106. Dyn: amanecer

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MARIO

Abro mis ojos confirmando lo que la ausencia de su calor me decía, se ha ido. Lo de ayer seguro fue producto de su borrachera, él no podría tratarme así ni en mil vidas, él...

- Por lo menos tienes agua caliente...- su voz me sobresalta. Me volteo a verlo y está saliendo del baño. Lleva una toalla atada en la cintura y con la otra se seca el cabello.

«Dios, se ve muy atractivo »

- ¿Por qué no tendría?...- pregunto levantándome. Agarro mis bóxers y me los visto.

Ayer después de ducharnos nos quedamos así en la cama. Fue algo extraño, pero cálido.

- No lo sé, este lugar es...- lo mira y se queda callado.

- No es tu enorme mansión ...- respondo por él y me destino a entrar al baño. Estoy algo molesto.

- ¡Ey!...- me detiene, se voltea para verme de frente y sonríe de lado. - ¿Vas a enfadarte tan temprano...?- se acerca a besar mi cuello. Su simple contacto me estremece.

- Debo ir a clases...- trato de apartarme y sacude su cabeza en negativa.

- ¿Será tu excusa?...- vuelve a besar mi cuello. Sus manos amasan mi trasero. Suelto un jadeo y se muerde el labio. - ¿No ibas a ducharte?...- besa mi pecho y baja por mi abdomen hasta llegar al inicio de la única prenda que cubre mi cuerpo. Sus manos se deshace lentamente de ella. No me niego y le ayudo.

- ¿Vas a ducharte dos veces?...- pregunto agarrando la toalla para dejarla caer. Mis ojos bajan a su entrepierna y trago saliva al ver su erección.

- Ducharme y follarte...- me besa obligándome a retroceder hacia el baño.

Sus manos me acarician por todas partes. Hoy tampoco no es posesivo, me besa con delicadeza, me acaricia y me mira distinto.

Mi espalda golpea contra el cristal de la ducha, separa mis piernas y acaricia mis muslos. Una de sus manos viaja a mi entrada y la acaricia por encima. Alargo la mía para abrir el grifo y con ambos cuerpos mojados me invade.

Su mirada esconde la lujuria y el deseo que por mucho tiempo se negó a mostrar. Se deja llevar sin ocultar sus expresiones ni sentirse incómodo ante las mías. Añade otro dedo y juega con ambos. Mis piernas flaquean, llevo la cabeza a un lado y ataca mi cuello dejándome la primera marca. Esta vez si me muerde, pero el dolor no me molesta.

- Lo siento...- me susurra al oído. - Hoy no puedo contenerme...

Agarro sus mejillas, le obligo a mirarme y le beso apasionadamente. Muerdo su labio inferior e invado su boca, mi lengua recorre cada extremo hasta juntarse con la suya y ambos ahogamos los gemidos en el batalla.

- No te contengas...- le susurro sobre los labios. Deja un corto beso mientras retira sus dedos y de la nada me da la vuelta.

Mi cara se aplasta en el cristal, abre mis piernas, besa mi espalda y entra de una sola estocada. Un fuerte gemido escapa de mi boca, trato de retener los siguientes, pero es un intento inútil. Sus manos se entrelazan con las mías a cada costado. Me besa con cada embestida, me gime al oído, me enloquece y excita de sobre manera.

- ¿Te gusta?...- susurra llegando a mi punto de quiebre.

- ¡Christian!...- gimo incapaz de manejar el caos en el que me he convertido.

- Me aprietas...- me gime al oído. Deja un beso en el lóbulo de mi oreja y añade. -¡Joder!...- al decir eso suelta una risa extremadamente ronca.

Mi cuerpo siente una corriente eléctrica pasear por cada rincón mientras me pierdo en su vaivén. Esas enormes manos bajan a mi cintura, una se agarra a ella con fuerza y la otra acaricia mi intimidad.

- ¡Oh, mierda!...- gimo con sus acelerados movimientos.

Me embiste y masturba al mismo tiempo. Mi respiración se vuelve aún más caótica, se me hace imposible sostenerme en pie, es una maldita tortura que me enloquece.

- ¿Cómo puedes ser así de pervertido...?- susurra reduciendo el ritmo de sus embestidas. Pasan de ser aceleradas a lentas y profundas.

- Es obra tuya...- respondo con el corazón a mil por hora.

- Entonces soy el único ¿Verdad?...- acaricia mi intimidad. Mi mente comienza a nublarse, mis piernas van perdiendo fuerza. Voy a venirme.

- S-sí...- me vengo en su mano. Otra vez me siento avergonzado. Me termino de recargar en el cristal y tras un par de embestidas más siento como se viene en mi interior, llenándome por completo.

- Me...- se detiene antes de decir lo que estaba por susurrar. Sale de mí y me sostiene para no acabar en el piso, me voltea y vuelve a unir nuestros labios.

- Me gustas...- susurro al separarnos, aunque me arrepiento al instante. Me sonríe, algo que me deja helado, y vuelve a besarme bajo el agua de la ducha, desnudos y en paz.





- ¿Qué haces esta tarde?...- la calma con la que realiza esa pregunta es tan refrescante.

- Pues...- me visto la camisa. - Mi hermano cumple diecisiete años y hará una pequeña fiesta en casa...- lo pienso y niego. - Aunque conociendo a mi hermano le valdrá mierda que sea martes y pasará la casa por la ventana...- recojo mi mochila para meter mis libros. - ¿Te gustaría venir?

Christian permanece callado en una esquina viendo por la ventana las abarrotadas calles del campus. Termino con mi mochila y me siento a la orilla de la cama. Este silencio se hace algo incómodo, no sé si ahora está volviendo a la realidad y le molesto, o es que simplemente no sabe cómo lidiar con lo que pasó.

- Debo irme...- agarra su celular con fuerza y se dirige a la puerta sin siquiera voltear a verme.

- Christian...- trato de detenerlo, pero sacude la cabeza en negativa.

- Ahora no...- sale dando un portazo y dejándome en un punto amargo.

Me tumbo de espaldas sin entender absolutamente nada. Estábamos bien y de la nada, aunque no vuelve a ser el mismo, se comporta de una manera fría y distante.

¿Para qué quería saber qué haría esta tarde? ¿Quería quedar conmigo? No, tal vez solo quería jugar. Seguramente hizo todo esto para que no le pudiera dejar, seguro es de esas personas tóxicas. Se lo dije a Natasha y ahora debo repetírmelo a mí mismo.




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Recuerden que algunos personajes ya se están votando en mi perfil de facebook: Trinidad Dekenó Bosoka.

Linda tarde.

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