6. Privado

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NATASHA

Sigo algo nerviosa, pero después de ese inicio no puedo retroceder. No soy buena bailando o por lo menos para tantos ojos llenos de deseo. La mayoría de los presentes son hombres de entre los veinticinco y los cincuenta o sesenta, varios están en trajes caros y me observan como si fuera una presa. Esas miradas no me incomodan, no tanto como esos ojos grises que me observan desde la distancia. Es él, tenía que ser ese maldito, que no me quita la mirada de encima y parece quemarme con ella. No hay expresión en su rostro, su mirada es tan fría que parece cortarme la respiración, no se mueve, no se altera como los demás, él no me ve con deseo, sino como ve un dueño al trozo de carne que le echa a los perros, resaltando su indiferencia.

Trato de evitar su mirada y pego mi espalda a la barra, no sé cómo moverme en ella, pero sí puedo utilizarla de otra manera. Me muerdo el labio mientras me deslizo hacia abajo, quedando con las piernas semi abiertas. Me arrastro con mis brazos hacia delante y muevo mis caderas al ritmo lento de la música.

- Sé mi secretaria...- escucho que me gritan y me da gracia.

- ¿Te podrás resistir a mí?...- pregunto mientras cambio de posición, mi espalda se pega al piso, abro las piernas y simulo un vaivén, subiendo y bajando como si en vez de estar bailando, estoy teniendo un encuentro íntimo con una persona.

- Podemos firmar el contrato...- vuelven a gritar.

Salgo del piso y arrastro la silla que tenía a unos cuantos pasos, la dejo y me siento de espaldas al público. Sé que en esta posición mi trasero queda a merced de todas esas miradas, pero esa es la cuestión. Comienzo con un movimiento lento, agarro la silla con fuerza mientras subo y bajo moviendo mis caderas y mi cabello de la manera más sensual posible. Si me ve algún conocido se acabó mi vida porque en este momento me estoy vendiendo a estos tipos.

Volteo a verlos, cruzo mis piernas, una sobre la otra y luego las abro del todo. Con mis manos acaricio mi abdomen y voy bajando por mis muslos. Una sonrisa coqueta se me escapa y mi mirada vuelve a él. No es premeditado, pero se encuentran y de nuevo tengo esa necesidad de bajar la mirada ante él, es como si me hiciera conocer mi lugar y eso de alguna manera me molesta y prende, una mezcla que no entiendo.

Bailo sosteniendo la silla, me voy dejando llevar por la música, sacando esos bailes prohibidos que con torpeza le haces a tu novio cuando quieres seducirlo. No me sale tan mal y lo confirmo cuando al terminar me aplauden y tiran piropos.

- Jen queridos...- sale Verónica y me mira fijamente, veo algo oscuro en ese lago azulado, una mezcla entre deseo y satisfacción. No la entiendo y además, me incomoda. - Todo lo que entra a este lugar es de mucha calidad...- me acaricia el cuello y me paralizo. Esta mujer impone de una manera siniestra ya sea con su mirada, su voz o sus actos.

Todavía con las piernas temblando salgo de la tarima. Por la zona de vestidores me cruzo con las enfermeras, Dani y la otra me sonríen y pasan de largo. Stef se detiene al verme y me abraza de una manera tan repentina que no puedo negarme.

- ¿Qué fue eso?...- me dice emocionada y yo me encojo de hombros. - Lo de "Una chica mala..." - se ríe y me avergüenzo.

- No sé porque lo dije, yo...

- Lo hiciste bien, para ser tu primera vez, muchos quedaron encantados, seguro tendrás muchos privados, ahí es donde está el verdadero dinero...- al decir eso me da unas palmaditas en el hombro y sale corriendo, es su turno.

- Suerte...- consigo decir antes de que se vaya, me lanza una hermosa sonrisa y se va.

Camino algo temblorosa por el pasillo que da al vestuario, al entrar algunas de las chicas me animan. El ambiente en este lugar es muy acogedor, será porque cada una tiene un motivo que la empujó a esto y eso crea mucha empatía. De todos modos, eso no me roba mucha importancia, pues una vez entrar busco mi mochila y entro a un cuarto anexo al vestidor, algo más privado para cambiarme.

- No deberías cambiarte tan pronto...- escucho la voz de Verónica y seguido la cortina que conservaba mi privacidad se abre, dejándome semi desnuda ante esos ojos siniestros.

- Ya acabé, supongo...- ella revisa mi cuerpo de una manera nada disimulada. - E-esta ropa no es muy cómoda...- digo cubriendo mis senos.

La veo sonreír por unos cortos segundos, su sonrisa es de esas que te hacen dudar de tu heterosexualidad, porque por alguna razón esta mujer me hace sentir como una presa ante su depredador.

- Para ser tu primera vez lo has hecho bien, te has ganado a muchos clientes...- se recarga en el marco de la entrada. - Incluso ya tienes un privado...

- ¿Un privado?...- arrugo la nariz, no quiero estar sola con un desconocido, mi vida vale más que el dinero.

- Mil dólares más - mi negativa se queda atorada en mi garganta. - el cliente está emocionado por que bailes solo para él...

- Yo no...- quiero hablar pero no puedo.

- Si te preocupa tu seguridad, siempre van acompañadas por mis guardias y nunca ocurren incidentes...- se recompone y da un par de pasos hacia mí. Mi espalda golpea con la pared del pequeño cuarto y ella me mira con intensidad. - Solo hay una regla en los privados, mantener las distancias... Si crees que puedes hacerlo te ganarás más de la mitad de lo que necesitas... Después de todo necesitas el dinero ¿Verdad?...- su aliento roza con mi cuello y mi cuerpo se estremece.

«Un baile»

«Ya bailé antes»

«Será lo mismo, pero con más privacidad»

«Son mil dólares...»

«¿Qué puede salir mal?» me pregunto mientras recuerdo que no estaré sola. Además, solo pasará esta noche y mañana ya no tendré ni que recordarlo.

- Está bien...- dejo salir en un susurro.

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Dyn🤍

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora