama y por fin puedo verlo de frente. No tarda en atacar mis labios y besarme con la misma pasión e intensidad con la que me cogió en esta cama. Invade mi boca jugando con su lengua, muerde mi labio inferior y juega con él hasta que nos separamos.

— Hoy seré cuidadoso...— susurra sobre mis labios. — Pero mañana voy a hacerte llorar, te mostraré cómo serán las cosas y te va a gustar...— asegura para luego liberarme de las cadenas. Por fin mis muñecas son libres, aunque están heridas. — Ven...— tira de mis piernas hasta la orilla de la cama, sujeta mi cintura y me eleva en brazos. — Ahora lo harás tú...— se voltea para sentarse y ponerme a horcajadas de él.

— ¿Nunca te cansas del sexo?...— pregunto colocándome correctamente.

— Nunca...— aprieta mi cintura y me embiste llegando hasta lo más profundo.

No puedo evitar gritar, sonríe y me besa entre mi vaivén moderado por sus manos. Subo y bajo sobre su miembro a su ritmo, dejando que me invada por completo, que juegue con mi cuerpo, que se alimente de mis pechos, se divierta y disfrute del placer que nos brindamos.

Christpher es una adicción, no importa que tenga esa droga recorriendo mi organismo. Siempre que nos juntamos pierdo la cabeza y estoy dispuesta a someterme a su total voluntad, que haga conmigo lo que quiera, que me use o me tome como mejor le parezca. Yo me pierdo en la intensidad que transmite en cada beso, caricia y embestida. Es el fruto prohibido que mordí y quedé atrapada por su dulce veneno.

— Te he extrañado...— me susurra al oído.

— Yo también...— acelero mis movimientos.

— Voy a hacer que te arrepientas de eso...— sonríe y une nuestros labios en el preciso momento en que ambos nos venimos.

«Mañana no podré con mi cuerpo, de eso estoy segura»

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El próximo capítulo será un especial de BDSM 🤭🤫😏

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora