124. Dyn: una sugerencia

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NATASHA

- ¿Me puedes explicar qué es lo que hacemos aquí?...- pregunta Ruth. Estos días está algo extraña. - Creí que estarías con Mario...

- Pues resulta que Mario quiere ver a su pasión prohibida...- respondo de mala gana mientras avanzamos.

Sé que venir aquí es arriesgado, puedo tener la desgracia de encontrarme con más de un hermano Wagner y eso me deja un mal presentimiento.

- Es domingo, Ruth....- comenta Monse arreglándose su corto vestido. - Llevamos una mala semana, qué más da porqué estamos aquí, si para formar parte de Romeo y Romeo, o para divertirnos... Simplemente tratemos de disfrutar la noche...

No digo nada y la quito mi pase, no sé a qué idiota le haya mentido para esto y la verdad, me da igual.

- Sonrían un poco...- se me acerca para arreglar un mechón suelto.

- Es entrar y salir, no quiero lidiar con esto...- me voy adelantando.

- Habló la Celestina, pero en un vestido blanco demasiado sexy...- se ríe y paso de ella.

Los tipos de la puerta nos dejan pasar al mostrar las entradas. Ruth se apresura a ir directamente a la barra a por una copa de lo más fuerte que tienen. Todavía no hemos tenido tiempo de hablar, pero sé que lo necesita, lleva tres días muy callada, enojada y con un sarcasmo que se vuelve molesto. Tal vez algo la está perturbando.

- Nat, él es Mikel, mi nuevo novio...- dice Monse y retengo la risa. A un lado de ella está un hombre en traje negro, demasiado elegante para su gusto.

- Mikel...- arrastro extendiendo mi mano en un saludo, él corresponde y le sonrío apenada por su situación. - Pasen una buena noche...- susurro antes de soltarle y caminar hacia otra dirección.

No debo olvidar la razón por la que estoy aquí. Debo encontrar al novio psicópata de mi mejor amigo, entregarle el mensaje y salir de aquí antes de encontrarme con alguien no deseado.

Me escabullo entre la multitud, no tengo ni idea de a dónde voy o como voy a llegar a la VIP, si es que él se encuentra ahí. La verdad, me siento estúpida al haber accedido a este plan con tantas lagunas. No podía negarme, pero tendría que haber pensado en algo mejor.

- ¿Qué haces sola, pequeña?...- una voz acaricia mi oído. Mi corazón se detiene por unos segundos, los mismos que tardo en darme la vuelta y ver al responsable de mi miedo.

Mi corazón vuelve a latir al no reconocer esos ojos grises en el hombre que se me ha acercado. Éste es castaño, con unos ojos café muy profundos que me inspeccionan de pies a cabeza, provocándome incomodidad.

- No es tu asunto...- le doy la espalda para seguir. Una pareja empalagosa me lo impide y el desgraciado aprovecha para agarrar mi cintura y pegarme a su cuerpo.

- La noche es joven... ¿Por qué no bailamos?...- vuelve a susurrarme al oído. Mi cuerpo se tensa, siento una mano en mi trasero y me aparto rápidamente.

- ¿No entiendes una puta negativa?...- le grito alejándome. Agarra mi brazo con fuerza, la ira me consume y sin pensarlo pateo su entrepierna.

- ¡Joder!...- me suelta.

- Puto idiota...- me arreglo el cabello y ahora sí me alejo apartando a los malditos borrachos que bailan de manera desenfrenada.

La música me abruma, no quiero seguir en este lugar. Si tan solo el maldito de Christian no tuviera el celular apagado o yo estuviera dispuesta a llamar a Christpher no estaría aquí.

- ¡Hola!...- le sonrío a los guardias. Son los mismos de la última vez.

Ambos me miran con caras de pocos amigos, estoy pensando en una excusa para que me dejen acceder al VIP. Pero no tengo que decir nada cuando uno se aparta y me cede el paso a las escaleras doradas que dan al siguiente piso. Me resulta extraño y algo en mi interior me dice que ya me vieron, ya saben que estoy aquí, o simplemente, recuerdan que la última vez fue Christpher quien me arrastró escaleras arriba.

- Gracias...

Suelto un largo suspiro, me arreglo mejor el vestido y comienzo a subir en un baile sensual involuntario. Uno de ellos me sigue con la mirada por unos segundos, aunque rápidamente la aparta.

La primera vez no pude apreciar mejor este piso, hoy tampoco lo haré ya que solo quiero encontrar a Christian e irme, perderme en algún lugar o regresar al lado de mi amigo.

- ¿Qué le pongo, señorita?...- me pregunta el chico que está al otro lado del mostrador. Pelinegro, ojos avellana y muy atractivo.

- Pues...- aquí hay una variedad de botellas, de las cuales reconozco el líquido azul de antes. - No lo sé, ¿Qué me recomiendas?...- pregunto algo coqueta. No estoy interesada en este pelinegro tan atractivo, solo que tal vez él pueda encontrar al rubio.

- A una mujer tan hermosa...- se recarga mostrando una perfecta sonrisa. Se muerde ligeramente el labio y busca con la mirada una botella en especial. - Algo igual de único...- se voltea tomando una botella de líquido dorado.

Este lugar no deja de sorprenderme.

- ¿Qué es?...- pregunto sin poder evitar sonreír.

- Pues...- agarra un vaso y lo sirve. - Algo que te llevará al paraíso...- su voz es seductora y esos ojos son capaces de tentar a cualquiera.

Supongo que primero podemos compartir una copa y luego hablar del dueño.

- El paraíso resulta tan tentador...- acerco mi mano para agarrar la copa, pero alguien la aparta antes. - ¿Qué mier...?- las palabras se quedan atoradas en mi garganta al verlo ahí parado.

La intensidad de su mirada me penetra entre los huecos que deja su cabello al estar cayendo por su frente. Luce un traje negro tallado a su cuerpo, marcando sus músculos, esos fuertes brazos, sus hombros y su abdomen trabajado. Su rostro sigue igual, pero es como si ha pasado mucho tiempo y solo han sido días. Eso solo prueba la locura a la que vivo sometida.

- Toma esta copa y desaparece...- le demanda al pelinegro. Éste me manda una mirada de terror, agarra la copa y se marcha sin mirar atrás. Me pierdo en su huída, hasta que recuerdo al indeseable.

- En fin...- me doy la vuelta y agarra mi brazo. - Wow! ¿Regresaron tus malas costumbres?...- le encaro tratando de soltarme.

- ¿Qué haces aquí?...- pregunta entre dientes.

- Yo no te pregunté, pero si lo quieres saber, vine por un asunto y el ambiente es tan adictivo que pensé en hacer más que centrarme en ese asunto...- sonrío con travesía provocando que se enoje aún más.

- Natasha...

- Christpher...- me hago soltar. Este pequeño espectáculo está atrayendo miradas y eso me molesta.

- Ve a tu casa o a cuidar de tu enfermo...- demanda. Una risa se me escapa y sacudo la cabeza en negativa.

- ¿Es una orden?...- me volteo. Hay unos chicos hablando a mis espaldas. Al verme de frente tratan de dar un paso para alejarse, pero soy más rápida y le arrebato el líquido dorado que él me había quitado. - No sigo tus órdenes...- doy un solo trago, arrepintiéndome de haberlo tomado de golpe ya que quema mi garganta. - Gracias...- le susurro al dueño de la copa para regresar a Christpher, quien está que echa humo. - ¿Vas a quedarte ahí parado o llamarás a tu hermano?...- mis ojos le revisan y siento una calentura brotar en mi interior. - Tengo un mensaje para él...

- Lamento decirte, niña estúpida que dentro de unos minutos no estarás en tus cinco sentidos...- me responde molesto.

Quiero replicar, pero me pesa la voz. Pronto esa pesadez coloniza mi cuerpo y se me empieza a nublar la vista.

- ¿Qué...

Ya no soy capaz de sostenerme sobre mis piernas y me centro en mi eminente caída. Mi pecho sube y baja de manera irregular, a veces siento una intensa adrenalina y luego nada, se van las fuerzas.

- Era una puta sugerencia...- es lo último que escucho antes de sentir su calor, los latidos acelerados de su corazón y lego nada, caigo al vacío.



BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora