NATASHAMe siento extraña, me veo y es como si no me estuviese viendo, mi cuerpo con esta ropa tan minúscula se ve más esbelto, incluso mi pequeño pecho parece grande, no es que sea tan pequeño, pero con ese encaje transparente que lo alza, se ve mejor. Se trata de una combinación de esas que aparecían en esa serie española que veía de niña, quien me diría que en algún momento de mi vida sería Ana. Me río de mi ocurrencia y volteo a ver mi trasero, la única tela que ven mis ojos son unas líneas casi invisibles, pues es como si no llevase nada.
— No puedo...— digo en seco mientras niego con la cabeza, es imposible que salga de esa manera, estoy desnuda.
— ¿Porque no quieres o porque te da miedo?...— la calma de esta mujer me molesta, maneja la situación como si fuera algo normal y cotidiano.
— Es poca ropa y...
— Tienes un buen cuerpo y estás depilada como una Barbie...— ese comentario me avergüenza aún más — ¿Esperabas tener visita?...— sé a que se refiere y niego, no estoy en ninguna relación, solo que me gusta tener mi cuerpo sin bellos.
— No sé bailar en una barra...— pongo de excusa y ella sonríe.
— Si quieres no lo hagas, pero es la única manera de conseguir el dinero...— la veo sentarse en su lugar y tomar sus papeles. — Y si te decides, ve al final del pasillo, ahí están los vestuarios... Te ayudarán con el resto de tus prendas y arreglarán tu cabello...
— Yo...
— Ahora estoy ocupada, ya puedes salir...— su voz está calmada, pero su mirada me amenaza, ya no quiere verme ahí.
No sé cómo reaccionar a eso, tomo rápidamente mi ropa y quiero vestirme de nuevo, pero mi mente sigue dudando.
«Todos hemos hecho cosas raras en algún momento de la vida, tal vez es mi momento, nadie lo sabrá, no se ve mi rostro por esta máscara, es solo una noche...»
Suspiro rendida, meto mi ropa a mi bolso, incluida la ropa interior que usaba a mi llegada, y algo decidida voy saliendo. Al voltear siento su mirada en mí y eso me incomoda, es como si le estoy mostrando mi desnudez a otra persona. Eso me pone algo nerviosa, abro la puerta y salgo apresurada, tanto que al cerrarla y tratar de avanzar me golpeo con una persona.
«Que vergüenza » me regaño interiormente, y aún más al ver que éste llevaba una copa de vino en las manos, y que el líquido rojo ha manchado su traje gris.
— L-lo siento...— digo apenada.
El hombre, quien hasta ahora estaba observando la mancha, aparta la mirada de ella y la fija en mí. Unos intensos y oscuros ojos grises me intimidan al instante. Es alto, tanto que parezco insignificante a su lado, su cabello, algo rizado, es de un color rubio cenizo muy apagado. Su rostro, por más varonil que sea, solo muestra una mueca de desagrado, está molesto y yo también lo estaría si me joden un vestido caro, porque no hay ni que preguntar, ese traje gris tallado a su musculoso cuerpo se nota que no es nada barato.
— De verdad que lo siento...— insisto si saber que más decir.
— ¿Estás ciega...?— su voz hace eco en ese largo pasillo de una manera tan siniestra que me estremece. Retrocedo sin darme cuenta y él mantiene esa mirada.
— Iba apresurada y...
— ¿Que tanta prisa tiene una maldita puta como tú para joderme un traje tan caro?...— por más guapo que sea de su boca solo sale mierda innecesaria. Sus palabras me golpean y enojan al mismo tiempo.
— No soy...— quiero hablar, pero luego observo mi reflejo en uno de los muchos espejos que hay en el pasillo y no puedo. Solo con verme cualquier persona, incluído este desgraciado puede afirmar que soy una prepago. Pero eso no le da derecho a hablarme así, solo fue un maldito accidente.
— Muévete...— su voz se escucha más grave, regreso mi atención a él y le tengo a escasos centímetros, eso aumenta el sabor amargo de sentirme insignificante, ya que me mira como si soy un maldito desecho social. Hay tanta arrogancia en él que da asco.
Me aparto sin ganas de seguir ahí, pues estoy reteniendo unas pequeñas lágrimas rebeldes que aparecieron porque sí. Le escucho susurrar un par de cosas mientras se aleja. Cada quien continúa su camino y no me volteo en ningún momento para ver a ese imbécil de nuevo, tampoco siento su mirada y me alivia.
Llego al cuarto indicado, hay varias chicas con distintas máscaras y vestimentas temáticas. La chica de antes se acerca de nuevo, ahora se cubre con una máscara blanca y va de uniforme de enfermera, que comparte con otras dos.
— Soy Stefania, pero me dicen Stef...— saluda cordialmente.
— Yo soy...
— No me digas tu nombre...— me interrumpe. — No el real, aquí nadie conoce el nombre de su compañera...
— ¿Cómo quieres llamarte?...— se acerca una rubia, su máscara es de un felino y es una de las enfermeras. — Yo soy “Dani”...
— Pues...— ¿Cómo llamarme? No lo sé, nunca he pensado en que nombre quiero usar, mis padres ya me dieron uno y bueno, solo será por esa noche, por lo que...
— Jen...— dice Dani y la miro, pues dejé de escucharlas por un rato. — Eso, tienes cara de Jen...
— ¿Jen?...— hago una mueca de incomodidad, el nombre es bonito, pero todavía no puedo calmarme, aún más después de mi encuentro con ese desgraciado.
— No te sientas tan fuera de lugar, todas somos universitarias que hacen esto solo para pagarnos la uni, este trabajo no es malo, solo debes saber cómo actuar y evitar que se obsesionen contigo...— eso último me asusta, pero no tengo tiempo para nada más, ya que toma mi mano y me acerca a un perchero. — Como es tu primer día irás de oficinista, será un show corto para que vayas tomando confianza...
— Tienes un buen cuerpo, vas a recibir muchas propinas...— dice una chica de fondo.
«¿Qué estoy haciendo?» Me digo por vez incontable mientras veo como a cada minuto que pasa lo de ser una stripper se está haciendo real.
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Dyn ❤️ La primera interacción
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BÁILAME (+18)
Romance- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...