RUTHAcabo con las etiquetas y me dispongo a rellenar las estanterías vacías. Es un trabajo que a veces aburre, conozco a nuevas personas cada día, pero también a veces echo de menos a ciertos clientes como la desconocida peliblanca.
- Ya quita esa cara...- me dice mi compañera acercándome un delicioso café. Lo acepto y suspiro.
- No ha vuelto desde entonces...- susurro apenada. - Tal vez fue precipitado o no lo fue y solo no le gusto, que se dejó llevar por nuestra cercanía y acabó provocándome una terrible adicción con la que no puedo lidiar...- agarro mi cabello. - Me siento fatal...
- Tal vez solo esté ocupada...- me anima, pero niego. Antes venía constantemente y ya van tres días.
- O solo no esté interesada en...
- ¡Hola!...- su voz me paraliza. Siento como cada poro de mi piel se abre mientras mi corazón da un brinco de muerte.
- Voy a atender a esos clientes...- dice Luz huyendo de la situación.
Lentamente me giro para quedar de frente. Sus ojos azules me reciben con una calidez que me hace olvidar el habla, me sonríe, no se nota mucho, solo eleva sus comisuras, pero es suficiente. Hoy su cabello se recoge en una cola alta, su rostro y su cuello se desnudan por completo, revelando una pequeña línea de tinta negra. De no haberla visto casi desnuda, tendría curiosidad por saber que es lo que tiene ahí tatuado, pero es un ave muy extraño, de alas rotas y ojos cerrados, como si estuviera muerto. Está en la parte superior de su espalda, pero roza su cuello.
Su cuerpo se marca en un conjunto negro, no es un traje, hoy va menos formal con unos pantalones de estilo militar y una camisa negra de mangas largas que le queda algo grande. Se ve hermosa con lo que se ponga.
- ¿Siempre te pones nerviosa?...- pregunta y me río tímidamente. Busco mi voz y la encuentro a duras penas.
- N-no, bueno, solo contigo...- confieso y me doy un golpe mental. Su sonrisa pasa de ser cálida a pícara y me invade la imagen de sus manos en mi cintura.
- Eso suena bien...- da un paso hacia mí y maldigo la existencia de este maldito mostrador que nos separa. - Quiere decir que te intimida mi presencia...- la forma en la que dice eso me hace sentir algo parecido al miedo. Sus ojos se oscurecen y me mira de una manera extraña.
- ¿Es bueno sentirme intimidada por ti?...- pregunto sin apartar la mirada. Se muerde el labio ligeramente y siento que el fuego abraza mi piel. ¿Cómo puede dejarme así con un simple acto?.
- No sabes cuanto...- susurra y ni ella nota la forma en la que sale su voz, entrecortada y llena de deseo.
Inocentemente quiero volver a esos labios, a que me agarre con esas manos, me apriete a su pecho. ¡Joder! Quiero sentir su respiración en mi cuello.
- Lo que no sé es tu nombre...- me sale por fin. Llevo días dándole vueltas al asunto, ni siquiera sé lo básico de ella y ya fantaseo porque me haga suya. Soy una sucia pervertida.
- Nunca lo has preguntado...- responde encogiéndose de hombros. Un mechón de su cabello se suelta de su coleta, lo toma rápidamente y sin despegar la mirada de mí se lo pasa por detrás de la oreja.
Suspiro con fuerza. Voy a perder la cabeza y gracias que no hay nadie más esperando por cobrar.
- ¿C-cómo te llamas?...- me atrevo a preguntar.
Avanza hasta golpear el mostrador, se inclina en mi dirección e ignorando la presencia de los demás, se acerca a mi oído. Su respiración acaricia mi piel como tanto había deseado, haciéndome estremecer y soltar un jadeo que parece gustarle.
- Verónica...- me susurra y seguido deja un pequeño beso en mi cuello.
Todo mi cuerpo se remueve, siento que me flaquean las piernas, suspiro con fuerza y la veo sonreír, antes de volver a crear distancia entre nosotras.
- ¿Qué te pasa, Ruth?...- pregunta divertida y sigo sin reaccionar. Sus ojos se dirigen a mis labios, llevo varios segundos reteniendo el inferior con fuerza. - Te vas a hacer daño...- me dice y su mano acaricia mis labios. No hay ningún pudor en ella, está tranquila mientras a mí me deja sin aire. Separa mi labio de mis dientes y los acaricia con su pulgar.
- Yo...- no sé, me siento atrapada, como si me están cazando y están por arrastrarme a una trampa. Sus ojos arden en una oscuridad que contrasta con ella, no entiendo ese abismo, pero sí el placer que le produce acariciarme de esta manera. - So-solo...
- ¡LLEGÓ LA CUMPLEAÑERA!...- el grito de Monse mata parte de mi perdición. Rápidamente me aparto de Verónica, noto el enojo en su rostro y su mirada pasa a la recién llegada, a quien inspecciona detenidamente.
Monse, en cambio, la ignora, seguro ni nos vió.
- Ya acabó tu turno, no quiero excusas, quítate ese tierno delantal y vámonos...- me dice agarrando mis manos con fuerza.
Verónica observa esa situación aún más enojada, no la entiendo, pero me suelto de mi amiga.
- Hoy vamos a ponernos nuestros mejores minis, vamos a beber hasta olvidarnos de todo y a bailar con chicos fuertes y atractivos con los que tener sexo casual...- dice sin pudor alguno y la miro con fuerza, dándola a entender el lugar en el que estamos.
Así por primera vez se centra en Verónica, quien me sigue viendo raro. La observa por unos segundos y luego le resta importancia.
- Rápido, te espero... Hoy Nat y tú van a coger, y yo me encargaré de eso...- dice emocionada mientras se aleja para sentarse a pocos pasos.
Miro a la peliblanca apenada y antes de que me diga algo, me adelanto quitándome el delantal.
- Lo lamento, debo ir con ella... Es su cumpleaños y está como una puta cabra...- me río nerviosa. - Fue bueno verte...- suelto avergonzada y desaparezco haciéndole una señal a Luz. Ella es quien cierra hoy.
- Marcos te va a encantar...- me dice de salida. Sé que ella lo ha escuchado, pero evito mirar hacia atrás.
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BÁILAME (+18)
Romance- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...