28. Tráemela

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NATASHA

Desde el otro lado de la carretera se aprecian en grandes letras doradas el nombre del club «Golden City», así es, no pudimos negarnos a venir. Se trata de un edificio de unas cuatro plantas, con cuatro entradas principales. La primera y central es la VIP, vigilada por dos hombres tan grandes y musculosos que le arrebatan la respiración a Monse. La entrada Platino solo es vigilada por un hombre, es más pequeña y está a la derecha de la VIP, ahí hay una cola algo tremenda. Las otras dos parecen no ser para el público, la que está a la izquierda está bien custodiada por varios hombres de negro que están fumando tranquilamente. Y la última parece ser la de servicio, ya que de ahí sale una chica vestida de lo que parece ser una camarera espacial .

- Bien, crucemos...- dice Monse. La peli castaño luce un vestido nuevo que compró para la ocasión, de un rojo pasión y una tela tan minúscula que detalla todas sus proporciones, e inevitablemente me recuerda a las prendidas que me pongo para bailar. Ella tiene un cuerpo de infarto, por lo que lo presume sin pena, atrayendo varias miradas, que para ella son futuras inversiones.

- No puedo creer que esté aquí en vez de estar estudiando...- se queja Ruth por sexta vez en lo que vamos de llegada. Ella, como siempre, va más discreta, con un vestido negro nada ajustado que roza sus rodillas, combinado con unas botas negras de planta baja, pues ya por sí es muy alta y tiende a tener complejos.

- Lo mismo digo...- apoya Mario mirando el lugar poco convencido. Desde que dijimos lo de Golden se ve algo tenso, ni he tenido la oportunidad de preguntarle el porqué. Él va casi como siempre, una camisa gris, que se ajusta a sus fuertes brazos, y unos pantalones negros, de esos que tienen más bolsillos que tela.

- Eso ya no importa, ya estamos aquí...- suspiro sintiendo algo de frío. Ahora me arrepiento de lo que llevo puesto, es una buena elección, pero si sigo aquí voy a congelarme.

Opté por lucir uno de esos vestidos que me compro por internet y que nunca me pongo, siempre he querido tener una ocasión y es ésta. Es un vestido color azul oscuro que se ajusta a mi cuerpo, mostrando mis caderas. Tiene un escote marcado, no es que tenga pechos enormes, pero sí se ve sensual. A la medida de mi cintura y siendo más arriesgado, se crea una pequeña fisura que desnuda mi muslo derecho, mostrando de más, razón por la cual llevo ropa interior muy fina. Se abre a cada costado, marcando una cintura de avispa. Lo combino con unos tacones no tan altos y cómodos de color negro.

Cruzamos la carretera en segundos, ya la fila de platino avanzó, por lo que mostramos los pases e ingresamos. Este lugar es una maldita locura, es como entrar a otra dimensión llena de esferas de cristal, lunas y prismas. Los colores viajan de forma cálida y sensual por todo el espacio. Por fuera se ven como cuatro pisos y al entrar parecen simples escalones. En el primer escalón, que es donde estamos, el suelo brilla en un color diamante que deslumbra con cada paso en otro color distinto. Esferas de luz se columpian con chicas bailando en ellas. Las mesas parecen flotar debido a la transparencia de sus bases. La mayoría se combinan en blanco y dorado. Las barras se encuentran en pequeños pisos anexos a cada esquina. Sofás blancos cubren lugares privados que se encierran en muros de cristal transparente. Es hermoso.

El segundo escalón es el VIP, ahí hay menos personas, las esferas son de color dorado, hay más chicas bailando, salen confetis dorados por pequeñas bolas que explotan en el aire, y no alcanzo a ver más. En el tercer escalón solo hay un par de hombres vestidos de negro, los mismos gorilas de fuera.

- Tomemos asiento...- Monse señala un lugar vacío. Toma la mano de Mario, quien revisa el lugar con incomodidad, no es su ambiente habitual, pero se ve muy raro.

Caminamos hasta quedar en esos sofás, me siento al borde y cruzo mis piernas, a pesar de que el vestido se encoge aún más al hacerlo. Mario suspira a mi lado y lanza otra mirada al club. Hay demasiada gente bebiendo, bailando y fumando.

- ¿Qué van a tomar?...- pregunta una chica que se acerca amablemente, vestida igual a la que vimos fuera.

- Pues...

- Traiga la bebida más cara que tenga...- responde Monse emocionada.

- Como guste...- dice la joven antes de irse.

- ¿Qué se supone que haces?...- le pregunto sin entender.

- Tengo la tarjeta de crédito de ese estúpido...- la muestra sonriendo. - Hoy incluso podemos ir a quitar el dinero de la deuda y pagarla...

- ¿Qué deuda?...- pregunta Mario y sacudo la cabeza en negativa.

- Ninguna...- fulmino a mi amiga con la mirada mientras regresa la chica con cuatro copas de un extraño líquido azul.

- El especial de la casa...- lo sirve y se va.

- Aún no me han hablado de la deuda...- insiste.

Observo la copa poco convencida, la remuevo y la bebo de un solo trago. Monse grita haciendo lo mismo. Me paro, sostengo la mano de mi amigo y lo estiro a bailar, así, pongo fin a esa conversación que no va a llevar a nada bueno.

La pista está llena, pero nos hacemos un lugar. Hace mucho que no hago algo igual, últimamente solo he tenido tiempo para manejar mi doble vida, y antes de eso, estaban los estudios. Echaba de menos salir a beber y disfrutar con mis amigas, bailar con chicos guapos, sacar los bailes prohibidos y tal vez conocer a un ligue de no más de una noche.

Restriego mi trasero contra Mario, quien sujeta mi cintura moderando mis movimientos. Ya hemos probado tres vasos de ese líquido azul y creo que ya no iré por una cuarta ronda, me arde la garganta e inexplicablemente siento que me arde el cuerpo, y que estoy flotando, todos estamos flotando.

- ¿Cómo van a conseguir pareja si bailan entre ustedes?...- pregunta la peli castaño. Sus ojos verdes brillan de alegría mientras un chico rubio que conoció hace dos copas atrás le susurra algo al oído. Su cabello es un desastre pero igual sigue brillando.

- Somos una pareja...- respondo emocionada y riéndome como una boba, no entiendo que me pasa. Me volteo a ver a mi albino, tomo sus mejillas, él me sonríe, sus ojos están igual de perdidos que los míos. - ¿Verdad?...- pregunto acariciando sus mejillas.

- Claro que sí...- me dice.

Le saco la lengua a la peli castaño y luego le robo un beso al albino. Es un beso fugaz, de esos que nos damos a veces en momentos iguales, es algo tan normal que ambos nos reímos y seguimos con nuestro baile muy pegaditos.

Ruth está bailando con una chica a pocos pasos, ella también está más relajada. Todavía sostiene su tercera copa de ese líquido mágico que te hace tocar las estrellas.

Mi cuerpo arde cada ve más, al mismo tiempo que siento una mirada en mi nuca, no es la de mi amigo, esa la distingo perfectamente, no sé porqué, pero por momentos tengo la amarga sensación de estar siendo observada desde algún punto de este club, pero hay tanta gente que eso se queda solo en un presentimiento, pues solo quiero divertirme, gritar, beber y disfrutar de la noche.

CHRIS

No sé que es lo que más me enoja, ver como ella restriega su cuerpo contra el albino, o como ambos parecen disfrutar de esa cercanía. La forma tan particular en la que se sonríen, se tocan y se miran, como si todos los demás no existieran. Me molesta cuando tocan algo que me pertenece, me molesta tanto que saca la peor versión de mí, y es que me pertenece, debe ser, será y es mi maldita mascota.

El vaso que sostengo en la mano cae al piso al ver como sus labios se juntan, no quiere que toque su cuerpo, pero deja que otra persona bese sus labios. Me rechaza, me grita y se aleja pero deja que otra persona se acerque. Aprieto los puños sin poder contener mi ira, observo a la morena, se ríe, se divierte mientras yo estoy aquí aislado. Necesita que la domestique para que sepa que hacer y que no.

- Tráemela...- susurro sin apartar la mirada. - Es ella...

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora