CHRISTOPHER- ¿Dónde estás?...- le pregunto a mi hermano. Me responde con un silencio molesto y acelero aún más. - Te quiero en casa a primera hora de la mañana, debemos tratar un asunto...
- ¿Mañana?...- escucho su risa al otro lado de la línea. Nunca se toma nada como debe. - Creo que todavía estaré jugando con mi nuevo amigo...- me dice tratando de evadirme, o tal vez no a mí, sino a mi madre. Pues su relación no es la mejor del mundo y siempre que se juntan son como dos elementos químicos que explotan.
- Recuerda que se trata de ti y de tu metedura de pata, así que espero verte ahí...
- ¿Metí la pata?...- vuelve a reírse como un desquiciado. - Alvin se merecía esa paliza y debería agradecer el hecho de no acabar ni con su mísera vida ni la de toda su familia...
- Tenemos negocios con esas personas...- le insisto apretando el volante.
- Podemos prescindir de esa familia...- me dice siniestramente. - Sé que lo deseas... ¿Qué tal si nos dividimos a los hermanos y que tu madre se encargue de Rafael?...
En otra ocasión podría creer que es una broma, pero ahora que conozco a Christian sé que no lo es. Y siempre me resulta raro escuchar cómo habla como si fuera un monstruo, cuando en su momento él fue el menos inhumano de todos.
- ¿Dónde está la diversión, hermano? Hace tiempo que no nos divertimos juntos...- me reclama. Es tentador, pero no es el momento.
- Las nueve y no tardes...- determino y le cuelgo.
Detengo mi auto frente al club de Verónica, hoy no estoy de buen humor, la verdad es que vengo para concluir con lo que iniciamos ayer, ni siquiera he sido capaz de descansar con la imagen de ella gimiendo entre mis brazos. Normalmente no tengo un sueño profundo y pocas veces consigo dormirme, siempre por recuerdos en negro, nunca por no poder quitarme a una chica de la cabeza. Es una locura que no quiero alargar, me la voy a coger y luego la voy a desechar como al resto. Ahora sí no se va a negar, me ha dejado bien claro que no es diferente, que se derrite con solo una caricia y que va a humillarse para tenerme de nuevo entre sus piernas.
Entro al lugar siendo recibido por la mano derecha de la peliblanca, Zac , un chico castaño de entre los 1'77 y los 1'80, ejercitado y con cara de pocos amigos. Verlo solo significa que ella no está, pues él siempre la releva.
- Christopher...- me saluda nada más verme, cauteloso y observándome fijamente. - Últimamente vienes mucho...- comenta haciendo una señal para que nos sirvan algo de vodka.
- Dejaré de hacerlo pronto...- sostengo la copa que me entrega una camarera y me la tomo de un trago.
- ¿Ya te estás aburriendo?...- mira a las chicas que bailan y luego a mí.
- Pronto...- respondo y me arreglo el traje. - Quiero a Jen en la seis, que no se demore...- comunico ingresando al pasillo.
- Está ocupada...- me detengo y le observo por encima del hombro. - lo lamento, pero tiene un privado y yo...- observa a un dúo de hombres que ingresa al local. - Tengo visitas...- me lanza una mirada de pocos amigos y se aleja de mí.
¿Ocupada? ¿Cómo se atreve a bailarle a uno de estos hombres de la misma manera en la que lo hacía conmigo? ¿Cree que puede fingir que no pasó nada y seguir su camino?. Se equivoca, seré su sombra hasta que que se deje hacer todo lo que yo quiera hacerle. Ella es...
Estoy tan distraído en mi mente que no me percato de la cercanía de otra persona hasta que ésta golpea contra mi pecho. Furioso miro hacia abajo, pero unos enormes ojos café me miran perdidos, abriéndose y cerrándose en un intento de ver con claridad. Su cabello se pega a su pálido rostro, tiene las manos tan frías que al rozarme la piel que no cubre ni mi camisa ni mi chaqueta siento un ligero escalofrío. Respira con dificultad, su pecho sube y baja contra el mío mientras todo su cuerpo tiembla como si está en una tormenta de invierno.
- ¿Qué...
Ni acabo mi cuestión cuando se desvanece en mis brazos. Una presión extraña se implanta en mi pecho al ver como cierra los ojos y se deja vencer apoyada a mí, su cuerpo se relaja y su respiración se detiene.
- ¡Mierda!...- toco su mejilla molesto y la golpeo suavemente tratando de hacerla entrar en razón, pero no lo hace. Mis dedos revisan si cuello y al sentir ese palpitar, la sostengo en mis brazos.
Me resulta una maldita estupidez hacer lo que estoy haciendo, ni siquiera quiero pensar en una razón por la que lo estoy haciendo. Abro la habitación más cercana, está vacía, por lo que cierro la puerta a mis espaldas y rápidamente la dejo en el sofá. Su rostro está aún más pálido, tanto que me molesta verlo así, es como si estuviera muerta...
«Ya no se puede hacer nada, Christopher, ya está muerta...» la voz de un hombre invade mi cabeza dejándome con un sabor amargo en la boca. No sé porqué siento que me está subiendo la presión, pero siento una punzada en el pecho.
«Mirala, está bien, solo está pálida... Está viva...» de nuevo las voces en mi cabeza.
Me alejo de la chica aturdido por mis recuerdos. No sé porqué vuelven, no es un trauma, no es la primera vez que veo a una persona así o mucho peor, no sé porqué mi pecho se aprieta con un dolor que no soy capaz de expresar.
«Ya está, Christopher, se ha ido...» la voz de Verónica fingiendo ser más fuerte.
«¡Cállate!...»
Trato de respirar con calma mientras me acerco al botiquín del cuarto, por lo menos tuvo una buena iniciativa. Abro la pequeña caja teniendo un pequeño flashback de unas manos ensangrentadas que abren una caja igual, pero más grande. Saca unas vendas, alcohol y antibióticos...
«Date prisa, joder...» grita aún más fuerte y me frustra.
Agarro el alcohol y unos algodones, los mojo en una cantidad algo exagerada y se lo paso por la nariz. Mis dedos rozan su piel, vuelvo a sentir ese vacío que se apodera de mí carcomiendo todo en mi interior, arde y me enoja.
- Mario...- la escucho susurrar antes de que abra los ojos y me observa cansada. Verla reaccionar parece calmar la asfixia que he sentido, pero solo dura un par de segundos, ya que me aparto y me siento a tres sofás de ella, tratando de calmarme.
Llamo a Verónica por el celular, no lo coge por más que insisto. No sé dónde mierda se ha metido, pero será mejor que regrese pronto.
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BÁILAME (+18)
Romansa- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...