91. Dyn: nos vemos

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NATASHA

Salgo del baño vestida con mi biquini, algo que se vuelve un problema ya que todo mi cuerpo está marcado. Suspiro frustrada asomándome por ambos lados, a un lado está la salida y al otro las escaleras que llevan a los pisos de arriba. En ningún momento pasa por mi mente hacerle caso a Christopher, ya que eso sería una gilipollez peor que haber estado encerrada en el baño.

Sin ninguna otra opción salgo rezando porque nadie me vea, bueno, los guardias sí lo hacen y me avergüenza saber que escucharon mis malditos gritos.

Al cruzarlos me escabullo rápidamente hasta la casita de mármol en la que se cambiaron los chicos. Rápidamente reconozco la ropa holgada de Mario y sin perder tiempo me pongo su camisa, la cual me queda como una vestido. Lo agradezco ya que cubre mi abdomen, pecho y parte de mis músculos, exactamente donde se quedaron calcadas sus manos. Ahora el maldito problema es el cuello.

¿Cómo mierda escondo mi cuello? Está lleno de moretones.

Suspiró resignada y espero que mi piel morena oculte bien las marcas, aunque es casi imposible.  Voy a la siguiente casita para tomar mis cosas y como si el universo me está hablando encuentro el complemento de mi biquini. Envuelvo la pequeña mantita en mi cuello sin parecer algo exagerado y lista vuelvo con el grupo.

Monse y Brandon se están besando en una de las esquinas, Ruth se está embriagando con otras chicas en el pequeño mini bar que se encuentra a un lado de uno de los jacuzzi. Se ríe como nunca. En las bancas de antes solo está Dexter, tiene un rostro de pocos amigos y éste empeora cuando ve a Mario, quien llega por uno de los caminitos que dan a ese laberinto de flores y enredaderas.

— ¿Dónde está Natasha?...— hay molestia en su voz y le entiendo. De verdad espero que no me haya escuchado.

Mario le ignora perdido en su mente, se sienta y observa la piscina.

— Oye...— sacude su brazo y él le mira molesto. Incluso Mario se ve de mal humor. — Christian dijo que ustedes se fueron juntos...

— Nat y yo...— su rostro de confusión me deja helada. Salgo corriendo hacia ellos, a pesar de que me duela todo e interrumpo antes de que Mario diga algo más.

— Gracias por la camisa...— le sonrío y su mirada viaja a mí, seguida de la de Dexter. Ambas me revisan de pies a cabeza y lucho por no poderme nerviosa.

Dexter mira al albino y yo le suplico con la mirada. Parece no entender nada, pero me sigue el juego.

— No pasa nada...— se levanta y camina hacia mí. — ¿Ya te sientes mejor?...— sujeta mis hombros y aunque parece preocupado, al tenerlo delante, sus ojos, vistos a través de sus lentes semi oscuras, me regañan.

— Sí...— respondo y me abraza.

— ¿Qué tienes, Natasha?...— Dexter se levanta y da un paso hacia mí. Observo a Mario con terror y él suspira frustrado.

— Será mejor que vayas a casa, seguro que esos dolores de cabeza son causados por el estrés del viaje... — deja un beso en mi frente. — Y respira, no debes alterarte...

«Si supieras que es tu cuñado quien me altera...»

— ¿Te duele la cabeza?...— Dexter pregunta desde una pequeña distancia, pues Mario no deja que se acerque y lo agradezco.

— Un poco... — acaricio mi cabello fingiendo sentir una nueva punzada. — Creo que me voy ya...

— Dame tus cosas...— quiero negarme, pero rápidamente agarra la mochila y la pone en su espalda. — Te llevaré a casa...

Comparto miradas con el albino, no sé que hacer, no quiero que se de cuenta de nada. Sin embargo, todas las dudas se esfuman cuando en lo alto, en un balcón del segundo piso veo como Christopher me fulmina con la mirada. Al estar a las espaldas de Dexter, él no puede verlo, pero Mario sí y me mira sin entender.

«¿De verdad me estás esperando?...» me pregunto viendo como observa al pelinegro.

«Estás enfermo, maldito sádico...»

«No sé que tienen nuestros cuerpos, pero yo solo quiero mantenerme lejos de tu enferma mente»

Sus ojos oscurecen en el momento en el que le extiendo la mano a Dexter, él entrelaza nuestros dedos, la besa y me sonríe de una manera que desearía que hiciera Christopher.

«Idiota»

Sacudo la cabeza por esa estupidez. Ese hombre nunca me va a mirar de esa manera, él no me conoce ni está interesado en hacerlo. Solo disfruta de mi dolor, de arrastrarme a su infierno y hacer de mí un ser insistente.

«No te voy a dar el placer...» me digo echándole una última mirada. Su rostro está tan serio que aterra, sin embargo, no dejo que me atemorice. Le lanzo una sonrisa de satisfacción y marco el ritmo de nuestros pasos para salir.

En ningún segundo su mirada se despeja de mi nuca, siento como me atraviesa y me asfixia, pero más siento la calma de mi conciencia al ignorar el deseo y evitar volver.

Me maldigo a mí misma por utilizar a Dexter, pero él es mi única salida, a no ser que Christopher mande a la mierda la discreción y detenga nuestro camino.

— ¿Ya se van?...— grita Monse a una larga distancia. Sacudo mi mano para despedirme, ella sonríe con picardía y me volteo para subirme al auto de Dexter. — Usen protección...— grita eso último cuando ya estoy por sentarme.

Me volteo bruscamente con los ojos totalmente abiertos. Mi mirada viaja inconscientemente a la del demonio que custodia su castillo y me paralizo al ver las llamas que colonizan ese cielo nublado. Aprieta el soporte del balcón y respira con fuerza.

— Lo sé...— respondo de vuelta importándome muy poco si esa respuesta puede llevar a malos entendidos.

Me despido de Ruth con otra sacudida de manos y abandonamos ese enorme castillo. Christopher no se mueve en ningún momento ni detiene mi salida. Eso me deja bien claro que solo me necesitaba por un momento y que todas sus palabras eran pasajeras. Eso me alivia, no quiero tener que ser su presa.

A las puertas del castillo, cruzando esa reja dorada mi celular vibra en una llamada entrante, es un número desconocido. Dudo en si cogerlo, pero luego recuerdo que eché solicitudes de empleo y que tal vez sea eso.

Esas vacaciones me dieron la excusa perfecta para decir que tuve que dejar el trabajo del restaurante, para poco después decir que éste había quebrado. Supongo que ya me estaba acostumbrando a mentir.

Descuelgo la llamada, dirijo el teléfono a mi oído y espero escuchar la voz al otro lado, pero solo escucho una fuerte respiración que me provoca un sudor frío. Mis manos tiemblan  de la nada afectadas por esa fría y tétrica respiración.

— ¿Quién es?...— susurro asustada. Dexter me mira confundido. Le ignoro y vuelvo a la llamada. — ¿Q...

— Nos vemos esta noche...— su voz paraliza todo mi cuerpo, mi respiración se detiene y siento como el temblor en mis manos aumenta.

«Christopher»

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Yo si soy Natasha echo ese teléfono o cambio de número...😂

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