70. Fue maravilloso

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NATASHA

- ¿De dónde sacaste tanto dinero?...- la sorpresa en su voz no se oculta, al igual que su sucia mirada no oculta que está observando de más a ese escote. Este hombre no tiene remedio. - ¿Estás en algo ilegal?...- insiste acariciando los billetes como si fueran una ilusión que se irá al parpadear.

- Eso no le incumbe...- respondo con el tono más frío que puedo.

Entrecierra los ojos, cierra el sobre e intenta estirarlo de nuevo a mi dirección.

- Entonces...

- No creo que a su esposa le haga gracia que devuelva tremenda cantidad...- le miro con una pequeña sonrisa. - Escuché por ahí que desea hacer reformas...

- Estás pagando un año por adelantado, tú qué hace unas semanas atrás estabas por morirte al no tener ni un centavo...- su voz se endurece y vuelve a mirarme meticulosamente. - ¿En qué te has metido?...

Su pregunta es molesta, ¿Quién es para querer saber de mi vida?. No tengo tiempo para esto, mis amigos me están esperando.

- Resulta que usted no es el único hombre de cierta edad que me desea con locura...- le digo notando el rubor en sus mejillas. Viejo asqueroso. - Solo que el otro está bañado en dinero ¿Sabe?...- mi mano acaricia mi cabello en un movimiento sensual que le roba el aliento. - Ya tiene su respuesta...- susurré arreglando mi bolso para irme. - Pasaré después por el papeleo...

- Estás perdida, niña...- niega con la cabeza mientras se guarda el sobre en el bolsillo de sus viejos pantalones. Sus ojos siguen mi baile de caderas. Me volteo y le sonrío sin emoción.

- Lo sé y ni me importa...- le respondo y salgo de ese edificio.

La heladería está a unas cuantas manzanas, ese lugar que nos transforma en niños adictos a los dulces, uno de los mejores lugares de esta ciudad, sencillo, pero acogedor. Una pequeña tienda rodeada por un parque perfecto para descansar un día caluroso.

De lejos puedo ver a Mario conversando con Monse, la chica tiene su cabello castaño en una cola perfecta, lleva un top rosado parecido a un sujetador, acompañado de un pantalón corto de color negro y unas sandalias. La entiendo, el calor es insoportable. Yo voy casi igual con un top blanco, mostrando mi cuerpo, y un pantalón azúl marino tan corto como el suyo, mostrando ambas nuestras largas piernas. Mario parece inmune a este calor con su ropa de siempre.

- Ya llegó la desaparecida...- me grita mi amiga separándose del albino para fijarse en mí. Me observa detenidamente, sus ojos brillan y da un salto de emoción. - Cuéntame lo que hiciste en tu escapada, ni te despediste de nosotras...

- Tú hiciste lo mismo, estúpida...- se queja Ruth apareciendo con un top negro y unos pantalones cortos de dolor azúl oscuro, se ven sus tatuajes. Su cabello se recoge en una cola desordenada. En sus muñecas lleva unas enormes cintas no muy a su estilo.

- Yo no te abandoné...- replica aún sabiendo que sí.

- Te busqué y no te encontré... Me dejaron sola con ese maldito que trató de propasarse...

La cara de todos se congela al escucharla. Monse agarra sus brazos y la obliga a ver en su dirección.

- ¿Qué

- No pasó nada...- se suelta. - le pusieron en su lugar y ni quiero imaginarme que le hicieron...

- ¿Quién?...- pregunto arrugando la nariz. Mario viene a mi lado, me abraza por los hombros y deja un beso en mi cabeza, le sonrío tiernamente y vuelvo a Ruth.

- La chica de la que te hablé...- confiesa creando confusión en los otros dos.

- ¿Chica?...- la castaña entrecierra los ojos e inspecciona a su amiga. Ruth se encoge de hombros. - Eres una perra...- se ríe.

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora