CHRISTIAN
Es la tercera botella que me bebo en la tarde, ya ni puedo levantarme de este sofá, hay bolsitas de droga vacías sobre la mesa, me he metido tantas rayas que ya tengo la mente nublada.
Estoy en un vacío con mil espejos a mi alrededor, cada uno mostrando lo que no quiero ver, mis distintas etapas, facetas y situaciones que me convirtieron en la mierda que soy ahora.
« ¿Vas a quedarte a mirar?...¿O quieres unirte?...»
Tal vez debí decir que quería que fuera él quien estaba así conmigo, que le deseaba tanto que asustaba. Pero solo hice lo mejor para mí.
«Ya me aburrí de ti... Puedes irte...»
Mi cabeza me grita lo estúpido que fuí al decir eso, eres la única persona que no me aburre, pero al mismo tiempo eres la persona que más me invita a matar. Todo de ti me advierte que no serás uno más, pero esa parte especial será la que te condene.
« ¿Crees que me importa lo que hagas?... Llevo esperando que te canses desde el inicio...»
« Ve con tu nuevo juguete y disfrútalo, Christian.. Fue una desgracia compartir todos estos meses contigo...» miente, él también lo disfrutó, le gustaba y podía verlo en sus ojos.
«A ver cuánto dura él...» nada, no duró nada. Todos se van, algunos a una tumba y tú lejos de mí.
«Ayer quise sentir empatía por ti, pero acabo de reflexionar y aunque no te merecías lo que te hicieron, ahora te mereces todo lo malo que te vaya a pasar por ser una persona tan podrida...», lo sé, soy una mierda, siempre lo he sido y siempre lo seré.
— ¿Christian, qué mierda pasó para que no fueras a la entrega?...— la voz de mi hermano se escucha distorsionada.
Elevo la botella y me acabo el contenido. Christpher se acerca a mí y en menos de lo que corre un rayo me estampa un puñetazo en la cara.
— Maldito imbécil, mírate...— me grita rompiendo las botellas que quedaban. — ¿Qué es esto, Christian?...— agarra las bolsitas de droga o lo que eran. — ¿Cuándo mierda piensas parar con ésto?... ¿Desde cuándo te drogas de esta manera?... ¿Qué puto problema tienes con las drogas?...— grita enojado. No lo hace por mí, no le importo, lo hace porque le jodí el negocio.
— No tengo un problema con las drogas, Christpher...— me dejo caer de perfil para verlo mejor. — Tengo un problema conmigo mismo y con la mierda que soy...
— Ya basta...— otra vez rehuye.
Así es cada que hablo de algo alejado del negocio. Agarro otra bolsita de coca, la derramo en mi papá y aspiro en cantidad.
— ¡Joder!...— golpea mi mano para dejar caer el polvo. Sus manos sostienen mis mejillas y las aprieta con fuerza. — Me estás hartando, Christian...— susurra conteniendo su ira.
— Si tan harto estás, ¿Por qué no me mataste en su momento?...— cuestiono y me suelta. — ¿Por qué dejaste que me convirtiera en esto?...— empujo su pecho para apartarlo. — ¿Por qué mierda no me pegaste un tiro en la cabeza?...
— Deja de drogarte...
— No es la droga, Joder...— me levanto tambaleando. — Soy yo el puto problema...— camino hasta una pared y me recargo incapaz de sostenerme en pie. — Soy yo el puto problema... Y estoy cansado de serlo... Estoy cansado de no poder dormir en las noches, de escuchar las voces y los gritos de auxilio, de mancharme las manos de sangre... — mis lágrimas bajan sin yo desearlas y me odio aún más por ser tan débil.
— Date una ducha y descansa, apestas...— me da la espalda para marcharse.
— ¿Sabes?... Ayer me volví a sentir humano...— la imagen de Mario abrazándome y dándome calidez me invade. — Y me odié por sentir miedo, angustia y tristeza... — golpeo el sofá con el puño. — Como si no me mereciera sentir nada de eso, porque los monstruos no sienten ¿Verdad?...
—¡ Christian, ya! — demanda aún más enfadado.
— Soy un monstruo, pero tú pudiste evitarlo, solo debías matarme y todo habría acabado...— el dolor que siento por dentro es tan grande que me ahogo. — Porque los monstruos están condenados a vivir en la soledad de un infierno sin color, sin llanto, sin alegría y con ríos de sangre...— remuevo la cabeza en negativa. — Yo nunca me voy a acostumbrar a la soledad...
— Tú mismo te buscaste este destino...— me señala.
«Matt»... Por él estoy aquí ahora, por él maté por primera vez, por él me convertí en un monstruo...
— Lamento haberme enamorado...— susurro jugando con mis dedos. — Lamento que el Christian de catorce años fuera tan idiota como para creer en todo lo que le decían y hacer de todo por ser feliz...— me recompongo viéndole con unos ojos cristalizados, lágrimas gruesas bajando por mis mejillas y una vista claramente borrosa. — Yo mismo me busqué cada situación que pasé...
— Déjalo estar, Christian...— pide de una manera irónica.
— Yo mismo me busqué ser engañado...— grito en respuesta golpeando mi puño en mi pecho con cada palabra. — Yo mismo me busqué ser secuestrado... YO MISMO ME BUSQUÉ SER VIOLADO...— es la primera vez que lo dejo salir de mi boca.
— Ya, Christian...
— ¡No!, maldita sea...— pateo la mesa de cristal, ésta cae al suelo y se destroza. — Ya pasaron ocho años, Christpher... Pasaron ocho malditos años y nunca hablamos de esto...— la respiración se me dificulta a cada segundo. — Nunca vinieron a mí y trataron de calmarme, solo me envenenaron el alma para ser lo que necesitaban, un monstruo...— una risa abandona mi garganta, quemando y sabiendo tan amarga como la misma vida. — Mira lo que soy, hermano... ¿Te gusta? — Christpher aparta la mirada. — ¡MÍRAME...!— le demando. — Mírame, porque yo no soy capaz de hacerlo, nadie más es capaz de hacerlo, todos creen que estoy podrido y no sé equivocan, lo estoy...
«Pero no por mucho»
Christpher avanza hasta la puerta de salida, pero antes de marcharse me echa una mirada sin emoción.
— Aunque no lo creas, Christian, nunca quise que te pasara nada de lo que pasó...— dice y sale sin más.
«Ya pasó, pero nunca sanó...»
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BÁILAME (+18)
Любовные романы- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...