CHRISTOPHERMis dedos se hunden en su interior limpiando mi esencia. Ella es incapaz de ahogar sus gemidos, se sostiene del cristal de la ducha y suspira formando nubes de vapor. Su cabello negro cae por su espalda obligado por el agua a pegarse en su piel. Mi boca descansa en su cuello como si ese lugar fuera mi templo.
No importa si mi traje se esta mojando, disfruto más ver su cuerpo desnudo y a mi merced. Marcado por todas partes, lleno de mis huellas. Ella es mía, no me importa si estoy perdiendo la cabeza. Estos meses fueron un maldito infierno sin su presencia. Sé que me odia, el sentimiento es mutuo, la odio por ser malditamente adictiva tanto como ella me odia por ser un maldito sádico.
Pero ambos debemos aceptar que desde que nos conocimos la atracción entre nosotros ha sido una llama demasiado grande como para apagarla con unos simples insultos o encuentros. Nuestros cuerpos se atraen de una manera infernal o por lo menos así lo siento yo. Es tanto el deseo que me hace cometer estupideces como el hecho de haberla follado sin protección y eyacular en su interior.
— Ya basta...— susurra adolorida. Mis dedos se remueven una última vez y salgo con brusquedad, arrebatando otro gemido de dolor a esa boca.
— Termina de ducharte...— me alejo de su cuello. — Y ve al segundo piso...
Su cuerpo se remueve y niega con la cabeza. No se voltea a verme, evita mi mirada y eso me enoja. Por un momento tengo el impulso de agarrar su cabello y obligarla a enfrentarme, pero otra parte de mí me dice que no es necesario y solo me aparto.
— No me hagas esperar...— finalizo saliendo de la ducha.
Mis zapatos dejan huellas de agua en el piso, mi traje está completamente mojado, al igual que mi cabello, que se pega a mi rostro cubriendo mis ojos. Lo remuevo al pasar por el espejo y sonrío viendo el lugar en el que me la cogí.
¡Dios, esa chica será un buen juguete!...
Le lanzo una última mirada antes de acercarme a la puerta y lo que veo me desconcierta. Está llorando mientras golpea el cristal con fuerza, hay arrepentimiento en sus ojos y su llanto se siente desgarrador. Quiero ignorarla, debo hacerlo y solo esperar a que suba, porque no pienso darla opciones, debe venir a mí sin importar nada.
Abro la puerta y la cierro con la misma rapidez. Observo a Lukas en la entrada y giro hacia las escaleras quedando sorprendido por la presencia del maldito de Christian, este mentiroso y manipulador. Seguro se divirtió con esto.
Sus ojos, casi siempre vacíos, muestran incógnitas. Está en el tercer escalón fumando un cigarro y viéndome de arriba a abajo.
— ¿Te duchas con ropa?...— pregunta divertido. Aprieto la mandíbula y avanzo hacia él con pocas intenciones de mantener una conversación.
Paso por su lado y me sigue con la mirada.
— Tengo mis dudas...— su molesta voz vuelve a interrumpir.
— Me importa una mierda tus dudas, saca a esas personas de mi casa antes de que no quede ni rastro de ellas...— advierto.
— A mí esa gente no me importa...— vuelve a fumar. — Pero son amigos de Natasha...
Su sonrisa me enoja tanto que debo resistir las ganas de romperle la cara y borrarle esa maldita burla. ¿A mí que me importan que sean sus amigos.
— Lo sabías todo este tiempo ¿Verdad?...— pregunto molesto.
El rubio suspira y se sienta en el escalón con los ojos fijos en los míos.
— ¿Saber qué?... ¿Que te comes a la chica que quise matar?...— niega con la cabeza. — De haber sabido que tus gustos han cambiado te habría hecho el favor de dártela como regalo de cumpleaños... ¿Por qué no me lo dijiste?...— se ríe.
«Puto idiota». No tiene remedio.
— Quiero a esa gente fuera...— continúo subiendo los escalones.
— ¡CHRISTOPHER!...— alza un poco la voz. Le miro por encima del hombro y se muestra tan serio que por unos segundos me da un aire a ella. Físicamente eran parecidos y mentalmente inestables. — Es una tregua...— alza las cejas. — No me importa que hagas con esa zorra... — mira por el rabillo la puerta de madera. — Solo aléjate de Mario... — otra vez con eso. — Soy el único que puede amenazarlo de la manera en la que lo hiciste...
— ¿Eres consciente de lo que dices?...
— ¡Es mi juguete!...— me grita y veo como se le marca la vena.
— Si fuera un simple juguete no estarías así de alterado... Eres una decepción, Christian... Cometiendo siempre el mismo error.
Mantiene la boca cerrada, asiente y seguido llama a Mac, quien llega con un folder en las manos. Éste se acerca con cautela a mí y me lo entrega.
— Es un recordatorio...— me dice cuando abro el folder.
Una foto de Natasha en su balcón aparece en la portada. Lleva un top y un pantalón demasiado corto. Su cabello se recoge en una cola desordenada, su piel chocolate resalta con los rayos de la mañana y una sonrisa que nunca antes he visto se dibuja en sus labios.
Las siguientes páginas se resumen en datos personales: nombre, vivienda, edad, familia, estudios, trayectoria, salud, etc. Todo está en esas páginas, incluso su maldito grupo sanguíneo.
Christian está enfermo.
— Si vuelves a acercarte a Mario o a dirigirle una simple mirada, tu puta amanecerá con dos tiros en la cabeza...— amenaza con toda la calma del mundo. Sé que no está mintiendo, de hecho, si miente o no se me olvida cuando caigo en cuenta de que está diciendo que va a matar a Natasha.
— ¿No has tenido suficiente?...
— ¿Y tú?... Pobre de esa desgraciada que no sabe en qué infierno a caído...
— Tú también estás igual de jodido...
— Yo tengo mis razones... ¿Cuales son las tuyas?...— me pregunta y sin esperar una respuesta baja los últimos escalones y desaparece por la puerta que da al jardín.
«No tengo excusas para ser malo, lo soy y no me tengo miedo »
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BÁILAME (+18)
Romansa- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...