Christopher— ¿Qué le pasó a tu traje?...— la pregunta de Verónica me enfurece aún más, hay burla en su voz y solo pienso en la idiota de fuera.
— Una de tus putas me echó el vino encima...— la veo cambiar esa felicidad por una mueca de enojo, odia que me dirija así a esas chicas, pero es lo que son.
— Espero que no hayas dicho nada típico a la muchacha que iba saliendo...— amenaza y tomó asiento algo cansado.
— Deberías agradecer que haya hablado con ella en vez de estampar su cabeza contra uno de esos ridículo espejos que tienes en ese maldito pasillo...
— Ya te dije que no quiero tu personalidad de mierda en mi local...— se levanta de su asiento y camina al minibar.
— Pues deberías educar a tus chicas o quitar esas ridículas máscaras, seguro no ven una mierda con ellas...
— Mis chicas son jóvenes universitarias con una vida fuera de aquí, no tienen porque exponer su rostro en portada para que todos sepan a qué se dedican...
Sirve dos vasos de vodka y me acerca uno. Sus ojos azules se oscurecen al centrarse en mí, está molesta, pero no por lo de esa chica.
— ¿Vas a decirme a qué viniste?...— pregunta bebiendo de su vaso.
— A asegurarme de que mi polvo llegue a tiempo...— confieso bebiendo de mi copa. He escuchado rumores sobre la policía y una carga retenida y no quiero perder mis ganancias.
— ¿Alguna vez me he retrasado en una entrega?...— su actitud relajada a veces me perturba, pero ella es así desde niña.
— Eso espero, ya que no dudaré en hacerte pagar por las pérdidas...— advierto, pero ella me ignora, toma su abrigo y va saliendo.
— Vuelve en una semana, hoy debo ver el show de la nueva...
Seguramente se refiere a la chica del incidente, se veía demasiado tímida para haber tardado en ese lugar, además, todas ahí sabían quién era, pero ella se tomó con calma el incidente.
— O puedes acompañarme...— lo dice como si fuera una invitación, aún sabiendo que no nos movemos en el mismo ambiente.
— Tengo asuntos que atender...— respondo mientras me levanto del sillón de cuero.
— Dile a mamá que llegaré a casa más frecuente...
Asiento y sin decir más paso a un lado de ella para salir de ese pasillo. Esa zona es demasiado tranquila comparándola con el bullicio que hay en el club. Varios magnates, empresarios y políticos vienen a este club con mucha frecuencia, y es que Verónica tiene un negocio bien establecido, la discreción es tan sagrada que su clientela solo va en aumento. Además, sus chicas son muy jóvenes y eso atrae a esos hombres que aún teniendo familias se sienten excitados viendo a jovencitas desnudarse.
Voy saliendo de ese bullicio cuando todo se queda oscuro, por seguridad tomo mi arma, pues todas las luces se han apagado repentinamente, pero eso solo dura unos segundos ya que se escucha el ruido de un foco al prenderse. Sobre la tarima central aparece una chica vestida de oficinista, algo como una secretaria, en una falda corta de color negro y una seda blanca con los primeros tres botones sueltos.
No me centro mucho en ella porque no atiendo a esos shows. Guardo mi arma y estoy dispuesto a seguir mi camino, ya nada hago aquí y este tiempo lo puedo pasar con alguna de esas chicas que desean ser el trapo sucio de un hombre adinerado.
— Muévete...— escucho como le gritan a la joven, me asomo un segundo y reconozco esa ridícula máscara, es ella, la misma estúpida de antes.
No hace nada, no se mueve y parece nerviosa. Su mirada viaja por los clientes con nerviosismo, algo que por alguna razón me produce gracia. De ese modo parece un corderito perdido, lo que parece llamar la atención de varios, pues nada más morboso que una chica con ojos de niña inocente y perdida.
La veo hacer un intento por moverse, pero se frena bruscamente. ¿Qué se supone que hace aquí si no es capaz de hacer ni un espectáculo?.
— ¡Muévete!...— siguen gritando.
Ella observa a quien sea que le esté hablando por los lados de la tarima. Una muchacha sube a entregarle algo, ella sonríe algo tímida mientras se coloca lo que parecen ser unos parlantes.
¿Piensa cantar? Me río internamente esperando ver el ridículo que iba a hacer.
— Bien...— su voz sale algo profunda. Vuelve a observar a los presentes y en un momento impredecible su asustada mirada cae en mí, yo no aparto la mía y la veo tragar, respira por unos segundos y deja salir su voz. — Hay tantos empresarios aquí...— sonríe acariciando su cabello de una manera muy sensual. — Y yo solo deseando tener a uno entre mis piernas...
“¿Qué mierda está diciendo?” Me pregunto, pero parece que a los clientes les gusta.
— ¡Dios!...— acaricia su abdomen y desde ahí dirige sus manos a sus senos. — ¿No hace mucho calor en este maldito lugar?...
«Sí...» esos viejos gritan emocionados y ella sonríe más confiada. ¿Dónde quedó su maldita inocencia?.
— Creo que me suda todo...— estira su ropa liberando la prenda de la falta. — Debería...— su voz sale tan ronca que mis ojos dejan de verla con indiferencia y se clavan en ella de una manera particular. — Refrescarme...
Se va quitando la camisa lentamente, dejando ver el mismo encaje que tenía antes, aunque ahora se vea más tentador. Esas líneas rojas acariciando esa piel caramelo me hace suspirar.
Lanza la prenda a un lado y los gritos no se hacen de esperar.
— Mi jefe me dijo...— se acerca al borde de la tarima y se agacha mostrando la flexibilidad de sus largas piernas. — que me quiere hacer cosas prohibidas...— su voz es una maldita locura. Sacude su cabello mientras se acaricia con sensualidad. No está bailando, pero se siente igual de excitante. — ¿Seré una chica mala si...— se va quitando la falda, la deja caer y la aparta con sus tacones. — Me dejo hacer lo que él quiera...?— se muerde los labios mientras se acerca a la barra. La acaricia tímidamente, se pega a ella y se echa hacia atrás en un movimiento que roba varios suspiros. — Yo si quiero ser una chica mala...— sonríe con picardía mientras se lame los dedos de una manera jodidamente sexy.
No soy capaz de apartar la mirada de esos ojos que han pasado de ser tiernos a los de una fierra. Ella parece desafiarme con la mirada mientras comienza a bailar al ritmo de una música tan ardiente que me hace desearla en ese mismo momento. No se mueve sobre la barra, pero su baile, su voz y su maldita anécdota solo invade mi mente de una manera intensa.
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Dyn ❤️...
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BÁILAME (+18)
Romance- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...